Se acerca la época de gasto introspección por excelencia: Navidad y Año nuevo. En el hemisferio sur, estamos tan loquitos que tomamos chocolate caliente, a pesar de que se asome el verano; compramos los regalitos y , para los que lo hacemos a última hora, tenemos que aguantarnos todo el tráfico y las colas en las tiendas. Pero rescatemos lo lindo de estas fiestas: las cenas, la grati(?),el panetón con relleno de chocolate y el tiempo que se pasa con la familia y amigos. Es un momento en el que empiezas a reflexionar sobre todo lo que hiciste a lo largo del año. #Aiuda. Digamos que nuestra mente funciona como Spotify, que te avisó cuántas horas de tu vida dedicaste a escuchar las canciones de tu artista favorito. En un rewind 2019, vale la pena preguntarse a qué o en quiénes dedicaste tu tiempo y amor (?) este año y en los posibles retornos de todo lo invertido para el 2020. #SeAcabó #AhoraDiloSinLLorar. ¿Estamos asignando bien nuestros recursos en la amistad? ¿Es este un activo seguro?
Cuando estamos hablando de inversiones, alguien decide colocar cierta cantidad X en un activo B, de tal forma que, en un plazo, te ofrezca rendimientos. En la amistad, es algo parecido. No solo estás colocando tiempo y amor, quizá otro tipo de costos que pueden ser un trade-off para ti. Las personas, por tanto, invertimos en una relación amistosa en la que esperamos, al menos, lo mismo que uno ofrece en primer lugar #IntercambioEquivalente. Vamos a invertir de tal forma que el Valor Actual Neto (?) de lo que recibes por tu inversión en la inversión con tu amigui sea al menos 0. (VAN=0). Asimismo, lo interesante de la amistad, como quizá en otro tipo de relaciones, es que se espera que dure indefinidamente. #SomosInfinitos #LOL. Uno no va con una persona al azar y dice: “creo que debemos ser amigos por, no lo sé, quizá unos 5 minutos meses”. Por lo que el plazo en el que se toma esta inversión es tomado por un plazo infinito.
¿La amistad resulta siempre segura?
Lastimosamente no. Así también como en el mercado no todos los activos pueden ser libes de riesgo. En este se presentan dos tipos de riesgos: el no sistemático y el sistemático. Duh (?). El primero es el riesgo particular del activo y este se puede aminorar o controlar mediante la diversificación de “activos”. En el mundo de las finanzas, se trata de tener un portafolio con activos que tengan una alta correlación, pero también baja o hasta negativa. De tal forma que te “protejan” ante algún imprevisto. En nuestra analogía, quizá tengas un amigo que no sea muy cariñoso, pero sí excelente consejero; por otro lado, puedes tener a otro que sea un “algodón”, pero no es el mejor escuchando. Dentro de tu cartera de activos amistosos (?), estos se complementan.
El segundo riesgo es más bien el inherente al mercado de la “amistad”. Se arriesga mucho al entablar una amistad, ya que esta supone exponerse cómo eres y esperar que esa persona decida quedarse y poner de su parte. Supone mostrarse vulnerable por el hecho de darle cariño a alguien, pues significa que puede lastimarte. La amistad siempre posee altos y bajos y esto es inherente a la persona con quien la entablas. Y aquello no se puede diversificar.
Si pudiéramos saber el Costo de Oportunidad del Capital (COK), la Tasa de interés de Retorno (TIR) del gran proyecto que conlleva una amistad o los betas de tu modelo de portafolio multivariado de amistad, sería quizá todo más fácil, pero más monótono. La idea de interactuar con distintas personalidades, tal como un agente racional obtiene mayor bienestar al poseer diferentes bienes en su “canasta de consumo”. Todos aprendemos de lo malo y de lo bueno. Y, al final, Adam Smith no se equivocaba cuando decía que luego de que dos agentes realicen una transacción en la cual uno ofrece lo que otro desea – y de inversa – estarán mejor que antes.
Editado por Claudia Barraza