Este tema ya ha salido a la luz hace algunos años. Los niveles de los océanos están aumentando temporada a temporada, sobre todo en la última década y, naturalmente, las ciudades costeras son las primeras afectadas. Ejemplos de ciudades en peligro – apodadas ‘ciudades delta’ –abundan en el Medio Oriente, en el Océano Índico e, inclusive, en las costas de Estados Unidos. Este problema ha demandado la acción inmediata de los países más adinerados, que han invertido miles de millones en soluciones técnicas pero prácticas para frenar el avance del mar. Pero ¿por qué recién ahora comenzamos a ver los efectos de este fenómeno y qué se puede hacer al respecto? Si es que se puede hacer algo, claro está.

¿Por qué sube el nivel del mar?

En los últimos años, el consenso científico marca un aumento promedio de 1.5° C en la temperatura global, producto de emisiones causadas por la actividad humana. Este aumento de la temperatura global incrementa, a su vez, la temperatura del mar y propicia el derretimiento de grandes masas de hielo en las zonas marítimas más frías. El mar, de este modo, aumenta su nivel conforme absorbe el calor de las emisiones y el agua producto del derretimiento en los polos. Esto, según distintas estimaciones, causará un aumento de entre 0.5 y 0.97 metros en el nivel del mar hacia el final del siglo.

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¿Y qué se puede hacer al respecto?

Muchos países ya han considerado los efectos negativos que traería un aumento desmedido de los niveles del mar, por lo que, dependiendo de la magnitud de un posible impacto, se han barajado distintas soluciones que mezclan aspectos técnicos, sociales y demográficos. Vale mencionar que estos métodos van más allá de la reaccionaria ya clásica medida que prohíbe las cañitas, pues las posibles pérdidas de este fenómeno se calculan en cientos de miles de vidas y en miles de millones de dólares.

Países Bajos ya ha estado lidiando con esto desde hace siglos. Su plan se ve mejor representado en el caso de Rotterdam, cuya área está cubierta en un 90% por el mar. Durante su historia, ha albergado a más de 3700 km de muros marinos, represas y diques, pues el Gobierno siempre ha priorizado la protección de las principales ciudades ante un aumento del nivel oceánico y la posibilidad de tomar iniciativas técnicas de manera descentralizada, no dependiendo del Gobierno central de Holanda.

Por otra parte, el plan de acción de China ante los desastres ocurridos tras grandes inundaciones es también remarcable. Tras el desborde del río Yangtze, el Gobierno chino tomó conciencia sobre el peligro que corrían otras de sus grandes ciudades, entre ellas Beijing. Por tal razón, empleó sus esfuerzos y recursos en estrategias de ingeniería, preservación y migración de personas. Como ejemplo de ello, está la iniciativa “Ciudades esponja”, las cuales están equipadas de modo que puedan recolectar el agua de las tormentas más fuertes que azotan la costa y causan inundaciones por temporada. En Shanghai, además, se han construido 520 km de muros protectores para frenar el paso del mar. Esta sería una inversión normalmente vista como innecesaria y hasta pródiga, pero las proyecciones del aumento de niveles del mar y el hecho de que para el 2050 el peligro sea inminente dibujan una amenaza muy tangible y realista.

Solo queda adaptarse...

Solo queda adaptarse…

Finalmente, las mejores precauciones que se pueden tomar vienen de parte de un gran esfuerzo de todos quienes puedan hacer algo. El cambio climático es tomado como una prioridad por distintos organismos internacionales; sin embargo, no es mucho lo que se podrá hacer si es que no se pone el grano de arena necesario para que, en pocas palabras, el mar no acabe con nosotros antes de que nosotros acabemos con él.