Enfoque freudiano aplicado a casos de niños abusados sexualmente
Decidí tocar este tema por el último caso que ha estado circulando en la televisión: el caso de Camila, la pequeña que fue abusada sexualmente y luego asesinada. Si bien todos, creo yo, estamos horrorizados por este tipo de casos, ya que nos cuesta comprender cómo una persona puede tan solo concebir la idea de abusar de un niño, pienso que, como sociedad, contradictoriamente tendemos a juzgar e individualizar estos casos. De forma inconsciente, vemos la tragedia de otros y pensamos: “Pues qué horrible, yo jamás haría eso”, pero apagamos la televisión y nos olvidamos completamente del hecho sin escatimar en todas las consecuencias que una violación conlleva para un niño.
De hecho,
ese es el tema principal de este artículo: conocer más sobre todo el proceso
posterior al abuso sexual que vive la víctima.
Desde el punto de vista de Freud, la violación, para un niño, puede llegar a
ser una experiencia muy traumática. Al ser parte o al ser testigos de una
experiencia traumática, automáticamente se encienden mecanismos de defensa inconscientes
como la represión. Básicamente este es un mecanismo de defensa mediante el cual
el inconsciente borra pensamientos o experiencias que serían dolorosas si las mantuviéramos
a nivel consciente.
La eficacia de la represión puede ser tal que la persona no solo reprime los eventos traumáticos, sino también el hecho en sí de haber reprimido. El problema de la represión es que, a través de este mecanismo, lo que pretendemos es negar una experiencia, idea o suceso ocurrido con la finalidad de no sufrir; sin embargo “no podemos tapar el sol con un solo dedo” , esto puede crear una distorsión de la realidad, que podría consolidarse en la creación de relaciones de causa-efecto falaces. Estos casos son más evidentes en niños pequeños; por ejemplo, el típico caso del niño que no dijo nada sobre el abuso sexual que venía siendo perpetrado por un familiar durante años y sobre el cual nadie en casa sabía o sospechaba. Todos nos preguntamos por qué el niño no dijo nada.
Normalmente, recién cuando una víctima de abuso sexual durante la infancia alcanza la edad adulta, presenta síntomas asociados a dicha experiencia en determinados momentos de su vida (relaciones de pareja, embarazo, etc.). Esto sucede, sobre todo, si en su momento, en vez de reprocesar la experiencia de abuso, esta fue reprimida De esta manera, los recuerdos del abuso, que aparecen en estos momentos clave, pueden ir acompañados de inestabilidad afectiva, humor disfórico, ideas o conductas suicidas, sentimientos de rabia hacia el agresor y hacia otros. Estos pueden dar lugar a una revelación tardía o deseos de venganza, o a la posibilidad de que la víctima se convierta en agresor
Pero, ¿por qué es difícil para un niño denunciar al abusador sexual?
Esto se debe a que los preceptos morales que se inculcan en las instituciones sociales básicas, que son la familia y la escuela, censuran toda manifestación de empujes sexuales en la infancia. Esto crea en el niño una tendencia a autocensurar sus propias vivencias sexuales. Por ello, en la práctica, se comprueba una y otra vez el hecho de que aun cuando el niño sea la víctima del episodio de abuso sexual, este se siente culpable y mal consigo mismo.
Esto tiene mucho sentido y podemos verlo con un simple ejemplo de cómo para un niño es más fácil acusar a un compañero de clase que lo ha agredido físicamente que a un agresor sexual. Parte de la culpa la tiene la sociedad, ya que hemos hecho del sexo y la sexualidad un tabú. Si un niño pregunta sobre temas relacionados a sus aparatos genitales, en muchos casos se les ignora, calla o se actúa de forma tal que se da a entender que esos temas son incomodos. De ahí podemos comprender que el niño, desde pequeño, asocia hablar de sexualidad con sentimientos de vergüenza, entonces, es altamente probable que si alguien lo agrede o abusa sexualmente, este no diga nada por temor al rechazo o desacreditación, y para no sentir estas emociones, lo que hace es niño es reprimir, en este caso, el suceso.
De ahí que el terapeuta deba luchar para que el paciente sea consciente también de su responsabilidad en la represión, ya que esta no anula la energía reprimida, sino la esconde por un periodo de tiempo. La energía reprimida luchará por manifestarse en la vida de la persona, o bien en los sueños o en la realidad, o bien de modos más convencionales o traumáticos.
Para finalizar, mi deseo es que reflexionemos acerca de este tema que aflige a la sociedad en su conjunto, podríamos creer que el acto de violación solo incluye al victimario y a la víctima, sin embargo nos engloba a todos como sociedad, si bien nadie puede quitar la responsabilidad directa que tiene el violador por sus acciones, podemos decir que parte de estas acciones han debido tener síntomas que se debieron haber registrado y dado seguimiento en el hogar, escuela o vecindario. Para el caso de las víctimas, igualmente, aunque hubiesen reprimido el suceso hay ciertos rasgos diferentes en su comportamiento que deben ser tomados en cuenta para brindar la ayuda necesaria en el momento preciso.
Editado por Paolo Pro