Seguramente conoces a alguien que tiene muchas tarjetas de crédito que saca como si fueran agua de una fuente o quizás a una persona endeudada con dificultades de pago y sin saber cómo llegó a esa situación. ¿Crees que actuó de manera responsable? O ¿Sientes que fue irracional?
Para entender el comportamiento ante las deudas, primero debemos entender qué es un préstamo en realidad. Rápidamente alguien puede decir que es dinero que recibimos bajo la promesa de devolverlo junto con un interés por el tiempo transcurrido hasta el pago. Lo que falta considerar es cómo esto afecta nuestras decisiones de hoy y mañana.
Digamos que una persona, Camilo, tiene 25 años y trabaja actualmente. Gana un salario con el cual puede vivir tranquilamente pero no logra ahorrar a fin de mes. Si el tomase un préstamo para comprar una casa, le están dando el dinero a cambio de que pague en el futuro. Por lo tanto, como consume todo lo que gana (no genera ahorros) tendrá que gastar menos o trabajar más para lidiar con esta deuda. Es decir, recibe dinero hoy pero tendrá menos de este disponible para usar mañana. Está trayendo su riqueza del futuro al presente.
Ese es el punto clave pues, cuando recibamos un préstamo, tomaremos en cuenta nuestra capacidad de pagarlo, ya que de lo contrario, nos ahogaremos en la deuda y entraremos en default. Tampoco podemos endeudarnos para siempre porque llegará un momento en el cual no trabajaremos ni tendremos ahorros para pagar.
Entonces, ¿Cómo piensa un joven?
Usualmente existe el estereotipo de adolescente salvaje que va de fiesta en fiesta y se siente inmortal (llevando 6 cursos mientras practica y sale todos los fines). Este es un extremo pero guarda ciertos puntos claves.
Debido a que en la juventud se desarrolla el lóbulo frontal, la parte clave del cerebro que tiene que ver con la motivación y el comportamiento, todavía nuestra forma de pensar y de tomar decisiones presenta “fallas”. No somos conscientes de los resultados de nuestras acciones (como ese amigo que siempre toma hasta morir), somos más irresponsables y por lo tanto aparece la “ilusión de inmortalidad”, de que nada malo va a pasar.
¿Y qué tiene que ver esto con una tarjeta de crédito o un préstamo?
En primer lugar como el pago de una deuda es una promesa, existe un riesgo de no poder afrontarla a futuro, como por un despido o una enfermedad que nos quite “riqueza del futuro”. Por lo tanto, tenemos que pensar en la probabilidad de este evento negativo, punto en el que el cerebro nos falla. Las personas suelen desestimar la probabilidad de escenarios perjudiciales, y en el caso de los jóvenes esto es aún mayor por la idea de que nada malo puede pasar, la típica del que conduce borracho o que toma ese “último” shot aunque ya se acabó una botella. Además debido a la sensación de que se vive para siempre, se tiene un horizonte temporal infinito para pagar; es decir, se piensa: “en algún momento ya pagaré la deuda”, cuando esto no necesariamente es así, debido a la acumulación de intereses con el tiempo.
Pero no todo es un problema de sesgos que afectan la responsabilidad y la proyección al futuro, también existen inconvenientes con la educación financiera y la información.
En el Perú, la SBS tiene información acerca de las tasas de interés de bancos y financieras para cada producto que se quiera adquirir, entre otros datos de importantes. No obstante, la disponibilidad de la información es diferente al uso de misma; por lo que no porque sea de libre acceso indica que sea conocida o entendible.
De esta manera ingresa el problema de la educación financiera. Los términos usados y la matemática que está detrás de una simple deuda son confusas para muchos. Por lo tanto al momento de buscar la información el cerebro se saltará estas partes y solo internalizará lo “más entendible” que sería qué tasa es mayor o menor sin considerar que esto no es un indicador confiable de cual es más barata o peor aún, sin considerar que estos productos son en realidad riesgosos.