Ya sea la oscuridad, los fantasmas, las arañas o las películas paranormales, creo que todos hemos experimentado el miedo en alguna de sus formas. Sin embargo, creo que cuando hablamos de este sentimiento, usualmente no se les presta atención a los miedos sociales: los miedos que guían nuestras acciones cotidianas, nuestras decisiones y pensamientos sobre el mundo real.
Ponte a pensar. ¿Tu cuadra está rodeada de rejas? ¿Tienes alarmas en tu casa? ¿Tienes que pensar dos veces en tu ropa antes de salir a la calle? Todas esas cosas que haces, piensas o dices de alguna forma pasan por un filtro, el cual tiene formas distintas dependiendo de elementos como clase social, género, ingresos, trabajo y edad. Tradicionalmente, el miedo estaba muy asociado al diablo, el inframundo y la muerte; pero podemos ver que el desarrollo de la sociedad moderna ha permitido que el miedo tome diferentes caras y ataque de forma heterogénea a los diferentes grupos sociales.
Por ejemplo, si resides cerca al VRAEM en el Perú, puede que tus miedos giren en torno a secuestros o encontrarte en medio de alguna relación de contrabando o corrupción. Si te encuentras en países como Cuba o Venezuela, tus miedo podrían de girar en torno a caer en un estado de pobreza, ser abusados por la policía, continuar con un Gobierno hostil, entre muchas otras situaciones más. En una nación como Haití, tus miedos pueden ser más climáticos, como a perder tu hogar por un gran huracán o una gran tormenta. Lo mismo con Canadá, país donde las temperaturas han llegado hasta los 50°C, grado catastrófico y evidencia más clara del calentamiento global (que creo que es miedo de todos, o debería de serlo). En otras palabras, los miedos que podamos tener como seres humanos dependen del ambiente en el que nos encontremos, es contextual. Asimismo, uno puede experimentar no solo uno, sino una combinación de miedos cada vez que nuestra situación social, política, familiar (etc.) se vaya agravando. De esta forma, existen condiciones de vulnerabilidad que incrementan el miedo en los seres humanos.
Los miedos también dependen mucho de la cultura, y esto nuevamente tiene diferentes enfoques. Por un lado, los miedos que surgen en un individuo están ligados a lo que las personas consideran que está mal o bien, qué cosa se aplaude y qué otra cosa te hace mirar raro a otro individuo. Surgen significados y nociones con la sociedad moderna que le permiten a la persona hacer cosas, y una de esas es la edad de jubilación y la percepción a los adultos mayores. ¿Por qué crees que tenemos tanto miedo a crecer? En épocas tradicionales, los adultos eran tratados con respeto y admiración, pero la vida contemporánea cada vez pone mas trabas y aplaude, más bien, a los emprendedores y la belleza juvenil. El miedo a crecer y a cumplir años nace de los prejuicios y nociones que hemos creado como cultura y grupo social sobre lo que significa ser adulto. Estos códigos culturales (sobre el ser adulto, mujer, tener o no educación, entre otras situaciones) condicionan nuestras respuestas y actitudes.
El miedo también es considerado un mecanismo de poder, un instrumento esencial para aquellos que tienen una posición de poder en nuestras sociedades: presidentes, dueños de empresas, instituciones religiosas, etc. Según Zermeño, el poder funciona para prevenir las desviaciones de las normas. Pone límites. Estos también están muy relacionados con el aspecto cultural previamente mencionado. Las instituciones, principalmente, establecen reglas y formas de hacer las cosas que permiten anticipar un comportamiento. Esta anticipación permite que vivamos más seguros, sin estar pensando a cada rato si van a atentar contra tu vida. Pero lo interesante es que, a pesar de esas normas, igual hay miedo. Igual hay cárceles. Igual hay incumplimiento de las reglas. Analizar el miedo como fenómeno social nos permitiría ver esas trabas o desfases en el cumplimiento de la normas y así ver cuáles son los puntos débiles de los Gobiernos. Asimismo, ver a qué se le debe de prestar más atención y reducir el miedo de los ciudadanos.
Pero, en contraste, el miedo también se genera hacia las autoridades y a las personas con poder. Olvera y Sabido dicen que un abuso de poder puede generar privación de libertad en las personas. La censura es uno de esos casos que, si bien ha existido a lo largo de toda la vida humana, se dice que lo momentos de censura más graves han sido durante la Segunda Guerra Mundial y el siglo XXI. Sí, así como lo escuchamos. Los Gobiernos prohíben que los medios de comunicación realicen notas de prensa de algunos temas para que no perjudiquen su imagen (la del Gobierno). Y todo es una cadena, algunos medios de comunicación, por miedo a ser expropiados, despiden a algunos de sus miembros e incluso, por avaricia, se venden a las autoridades del momento. Y su miedo tiene como resultado la poca difusión de información confiable.
¿Y por qué estudiar el miedo?
Porque permite abrir la conversación sobre la poca libertad que quizá tenemos los seres humanos. Vivir por miedo es, finalmente, no tener libertad que también es algo que promete la sociedad contemporánea. Pero, al parecer, todo es un juego mental, ¿no? Adicionalmente, porque el miedo también permite ver cuáles son esos aspectos de la vida social que afectan directamente las decisiones y las acciones de las personas. De esta manera, según Zermeño, podemos entender al individuo de mejor manera, desde su propia racionalidad.
Editado por Paolo Pró