¿Recuerdas esa vez cuando tenías ocho o nueve años e imaginabas que a tus 22 años tendrías la vida resuelta? Bueno, creciste y te diste cuenta de que eso quizás ocurra en otro par (o tres pares) de años más. Para ello, primero, necesitas buscar un trabajo. Te levantas, revisas las ofertas, envías el CV y repites hasta que comienzan a llamarte para las diferentes etapas del proceso de selección. Pero ¿cómo podemos entender lo que ocurre durante una entrevista laboral? Curiosamente, parte de la teoría del comercio internacional puede explicarlo.
El comercio internacional es como una “versión grande” del comercio interno de un país, donde son los mismos países los que cumplen con la función de proveedores y compradores. El proceso es similar: el interesado en un bien o servicio en particular y cuya producción nacional no satisface su demanda doméstica, buscará a otro que produzca el mismo bien y que sea el más conveniente para realizar la transacción.
En el caso de las entrevistas laborales, el candidato puede ser visto como un país; y la empresa o reclutador, como otro. La idea es que el postulante ofrezca sus habilidades; y la empresa, el puesto de trabajo. Para que ambos logren “comerciar”, es necesario que cada uno se “especialice”: la organización buscará a alguien con determinadas habilidades; y el aspirante, el trabajo que le cause interés. Gracias a esto es que se realiza la “transacción” para concretar el empleo.
Para analizar el proceso, es necesario desarrollar, primero, el concepto de ventaja absoluta. Este fue desarrollado por Adam Smith y explica que esta se da cuando un país puede producir más unidades de un mismo bien con menos factores de producción que otros países. Sin embargo, la ventaja absoluta no desarrolla el comercio internacional, dado que, al producir con menos factores de producción, al país le conviene no comerciar y quedarse en autarquía o economía cerrada.
En el caso de las entrevistas laborales, la ventaja absoluta puede darse cuando, por ejemplo, la empresa busca a una persona que sepa redactar y programar. Con dicha información, el postulante se presentará a la entrevista y dirá que cumple con dichos requisitos. De solo argumentar eso, sin generar interés o mostrar por qué es la mejor opción, es posible que no se llegue a un acuerdo. Esto es debido a que el reclutador necesita conocer más sobre el postulante y, sobre todo, la razón por la que eligió a la empresa.
Entonces, ¿cómo se logra la contratación? Para ello, es necesario desarrollar un segundo concepto que es el de la ventaja comparativa. Este fue desarrollado por el economista inglés David Ricardo. En esta idea, se explica que, para que un país se beneficie de las ganancias del comercio internacional, debe concentrarse en la producción del bien que utiliza menos factores. Al especializarse, el país podrá vender y comprar otros que no produce. Este intercambio permite la generación de trabajo, el desarrollo tecnológico, entre otros beneficios.
Nuevamente, se puede tomar como ejemplo el caso del postulante y la empresa, pero, esta vez, con una leve diferencia. En esta ocasión, el candidato conoce sobre programación y redacción; sin embargo, es la primera actividad la cual maneja mejor. Entonces, el aspirante, al ser bueno programando, tiene un alto costo de oportunidad frente a otras actividades. Por ello, le es más conveniente “especializarse” y recalcar su habilidad durante la entrevista. El postulante tendría una ventaja comparativa sobre otros e, incluso, frente a algunos trabajadores de la empresa que les cueste programar.
En la entrevista, lo más idóneo es que el postulante genere interés sobre él y hable sobre los posibles beneficios que la empresa pueda tener si lo contratara. Al equilibrar su tiempo, podrá dedicarse a la redacción, con el objetivo de mejorar esta habilidad. De esa forma, como en todo proceso de negociación, el reclutador analizará la información y el costo-beneficio de contratarlo. Si la empresa considera que el postulante tiene una ventaja comparativa sobre otro, el postulante será contratado. Asimismo, considerarían que el candidato le agregaría un “plus” a las actividades programación y resaltarían sus intenciones de aprender y mejorar en otras habilidades.
Lo bueno del comercio internacional es que los beneficios afectan a otras áreas. Por ejemplo, el desarrollo tecnológico puede incentivar la carrera por Investigación y Desarrollo (I+D), lo que permitiría que los países se desarrollen otros sectores como manufacturas, servicios, minería, etc. En el caso del proceso de selección, una vez concretada la contratación del postulante, la empresa se beneficiaría de la productividad del trabajador; y este último, del desarrollo de otras habilidades.
Como se vio anteriormente, parte de la teoría del comercio internacional puede explicar el procedimiento detrás de una entrevista laboral y una contratación. El concepto de ventaja absoluta permite entender que la producción de un bien con menos factores respecto a otros países no es una condición suficiente para negociar. En el caso de las entrevistas en el proceso de selección, por su parte, se evidencia que cumplimiento de los requisitos no asegura la contratación. Por esa razón, la ventaja comparativa debe presentarse. La especialización permitirá ser más eficientes en la producción, comerciar y beneficiarse de las ganancias del comercio. En el caso de las entrevistas, especializarse permitirá generar interés, la contratación y beneficiarse de la nueva experiencia laboral.
Edición: Claudia Barraza