Lo has escuchado en las noticias, tal vez lo leíste antes de que saliera a la luz en el “feed” de un amigo que está al tanto de estos asuntos, pero no lo tienes tan claro. Y -con lo complicada que es la política internacional de la península árabe últimamente-, no podemos culparte. ¿Qué está pasando con Arabia Saudita?
La principal pregunta es dónde empezar. La Casa Real apareció en el siglo XVIII, justo en el momento en el que estaba predicando el líder religioso extremista Muhámmad ibn Abd-al-Wahhab. Ahora, desde los reyes medievales hasta Nicolás Maduro entienden que un buen gobierno totalitario necesita del apoyo de la religión, así que era conveniente trabajar juntos. La doctrina wahabita tendría apoyo figurativo y financiero estatal, a cambio de que la dinastía no fuese criticada. En un acuerdo aún vigente, Arabia Saudita sigue teniendo políticas ultraconservadoras mientras que los príncipes pueden organizar orgías en cruceros por el Mediterráneo.
Hasta ese punto, no debería haber mayor relevancia para la situación internacional, pero es allí donde entran nuestros amigos los dinosaurios. Ellos justo resultaron haberse convertido en petróleo de muy fácil extracción en el territorio que gobernaban los Saud, lo cual les dio plata como cancha. Entonces, si los reyes se vuelven ricos, el wahhabbismo se vuelve un asunto serio. Y estamos hablando de un movimiento asociado con múltiples grupos terroristas, entre ellos el Estado Islámico, Al Qaeda, Al Shabab y Boko Haram. Por más que los Estados Unidos hayan recibido el atentado de las torres gemelas de parte de Al Qaeda, 1973 les mostró que el petróleo es una fuerza más poderosa, motivo por el cual no han actuado para detener a Arabia Saudita.
No solamente los Estados Unidos miran para otro lado, sino que, en teoría, son aliados. Si has estado prestando atención, sabrás que hay una especie de Guerra Fría entre Irán y Arabia Saudita, solo que en lugar además de instalar dictadores, crean grupos terroristas para debilitar al otro. Varios de estos se encuentran en Siria, país moderadamente alineado con Irán. Si los Estados Unidos se meten en Siria, pueden decir que están combatiendo a Irán, enemigo común con Arabia Saudita. Pero, por más que tengan una excusa para entrar a Siria, ya se han cagado en les ha importado poco o nada el derecho internacional antes. ¿Por qué no hacerlo ahora e invadir Irán, no Siria? Entonces, los que de verdad están al mando son los Saud, quienes ven tierra fértil para nuevos adeptos wahabitas. Y los Estados Unidos siguen jugando a su favor, exactamente igual a cuando invadieron Irak para sacar a Saddam Hussein tras el 11 de septiembre. Pero Saddam Hussein tenía un gobierno secular, no una teocracia. ¿Leíste bien el párrafo anterior? Al Qaeda es un grupo wahabita; parece que los culpables del atentado eran otros.
Este ha sido un trasfondo (y redpilleo) bastante largo, pero es necesario para entender lo que está pasando ahora con el nuevo Príncipe heredero. Mohámed bin Salmán fue ascendido al cargo el 21 de junio de este año. Sus acciones más conocidas son los arrestos a múltiples príncipes de la casa real, pero no se habla tanto del resto, aunque se pueden resaltar dos hechos importantes. En primer lugar, tenemos Visión 2030, un proyecto que pretende reducir la dependencia de los precios del petróleo y de este modo diversificar la economía, lo que significa menos subsidios para el petróleo. Segundo, ha flexibilizado las normas religiosas, pues fue él quien permitió que las mujeres pudieran conducir y expandió la presencia de medios de entretenimiento seculares. Incluso ha estado involucrado en la crisis con Catar, pues está financiando grupos muy radicales (si no le gustan los que financian ellos, menos le gustarán los que financia su papi). En resumen, se está yendo en contra de las dos esferas de poder más importantes en Arabia Saudita: el petróleo y la religión. Por este motivo, debe tener cuidado de quienes vayan a oponerse a él, y por eso la mejor salida es arrestarlos o que se estrelle el helicóptero en el que estaban.
Sería un error considerar que esto es un proceso hermético y no tiene que ver en nada con lo que pasa con otros países. La Guerra Civil Siria ya nos ha dejado algunos realineamientos, como Putin y Erdoğan. El príncipe Salmán claramente está respondiendo a la crisis con Catar, pues no es coincidencia que lo ascendieran tras el bloqueo aéreo. Para los vínculos que tenían ambos países, es una fácil excusa para purgar a aquellos rivales que veían conectados al nuevo enemigo. Sin embargo, eso no lo explica todo. No sabemos qué tiene que ver algo de esto con reducir el poder de la religión. El petróleo tampoco parece haber estado tan relacionado, pues al Waleed es dueño de una empresa turística, no petrolífera. El detalle que puede interesarnos es la visita de Donald Trump a Arabia Saudita hace unos meses, donde se conoció con el ahora Príncipe heredero. Según lo que hemos visto, ambos parecen compartir varios objetivos, como debilitar a Irán o fortalecer la cooperación con Israel, lo cual no necesariamente sentaría bien con una ideología tan antisemita como el wahhabbismo. Si Catar no va a estar del lado de Israel (y sabemos que Trump sí lo está), lo pueden ir descartando. Si otros miembros de la familia real tampoco están conformes con los nuevos cambios, políticas para capturarlos o cortar sus fuentes de ingresos dará un golpe en el que los Estados Unidos tendrán de nuevo lo sufrido en 1973. Así que puedes cancelar tu suscripción a Netflix, porque no vas a necesitar la última temporada de House of Cards.