Seguramente, muchos de nosotros ya hemos usado Yape o Plin para pagar un servicio de taxi o, simplemente, para “yapear” en la bodega de la esquina por un producto sea porque no contábamos con efectivo o nos resultaba más fácil esa vía. Sin duda alguna, durante la pandemia por la COVID-19, se ha observado que, con el objetivo de evitar posibles contagios, ha incrementado el uso de estas fintech y de diversos canales digitales. Teniendo en cuenta este entorno cambiante de los servicios financieros, es conveniente cuestionarnos si los enfoques de supervisión por parte de reguladores, como la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), siguen siendo adecuados y ajustados a esta nueva realidad.
Pero antes de continuar, ¿qué debemos entender por una fintech? Básicamente, es el sector de procesos financieros basados en tecnologías que surge en respuesta al acceso limitado a servicios bancarios que tiene la población en el sistema tradicional. Resulta especialmente relevante en el Perú porque las fintech se han mostrado como una opción atractiva para las micro, pequeñas y medianas empresas, que son parte importante de la economía en el país. Frente a este escenario, llega el sandbox regulatorio que, en palabras simples, es un espacio de prueba que le permite a las entidades financieras jugar con nuevos modelos de servicios financieros.
El 20 de agosto del 2021, mediante la Resolución SBS N° 02429-2021, la Superintendencia de Banco, Seguros y AFP (SBS) aprobó el reglamento para la realización temporal de actividades en modelos novedosos, y modificó el estatuto para la gestión del riesgo operacional. La ordenanza aprobada contiene un marco normativo que permite pruebas temporales para el desarrollo de actividades aplicables a empresas en funcionamiento y aquellas que se encuentran en proceso de autorización. Ello tiene como fin promover el desarrollo innovativo de productos y/o servicios financieros que les permitan alcanzar a los negocios una mayor eficiencia y calidad.
Ahora bien, ¿por qué es necesario un sandbox regulatorio? Uno de los beneficios que nos ofrece las fintech es que, al estar basada en la tecnología, se vuelve más eficiente. Entonces, por ejemplo, para poder realizar un pago o enviar dinero a otras ciudades del país, ya no sería necesario ir al banco #techaholic. Esto se traduce en que las personas que no están familiarizadas con la banca que, normalmente, es el sector relegado pueden desarrollarse económicamente en este sentido.
El objetivo del sandbox regulatorio entraría a equilibrar el cumplimiento de las reglamentaciones financieras al crecimiento y los ritmos de las empresas más innovadoras. Ello tiene como propósito el no limitarse a las normas del sector tecnofinanciero, sino que se considere, también, a la protección de los derechos de los consumidores.
Las fintech, sin embargo, presentan ciertos desafíos como toda actividad que capta el ahorro de los usuarios y maneja el dinero de las personas. Uno de estos es el interés del regulador de velar por la protección del cliente. Asimismo, el carácter internacional de estos modelos de negocio hace difuso el entendimiento de hasta dónde llega la competencia del regulador.
El sandbox se utiliza, entonces, como una herramienta para compatibilizar todas estas tensiones que involucran el concepto de fintech. Con este, se permite el desarrollo de estos modelos de negocios disruptivos, pero con una cercana supervisión de parte del regulador, así como una flexibilización de la normativa. Vale destacar que, dado a ello, se tiene una serie de beneficios como es el otorgamiento de dispensas respecto a algún requisito regulatorio. De igual modo, permite probar la respuesta a la demanda antes de lanzarte al mercado, por lo que se podrá saber qué tan receptivo es.
En la norma señalada con anterioridad, se menciona que el ámbito de aplicación es para las empresas mencionadas en los artículos 16° y 17° de la Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros. Estos son, básicamente, los bancos, empresas de operaciones múltiples, cajas rurales y municipales, compañías emisoras de tarjetas de crédito, empresas de transferencias de fondos y seguros, y las AFP.
Es decir, todas estas pueden llevar a cabo modelos novedosos a través de pruebas piloto en el sandbox. Cabe añadir que esta norma prevé dos tipos de regímenes para las pruebas de estos conceptos de negocios disruptivos. Por un lado, se encuentra el régimen de flexibilización destinado a aquellas actividades que están contempladas en el marco regulatorio vigente. Los requisitos de este último solicitan que se lo dispensen de su cumplimiento; en otras palabras, se requieren flexibilizarlos.
Por otra parte, está el régimen extraordinario que está previsto para actividades que no se encuentran reguladas en el marco regulatorio vigente. Se proyecta, por último, que la duración máxima de las pruebas piloto sea de 12 meses, pero se podría ampliar hasta 24.
En el Perú, en definitiva, el sandbox regulatorio es un concepto bastante nuevo. De hecho, entrará en vigor a partir de febrero del 2022. Sin embargo, es importante ir conociéndolo y discutiéndolo. La idea, finalmente, es que se incentive la competencia para que los consumidores dispongamos de mayores alternativas para gestionar nuestro dinero.
Edición: Claudia Barraza