Falta menos de una semana para la final de la Champions y todo el mundo está expectante del partido. Existen diversas razones para ver este encuentro; por ejemplo, ver ganar a tu equipo favorito o ver perder al que te desagrada. Del mismo modo, existen diferentes tipos de “hinchas”, pero hoy no hablaremos de todos, sino del que se la juega como mi%$da busca lucrar con cada resultado. Ese agente dizque racional, que todos consideramos irracional: El apostador.
Todos conocemos a un apostador. Aquel que ve los partidos con una mano en el bolsillo y otra en el corazón. Esa persona que siempre está revisando cuánto paga el triunfo del Madrid, o incluso, para los más locos cuánto paga el triunfo del Sturm (sí, el Sturm es un equipo de fútbol). Ese que, para aquellos que no conocen mucho del juego, es realmente irracional y lo único que hace es tirar dinero está jugando con todas las de perder. Pero, ¿qué tan cierta es esta afirmación? ¿Realmente juegan con todo en contra? ¿Todos los apostadores son iguales? ¿Algún día tendré plata para apostar? ¿Es más probable que juegue Guerrero a que el profe acepte tu reclamo? Todas esas preguntas pueden ser respondidas en base de la teoría económica. #QuieroPlata #ApuestoMiBica
Hay que ponerse en los zapatos de un apostador. ¿Cómo puede formular una estrategia dado un horizonte de incertidumbre? Dado que no existe un retorno asegurado en el mundo de las apuestas, todos los agentes son movidos en función a las expectativas. Según la Economía del Comportamiento, el apostador presenta ciertos sesgos cognitivos que lo desvían de una toma de decisiones racional. Quizás el más importante sea el exceso de confianza, razón por la que el agente sobreestima sus cualidades con respecto a otras personas; es decir, cree ver algo que nadie ve. Así, todo agente forma su retorno esperado sobreestimando su propio análisis, lo que permite la transacción entre apostadores y casas de apuestas. Es decir, no tiran su dinero “por amor al arte”, sino que siguen un “comportamiento racional”.
Por otro lado, existe una tendencia latente en apostar sesgado por la “falacia del apostante”. Este concepto denota la tendencia de los agentes a pensar que un par de resultados pasados son representativos de toda la historia. Esto sucede debido a que no se tiene acceso inmediato a toda la información histórica. Así, antes de tomar la decisión de apostar, el individuo recopila la mayor cantidad de información disponible y la emplea para realizar un análisis costo beneficio.
En cuanto al primero, la información que se posee, va desde la historia de los clubes hasta el grado de importancia que le dará cada equipo al partido. (Por ejemplo, es altamente probable que el Madrid ponga a su equipo B a jugar un partido de Copa del Rey o que el Arsenal ponga toda su artillería pesada para un partido de FA Cup if you know what I mean). En cuanto al segundo, el beneficio sería el pago futuro que te ofrece la casa de apuestas, mientras que el costo, cada sol apostado. El acto se concreta si el beneficio neto es positivo; es decir, el pago futuro compensa el riesgo de que pierdas tu preciado sol.
Gracias a la teoría económica, sabemos que cada agente tiene una función de utilidad distinta y, en base a ella, toma sus propias decisiones. Entonces, dada la altísima cantidad de partidos por semana, los apostadores elegirán sólo aquellos cuyos pagos les generen mayor utilidad #MásMoney. Si se agrupa a los apostadores según el riesgo involucrado en sus apuestas, podemos encontrar dos tipos de agentes: el conservador y el loco arriesgado.
El conservador es aquel que no disfruta sentir la adrenalina en todo el cuerpo apostar a equipos con una baja probabilidad de ganar. En base a sus acciones, este individuo prefiere realizar apuestas seguras (basadas, en su mayoría, en información histórica), a pesar de que los pagos sean relativamente bajos. Por ello, podemos decir que este agente es averso al riesgo, ya que prefiere obtener un retorno bajo pero seguro.
Por otro lado, el arriesgado, o amante al riesgo, es aquel que se vuelve hincha del Brighton o Wigan por solo dos horas ya que están pagando 15 a 1 si ganan ese partido. Este se caracteriza por apostar a equipos que nadie en su sano juicio apostaría por ellos no tienen buenos antecedentes históricos. Este es el que mejor se amolda al concepto desarrollado por la Economía del Comportamiento mencionado anteriormente, ya que suele apostar por resultados de clubes cuya información es muy limitada.
Dado el análisis expuesto, un apostador generalmente toma sus decisiones en función de un proceso racional, ya que forma su retorno esperado en función de la información que conoce de forma automática. A pesar de ello, dado que no conoce toda la información, está expuesto a presentar sesgos cognitivos en su toma de decisiones. Así, cada agente toma decisiones distintas, en función de su información disponible y sus preferencias. Algunos serán más conservadores y otros más arriesgados.
Por último, respondiendo la pregunta más importante, nunca tendré plata para apostar debido a que soy un agente tan irracional que mi familia no me permite apostar. Consejo de pata: No apuesten jamás su casa porque no tendrán lugar donde ir y llorar.