Me siento solo, necesito estar solo, quiero estar solo. Pensamientos como estos abordan a no pocos de nosotros hoy en día; pero ¿qué es la soledad? ¿Pensamos todos lo mismo cuando nos referimos a ella? ¿Hay alguna soledad buena?
La verdad es que existe, en el español, cierta limitación lingüística para referirse a la soledad, pues no queda claro si refiere a estar “solo,la” por decisión propia o involuntaria.
Por un lado, está la “soledad”, sustantivo derivado de justamente “solo,la”, que significa para la RAE, en su primera acepción, carencia voluntaria o involuntaria de compañía. Su tercera acepción la describe como pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo. Esta última acepción, por el uso y la costumbre, tiene mayor vigencia que la primera y, por ello, nos hace difícil conceptualizarla de tal forma que signifique exactamente lo mismo para todos.
Por otro lado, el escritor y filósofo Miguel de Unamuno también tuvo la misma dificultad y, por ello, propuso el neologismo “solitariedad”, un sustantivo derivado de “solitario,ra”, tomando para ello su tercera acepción: retirado, que ama la soledad o vive en ella. Esto para diferenciarla de la soledad involuntaria.
El escritor Jacques Sagot reflexiona lo siguiente sobre el concepto de Unamuno: “(La solitariedad es) una opción consciente, una vocación, la voluntad de un individuo que ha elegido la soledad porque en ella encuentra la paz, la meditación, o porque es latitud propicia para la creación” ; “ (…) En la solitariedad, el hombre sabe que tiene gente que lo espera, puede salir y volver a entrar en ella cuando le plazca. Si necesita silencio y espacios de soledad, puede habitarlos por el período que su voluntad decida. No está nunca solo porque hay seres humanos de los que dispone cuando quiera volver a salir de su autoexilio y desee reencontrar la compañía de sus semejantes. Todo lo que estos tienen que hacer es respetar su necesidad de aislamiento creativo o meditativo; eso es todo.” En otras palabras, soltero pero nunca solo un estado completamente voluntario y que tiene influencia positiva en la persona.
Y sobre la soledad, Sagot menciona que “esta va matando, y lo hace, además, lentamente. Nos divorcia del ser humano, nos insensibiliza a la solidaridad, a la caridad, a toda forma de amor. Nos retransforma, en cierto modo, en criaturas salvajes. El ser humano solo es tal en sociedad. Necesita de los demás para constituirse a sí mismo como persona.“ Un punto de vista más negativo y acorde a lo que nosotros pensamos en general cuando hablamos de soledad.
Ahora bien, estando de acuerdo con que la solitariedad es una elección, el proceso para alcanzarla no es sencillo, ya que el hombre contemporáneo le teme a la vida sin sentido (alguien por el cual esforzarse), a no alcanzar la felicidad (familia, amistades), al aburrimiento (no tener con quién relacionarse), y sobre todo a sí mismo (ver nuestros defectos). Por esto mismo, las personas que disfrutan y aprovechan verdaderamente su soledad son pocas, sí te miro a ti que dices “prefiero estar solo”, pero te gustaría que alguien te hable ejemplo de ello fueron Beethoven y Da Vinci en su tiempo; el primero para componer su Misa solemne y el segundo para pintar La última cena.
En tal caso, ¿hay que ser un artista de la talla de aquellos para poder llegar a la solitariedad? Claro que no. Inclusive puede que hayamos tenido momentos de solitariedad que no tomamos como tales: la lectura, la contemplación, la práctica del arte (escultura, música, pintura, etc), la meditación o la espiritualidad son algunos modos.
No obstante, la solitariedad no debe ser confundida con el ensimismamiento excesivo o el miedo a socializar. En torno al primero, este consiste en dirigir la atención hacia dentro; en relación con la solitariedad, puede considerarse como la interiorización o la concentración en uno mismo y lo que uno hace. Ello no está mal si no se llega al punto de ensimismarnos para “escapar” de la realidad. En cuanto al segundo, se rechaza de plano la solitariedad en ese sentido porque debe ser voluntario, no un estado al que te ves empujado por culpa de la sociedad, la falta de habilidades sociales, el desgano o los miedos.
Entonces, ¿hay soledad buena? Sí y se llama solitariedad, un medio que busca la satisfacción de la persona consigo misma; además de ser un buen estado para la creatividad y la relajación. Así que si te miran raro por disfrutar de tu solitariedad, ya sabes qué decir. “Mejor solo que mal acompañado” dicen y si no pregúntale al “Gato” Cuba.