La Navidad es un desborde de felicidad: papanoeles sonriendo en los supermercados, ofertones festivos, panzas llenas de panetón y villancicos por doquier. ¿Te has puesto a pensar en el efecto de esta ola navideña en el medioambiente?
Listemos algunos fenómenos navideños comunes: los fuegos artificiales, las luces navideñas y los regalos.
Los fuegos artificiales nos traen un espectáculo asombroso que es difícil de no querer. Sin embargo, generan ruido, basura y contaminantes del aire. El ruido induce miedo en los perros, y siendo Navidad una festividad de afecto por otros seres, considero que podríamos ahorrarnos ese disfrute por la salud de nuestros amigos perrunos. La basura producida por estos productos es inevitable debido a que los químicos son necesarios para lograr la explosión, y los cartones y plásticos, para que funcione de una manera efectiva y moderadamente segura (si no se utiliza apropiadamente puede causar serios daños como en las manos, la cara y los ojos de niños y niñas no supervisados). Los componentes químicos del producto consisten básicamente de un combustible (nitrato de potasio, carbón y azufre), un oxidante (para dar el oxígeno para la combustión), elementos colorantes (estroncio para el rojo, bario para el verde, entre otros) y una masa unificadora (como el almidón). Después de que el producto explota en el aire, pequeños pedazos de este quedan suspendidos y pueden ser aspirados por las personas. Estos pedacitos son llamados material particulado y es el contaminante del aire más asociado a muertes y al desarrollo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. El riesgo a la salud se ve incrementado debido a que este material particulado contiene azufre, el cual puede derivar a dióxido de azufre y causar graves lesiones en las vías respiratorias. Ojo, que nosotros somos los fabricantes de nuestro propio veneno.
Por otro lado, las luces de Navidad omnipresentes pueden considerarse como una forma de contaminación visual y auditiva, debido a que puede ser una luz y un ruido no deseados para algunas personas (las luces parpadeantes y villancicos electrónicos pueden causar migrañas). Y desde la perspectiva medioambiental, consisten de un uso poco eficiente de la electricidad, la cual en el Perú es energía parcialmente obtenida de la combustión de residuos fósiles (ajá, si no cuidas tu electricidad, puedes estar aportando al cambio climático).
Finalmente, expresaré mi opinión sobre la compra masiva de regalos. Además del dinero gastado (*suspira al ver los movimientos bancarios de diciembre*), veamos qué desechos se producen en este acto consumista de cariño: la basura del papel y lazo de la envoltura, la caja de los zapatos y juguetes, la acumulación de ropa que no te gusta/queda/nunca tendrás la oportunidad de usar, la energía gastada y los contaminantes residuales de la producción. Imagina lo que le cuesta al ambiente la fabricación de un peluche (la energía para las máquinas, el agua, la producción y procesamiento del algodón y la tela, el empaquetamiento en una caja y su transporte hasta la tienda) y multiplícalo por el stock que hay en las tiendas, es un montón. ¿Por qué no podemos demostrar cariño de maneras menos consumistas? Regalando mermeladas hechas en casa, reservando un día de spa o comprando una entrada a un concierto que sabes que le gustará. Existen alternativas, es cuestión de creatividad.
En fin, hay muchas formas de hacer la Navidad un evento que nos acerque más a las personas que queremos sin dañar al medioambiente (y por lo tanto, a nosotros mismos). ¡Felices fiestas!
Editado por: Kelly M. Pérez Valenzuela.