Cuando pensamos en obras arquitectónicas, tendemos a olvidar que la naturaleza también tiene grandes representantes. Claramente La Sagrada Familia y el Museo Guggenheim en España, el Burj Khalifa en Dubái, la Muralla China o alguna estación espacial son algunas de las construcciones con las que algunos solo soñamos en crear. Sin embargo, existen algunos seres, muy distintos a nosotros, que se han encargado de darle forma a uno de tus lugares favoritos para pasar vacaciones y algunas maravillas de la naturaleza. Incluso, han moldeado la vida en la Tierra poco después del inicio de la vida misma.

Más sorprendente aún es que estos seres vivos son multifacéticos: arquitectos, ingenieros y mano de obra al mismo tiempo. ¿Y si te contara que además lo hacen sin darse cuenta, no lo intentan y mucho menos lo esperan?

El primer gran edificador es, en gran parte, responsable de la formación, mantenimiento y cambios de islas tropicales. Si coges un puñado de arena en una playa de arena blanca, de esas en las que muchos queremos vivir, 7 de cada 10 granos de ese puñado serán probablemente excremento de pez loro. Este extravagante pez habita en arrecifes de coral y aguas tropicales alrededor del mundo, y se le ha considerado como uno de los habitantes más importantes de los arrecifes caribeños, islas hawaiianas y  Las Maldivas (1). A través de la ingesta casi 22 horas al día de algas y corales muertos, los peces loro juegan un rol clave como agentes biológicos de erosión. ¿Qué significa esto? Que, como un producto derivado, proveen los sedimentos necesarios para las islas – algo muy útil dado el futuro aumento del nivel del mar. Más allá de su rol constructor, estos peces evitan la proliferación de algas por sobre los corales; por tanto, un descenso en ellos afecta el balance en los arrecifes (1). Y no solo son esenciales en su entorno, sino que también lo colorean: cada especie tiene coloraciones distintas y va cambiando conforme crecen, parte de lo que hace al buceo en arrecifes tan ‘colorido’.

parrotfish

Tras alimentarse con sus poderosos ‘picos’, los peces loro liberan ‘arena’ blanca como desecho, que por el movimiento del agua servirá como sedimento para formar playas e islas.

En segundo lugar, pequeños ‘cangrejos de pantano’ o ‘cangrejos garra’ se encargan de mantener el balance y la estructura de los bosques de manglares. Los árboles y plantas de estos bosques crecen en el intermedio entre la tierra y el océano, también en áreas tropicales y subtropicales; pero con alta salinidad, fuertes vientos y oleajes, y suelos lodosos y sin oxígeno (2). Debido a esto, ya que hasta hace menos de 30 años se les veía como zonas de desecho no productivas e infestadas de mosquitos, su área global se redujo a la mitad. Hoy se sabe que son ecosistemas muy valiosos, pues protegen la costa de oleajes fuertes, clima extremo y proveen de stock a la pesca artesanal (3).

Mud crabs (Scylla serrata) in the water by the mangrove roots - split level image.

Los cangrejos de garra aprovechan las aguas lodosas y turbias de los manglares.

El trabajo de los cangrejos ha ayudado a mantener estos bosques y es ciertamente complejo. Básicamente, los cangrejos producen y reciclan una gran proporción de la materia orgánica, evitando su acumulación, pero al mismo tiempo reteniéndola. Como viven en galerías alrededor de las raíces en el suelo del bosque, también generan algo conocido como bioturbación – una perturbación realizada por un ser vivo – cambiando la conformación del suelo, su aireación y oxigenación (4). Estas acciones le dan vida al manglar y lo predisponen a crecer adecuadamente contra sequías, mareas, depredadores y hasta ciclones.

Por ejemplo, en Bangladesh, los manglares de Sundarbans protegen al país contra fenómenos cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Según la UNESCO, es la nación más densamente poblada y su terreno es mayoritariamente plano, casi al nivel del mar. Así que los cangrejos hacen un gran esfuerzo, sin saberlo, por mantener a raya la elevación del mar y detener la fuerza de los ciclones que azotan sus costas, protegiendo a la población y la infraestructura.

Ahora entenderemos por qué los castores cascarrabias protegían su casa tan celosamente. A los castores se les conoce como ‘especie clave’ debido a su efecto dominante en el ecosistema. Como los humanos, son de esas especies capaces de cambiar completamente la morfología geológica, las características hidrológicas y hasta las propiedades biológicas del paisaje. Con ramas y troncos que seleccionan específicamente, forman embalses, desvíos, islas fluviales y bloqueos. Estas construcciones se convierten en sus hogares y al mismo tiempo, crean y destruyen los hogares de otros seres de su entorno. Haciendo esto, los castores incrementan la heterogeneidad del hábitat que afectan y la diversidad de especies a una escala grande (5). Ojo, y no tienen favoritos, también mantienen la diversidad de los bosques circundantes al disminuir la dominancia de algunas plantas y permitir el crecimiento de otras. De acuerdo con la UICN, casi se extinguieron en algunas partes de Norteamérica hacia 1920. Afortunadamente, actores gubernamentales vieron su importancia comercial y se realizaron programas de protección y reintroducción. No fue hasta después que se le dio la merecida importancia ecológica y se le reconocieron los servicios que provee.

beaver

Los castores pueden construir represas que varían el nivel del agua considerablemente.

En cuarto y último lugar, tenemos a los hongos. Siempre se les había dado poco crédito en cuanto a su participación sobre la erosión (hacer pedazos, añicos, polvo) de la roca. Estudios de investigadores de la George Washington University sugieren que son mucho más agresivos. Ellos muestran que estos se adhieren a una roca o mineral y liberan esporas que contienen ácido para disolver el material y formar una ‘sopa’ digerible. Sorprendente, también captaron que usaban fuerza mecánica, y no solo química. ¿Cómo? Pues se dieron cuenta que había zonas amorfas en el sólido que deberían ser cristalinas. La verdad es que se ha sabido ya hace años que alrededor de todo el mundo, los microbios destruyen la roca para acceder a nutrientes preciosos.

Ahora bien, los líquenes, un tipo de asociación que hacen los hongos, son una forma de vida bastante genial y existen en casi todas las superficies del planeta. Y, ¡pueden cambiar las formaciones rocosas solo existiendo! Presta atención, es un verdadero proceso que lleva ocurriendo hace millones de años. A medida que un líquen crece, sus filamentos fúngicos rompen físicamente la roca. Por extraño que parezca, este proceso ayudará a crear nuevas tierras. ¿Cómo? A lo largo de miles de años, líquenes y otros microbios destruyen la roca creando grandes cantidades de partículas microscópicas. Algunas de ellas llegan al océano, atrapan agua y con el tiempo, esta agua encapsulada es empujada hacia lo más profundo de la Tierra. Una vez allí, hace al magma más fluido. Al final, esto conduce a más erupciones volcánicas en la superficie. Y así, tenemos nueva tierra que de otra forma no estaría ahí.

lichen

Hongos solos y líquenes (hongos + algas) actúan sobre las rocas lentamente, ejerciendo fuerzas físicas y químicas necesarias para ellos mismos y para el resto de la vida.

En conclusión, la vida ayuda a crear la Tierra. La mejor suposición es que, sin la vida, la Tierra no sería como la conocemos ahora. La vida ayuda a crear el suelo sobre el que caminamos. Es claro que no lo hace de la noche a la mañana, pero la apreciación de que todos los factores del planeta están interconectados debe darnos la sensación de que quizás nunca existió un plan, pero nunca estuvimos solos.

Edición: Daniela Cáceres

Bibliografía.

  1.     Morgan KM, Kench PS. Parrotfish erosion underpins reef growth, sand talus development and island building in the Maldives. Sediment Geol. 2016;
  2. Kathiresan K, Bingham BL. Biology of mangroves and mangrove ecosystems. Advances in Marine Biology. 2001.
  3. Göltenboth F, Schoppe S. Mangroves. In: Ecology of Insular Southeast Asia. 2006.
  4. Lee SY. Ecological role of grapsid crabs in mangrove ecosystems: A review. Marine and Freshwater Research. 1998.
  5. Rosell F, Bozsér O, Collen P, Parker H. Ecological impact of beavers castor fiber and castor canadensis and their ability to modify ecosystems. Mamm Rev. 2005;