El lunes Lima amaneció como si, motivados
por los partidos del fin de semana, una barra brava hubiese salido a hacer
desmanes. Pero no eran barras bravas, sino más bien choferes de colectivos
ilegales que hacían un “paro pacífico”. Tan pacíficos como legales.
Si los colectivos son ilegales, no respetan las normas de tránsito e incluso algunos se atreven a manejar sin SOAT o ¡sin licencia! ¿por qué usamos su ilegal servicio que pone en riesgo nuestras vidas? La respuesta, desde mi punto de vista, es un tanto obvia: el actual servicio de transporte “masivo” ha fracasado. Colas interminables en el Metropolitano, largas esperas en paraderos, horas en el tráfico… Lo cierto es que el transporte masivo era una bomba de tiempo y esa bomba ya estalló. Por eso, miles de ciudadanos no dudan en usar colectivos. Estamos pagando por un servicio ilegal, pero ¿es ilegal querer viajar más cómodo y más rápido?[1]
Considero que este paro de colectivos es una gran oportunidad para ver más allá y reflexionar en nosotros, en nuestras ciudades y en nuestra calidad de vida. Son los astros alineándose para decirnos #AmigaDateCuenta. El uso de colectivos ilegales, en contra de nuestra propia seguridad, es solo la punta de un iceberg muy grande. La verdad es que nuestra calidad de vida, en la ciudad, está por los suelos y por eso recurrimos a medidas desesperadas.
No solo el transporte es una necesidad insatisfecha. Hay más ámbitos en los que la ciudad y sus autoridades presentes y pasadas no nos están dando la vida que merecemos. Sin embargo, nosotros seguimos preocupados por la huelga de hambre de Mark Vitto. Ahora que viene el verano, se va a notar más la falta que nos hacen los árboles en nuestras calles. Está científicamente demostrado que los árboles en zonas urbanas disminuyen la sensación térmica para los transeúntes. Más aún, parques distritales con vegetación, senderos para caminar o montar bicicleta y bebederos, son necesarios para tener espacios de esparcimiento, y mejorar la salud física y mental. No obstante, esos espacios para hacer actividades de esparcimiento al aire libre son los que menos tenemos en la nación.
Cuando fuimos a votar por nuestros alcaldes y autoridades regionales el 2018, ¿sabíamos las propuestas de nuestros candidatos para mejorar la calidad de vida en nuestras ciudades? ¿Sabemos qué propuestas tienen los actuales candidatos al Congreso 2020 sobre transporte masivo o áreas públicas?
Difícil mas no imposible
Hay ciudades latinas que han comprendido la importancia de mejorar la calidad de vida para sus habitantes, y han ingeniado novedosos esquemas de administración pública para administrar mejor su transporte y sus espacios públicos. Bogotá (Colombia) y Curitiba (Brasil) crearon autoridades únicas de transporte y de espacios públicos. En el primero, en solo dos años transformaron el transporte público y construyeron cientos de kilómetros de veredas y ciclovías. En el segundo, desde 1965 un alcalde visionario implantó un plan maestro que masificó el transporte público y sus lineamientos siguen vigentes más de 50 años después. A nuestros alcaldes les toca hacer su tarea para tomar lo mejor de estos casos de éxito y darnos la vida que tanto anhelamos.
Por último, los ciudadanos tenemos el deber de exigir. Al menos con hechos tan básicos como el transporte masivo y las áreas públicas de esparcimiento. Quizás cuando ejercemos nuestro derecho al voto, nos dejamos llevar demasiado por ofrecimientos románticos como “luchar contra la corrupción”, y nos olvidamos de nuestras demás necesidades como ciudadanos. Por eso, en las elecciones que vengan debemos ser más racionales con a quiénes damos nuestro apoyo. ¿Qué propuestas concretas tienen los candidatos sobre aspectos que realmente nos afectan día a día? Podría ser el transporte, o la falta de bebederos públicos, o la falta de espacios de esparcimiento, o la suciedad de las calles. Dejemos de idealizar la política y usemos nuestros votos como nuestra mejor herramienta para mejorar nuestras ciudades.
Editado por Isabela García
[1] Ojo, hablo en exclusivo de los usuarios de los colectivos. El hecho de que los colectivos no tengan SOAT, o no cumplan con las normas de tránsito, sigue siendo ilegal. Pero considero que el problema debe ser visto como una interacción entre una necesidad insatisfecha y una oferta informal.