¡Chocherita! ¿Te perdiste la goleada del Barça al Real Madrid el domingo antepasado? Si es así, entonces tal vez seas parte del 80% de televidentes peruanos que no cuenta con DirecTV, el único operador de televisión de paga que tuvo el derecho exclusivo de transmitir el clásico español #¿Publicidad? Claramente, esta situación se traduce en un menor menú de contenido disponible para la mayoría de los televidentes. Por si fuera poco, los acuerdos de exclusividad también tienden a frenar el proceso de convergencia digital en el mercado televisivo. Pero ¿qué son los acuerdos de exclusividad y a qué nos referimos con convergencia digital? Ponte cómodo y no cambies de canal que ahorita te lo explico.
Los acuerdos de exclusividad para la transmisión de contenido premium, como el clásico, son contratos que autorizan a un operador a distribuirlo a través de su propia plataforma, mientras que excluyen a la competencia de hacer lo mismo. Entonces, la pelea por estos derechos tiende a caracterizarse por uno o dos operadores donde el ganador se lo lleva todo (así es, ver el clásico lo significa todo para muchos). En el caso peruano, más del 80% de la participación de mercado de televisión de paga está compuesta por los operadores choristar Movistar (63.5%) y DirecTV (19%).
A pesar de que el acceso a contenido premium es lo que diferencia a la televisión de paga de la televisión de señal abierta, esto no necesariamente debe significar que dicho acceso se garantice a un único operador. Sin embargo, esto es lo que termina pasando en la práctica gracias a estos acuerdos. Por ejemplo, varias personas contratan Movistar porque tiene la exclusividad de transmitir los partidos de la primera división de fútbol peruano. Como consecuencia, se forma una gran base de suscriptores que permite a Movistar gozar cómodamente de una buena tajada del mercado. Lo mismo sucede con DirecTV al contar con la exclusividad de transmitir el clásico y otros eventos deportivos importantes.
Este matrimonio por conveniencia vínculo de fidelidad entre los televidentes y operadores hace que estos últimos den por sentada su posición en el mercado y tiendan a postergar la innovación de sus servicios. Y así, lo que los televidentes terminan recibiendo es un paquete de canales no personalizado donde se ata el contenido premium a mucho contenido básico (no exclusivo). Esto termina siendo un problema para los potenciales operadores que quieran entrar al mercado ya que, al no poder contar con estos derechos, les será imposible difícil competir con los pocos que sí los tienen. Por lo tanto, se puede decir que los acuerdos de exclusividad para transmitir contenido premium se convierten en una condición necesaria para poder competir, lo cual se traduce en una gran barrera de entrada a este mercado.
Existen académicos del análisis económico del derecho, principalmente de la Escuela de Leyes de la Universidad de Chicago, que favorecen los acuerdos de exclusividad y el hecho de que deben quedar libre de regulación. Algunas de las razones son evitar que el resto de los operadores que no pagaron por el contenido lo distribuyan de manera gratuita (free-riding) y evitar la renegociación de los términos acordados por ambas partes. Según ellos, la exclusividad representa una forma de consolidar una audiencia para los operadores, donde elementos como la lealtad y el prestigio juegan un rol clave.
Por otro lado, existen economistas, como Nicita y Ramello (2005), quienes están en contra de las cláusulas de exclusividad cuando el mercado está compuesto por un monopolio o duopolio (exacto, la situación en la que solo una o dos empresas dominan cierto mercado). Algunas razones son la desproporcional alza del precio del contenido premium y, por ende, del costo de entrada de potenciales rivales, la reducción del mercado y el conformismo del monopolista de satisfacer solo a los televidentes necesarios para disuadir la entrada del mejor rival. Sin embargo, estos costos de entrada también dependen de la demanda, ya que los televidentes no siempre están dispuestos a cambiar de operador si es que el servicio que ya reciben (ej. cable) cuenta con una tecnología distinta a la del servicio que ofrece el competidor entrante (ej. satelital), dado que existe un costo de por medio.
Lo anterior es ciertamente preocupante, ya que un potencial competidor que busque brindar un servicio con tecnología más eficiente puede quedar fuera del mercado por no contar con acuerdos de exclusividad ni una base de clientes establecida. Por lo tanto, la exclusividad puede desanimar la innovación tecnológica del sector, impidiendo el desarrollo de plataformas de distribución alternativas (ej. streaming). A este proceso de innovación tecnológica también se le conoce como convergencia digital, la cual hace que los operadores dejen de pelear por los derechos de exclusividad y comiencen a competir según la calidad de sus servicios, tecnología, programación o pricing. Esto último no solo lidia con el problema de free-riding, sino que beneficia a los televidentes porque les permite contar con una mayor variedad de contenido y de mejor calidad.
Ahora, bajo este modelo de competencia por calidad, cada operador tiene la posibilidad de acceder a contenido premium a cambio de una tarifa. Este modelo es viable porque, mientras que los creadores de contenido siguen maximizando sus ganancias a través de las tarifas, los operadores también lo hacen ofreciéndoles a los televidentes paquetes de canales personalizados mediante servicios de mejor calidad y tecnología.
En resumen, la convergencia digital hará que la rentabilidad de los operadores no dependa de las barreras de entrada, sino de sus esfuerzos por innovar su tecnología y mejorar la calidad de sus servicios para los televidentes. En cuanto al contexto peruano, la convergencia está lejos de alcanzarse dado que los principales operadores, como Movistar y DirecTV, son reacios a innovar con tal de sostener su posición de dominio gracias a sus acuerdos de exclusividad.