Venezuela ya no es un “petro-estado” ahora es narco-estado. Hace muchos años que el petróleo dejó de ser el combustible de la economía venezolana. Desamparado, el país llanero se encuentra en medio de la ya conocida crisis socioeconómica, una pandemia, y en la mira de las grandes potencias orientales. En este artículo, estimado lector cachimbo virtual, te actualizaremos sobre la situación en Venezuela. En concreto, sobre cómo la industria petrolera pudo llevar a este país, de rivalizar en influencia regional con Estados Unidos, a ser el país más pobre de la región.
El petróleo: ¿una bendición?
Quizás se pueda creer que el petróleo “nubló” el juicio de las administraciones venezolanas y generó una dependencia de sus ingresos, y por eso, el crudo finalmente fue una maldición para la economía de este país. Pero sería un grave error hacer tal afirmación, pues, al final, la maldición venezolana no fue el petróleo, sino su pésima gestión. Según The New York Times, Venezuela pasó de percibir, hace una década, 90 mil millones de dólares anuales por exportación de petróleo, a tan solo 2 mil millones hoy en día . Además, las sanciones económicas, han causado que muchas compañías petroleras dejaran de producir o comprar petróleo venezolano, por lo que la producción es la menor registrada en un siglo.
¿O sea que las sanciones económicas causaron la debacle económica? No, las sanciones estadounidenses el pasatiempo de Trump fueron la gota que rebalsó el vaso, pero este vaso se estuvo llenando incluso desde antes del gobierno de Hugo Chávez (1998). Recordemos que Chávez es elegido presidente en un contexto donde Venezuela ya percibía enormes ingresos por la exportación de petróleo, pero aún, las brechas sociales y económicas seguían sin recortarse. Y, en efecto, la administración de Chávez pudo reducir la pobreza dramáticamente: del 2003 al 2007 se pasó de un 54% a un 23% (hogares) ; y la pobreza extrema bajó de 25% a un 8%, según Harvard Review of Latin America.
Pero ese progreso fortuito solo fue una cara de la moneda. La otra fue (y aún es) la corrupción, el autoritarismo y una pésima gestión macroeconómica. Chávez no pudo ver se salvó lo que le esperaba a Venezuela después del 2013. El ascenso de Maduro (2013) y la posterior caída de los precios internacionales del petróleo (2014) , dejarían al país sin la gallina de los huevos de oro y los problemas estructurales empezaron a tomar fuerza.
Venezuela hoy en día
Cómo se mencionó al principio, la economía venezolana solo es una fracción de lo que fue hace tan solo unos años. Vamos a los números sin deprimirnos: Según Statista, del 2008 al 2018, la mortalidad infantil subió de 15% a 21%. En el mismo lapso, el desempleo juvenil pasó de 12% a 19%. Del 2007 al 2018, el crecimiento del PBI per cápita pasó de 7% a -5% y la inflación de 31% a 1,300,000% (sí, no es un error de tipeo). En consecuencia, en plena pandemia, los venezolanos se encuentran en su peor momento. Los médicos, los primeros en afrontar al covid-19, se encuentran totalmente desamparados: han pasado meses sin equipos de protección y ganan 4 dólares al mes (te dejo aquí este impactante reportaje de la BBC).
Venezuela se encuentra en una situación vulnerable en todos los aspectos, por lo que el régimen de Maduro ha tenido que buscar respaldo de dónde sea para seguir con su gobierno de facto. En esta desventura, Maduro ha conseguido el apoyo de países orientales como China, Rusia e Irán. Pero, como nada es gratis, a cambio, estos Estados se han convertido en los principales acreedores del país. ¿Qué significa esto? Que, en la práctica, quien definirá el destino de Venezuela ya no es tanto el régimen chavista, sino sus principales financistas, quienes ya se están asegurando una posición geopolítica privilegiada y cada vez mayor influencia en la región. Por eso, no sorprende que este país sea el laboratorio de Rusia primero en la región en recibir la vacuna Sputnik V para sus ensayos.
Entonces, ¿qué le espera a Venezuela? Una recuperación a través de la industria petrolera queda descartada. Sería extremadamente difícil restaurar las condiciones para que la inversión sea la suficientemente alta como para que la industria energética venezolana pueda ser competitiva de nuevo. Hace unos meses, hubiésemos sugerido aprovechar los ambientes naturales del país para relanzar el turismo, pero el covid-19 ha vuelto imposible este escenario. Siendo realistas, sin un cambio de régimen, no existe alternativa viable para una pronta recuperación. Lamentablemente, aún queda un triste y largo camino por recorrer.
Edición: María Fernanda Tumbalobos