Poco a poco comenzamos el retorno a la “normalidad”. Las calles de Lima no han tardado en ser como antes, un caos, solo que con el único diferencial de las mascarillas. Desgraciadamente, con esta vuelta a la normalidad, el tráfico de Lima se ha vuelto a hacer presente y siempre acompañado de conductores irresponsables. Un claro ejemplo, es un artículo publicado por El Comercio el pasado 19 de Julio, el cual nos informó acerca de grupos de WhatsApp de colectiveros y las atrocidades que hacen para burlarse de la ley. En estos grupos, un informante del citado diario encontró mensajes tales como: “tengo mi brevete suspendido por 3 años, ¿ustedes creen que se pueda hacer algo?”, “tengo una papeleta que no quiero pagar, ¿conocen a algún abogado que me pueda ayudar?”, entre otros. Pregunto, ¿por qué pasa todo esto?, ¿quién les permite a estos sinvergüenzas colectiveros ser tan descarados y no tener miedo?, ¿qué está fallando? Hay varios problemas de fondo y en este artículo se hará hincapié en uno de los más importantes: el policía de tránsito.
Siempre hemos podido presenciar, ya sea en las noticias o de manera directa, los garrafales errores que cometen los policías de tránsito en el día a día. En muchas ocasiones, al policía se lo ha capturado siendo coimeado o perdonando a los pobrecitos conductores en falta-cual sacerdote después de que estos confesaran sus errores (“no os preocupéis, podéis ir en paz”). Esto tiene un impacto sumamente grande en el conductor, ya que se lo ha acostumbrado a vivir sin reglas, a la ligera (incluso al peatón, que cruza la pista sin respetar los cruces peatonales). Es así como, el error de un policía, a la larga, se convierte en el cambio de pensamiento de todo un grupo de conductores que afectan al país gravemente, incluso a ti, querido/a lector(a), porque seguro has perdido muchas horas en el terrible tráfico de Lima.
El error no es solo del policía de tránsito, sino también de la PNP, ya que esta se encarga de formarlos profesionalmente, además de emplearlos de la mejor manera. Según la información encontrada en la web del Ministerio de Transporte, un agente de tránsito debe regular la circulación vehicular y peatonal; asimismo, debe vigilar, controlar e intervenir en el cumplimiento de las normas de tránsito y transporte. Desgraciadamente, esto no sucede. Si el objetivo de la PNP es lograr eso con los agentes de tránsito, ¿por qué no lo hace? Bueno, se debe a varios determinantes. Primero, los escándalos apreciados en la PNP son abundantes. La corrupción (por ejemplo, en una compra sobrevalorada de casi 3 millones en implementos de aseo por la pandemia) limita mucho la formación, buena utilidad y una mayor contratación de los agentes. Segundo, “los cuerpos especializados de Policía de Tránsito urbano deberán acreditar formación técnica o tecnológica en la materia. Así mismo, la Policía Nacional reglamentará el funcionamiento de la Seccional de Formación y Especialización en Seguridad Vial, de sus cuerpos especializados de policía urbana de tránsito.” El problema aquí es que se hace énfasis en que el policía de tránsito pase una materia con todo lo relacionado a seguridad y orden vial; sin embargo, nunca se le enseña la importancia de su trabajo y el gran impacto que este puede tener en el Perú, el cual se tratará de ejemplificar en el siguiente párrafo.
Si un motorizado rappi o globo, con el apuro de entregar un pedido, se pasa la luz roja en una avenida muy concurrida y el policía no hace nada, esto repercutirá fuertemente en la educación del conductor peruano. ¿Por qué? Suponiendo que este hecho fuera visto por 50 conductores (sin contar copilotos ni transeúntes), 40 podrán pensar que está mal hacer eso, pero ¿qué pasa con los 10 restantes? Lo más probable es que, como de costumbre, hayan concluido que el policía está pintado es decorativo y no pone orden, lo que genera un gigantesco mal ejemplo que les incitará a tener comportamientos similares (he aquí los colectiveros). Hechos parecidos a este podrían pasar en más de 10 puntos diferentes de cada ciudad a cada hora, ya sea camiones en vías rápidas, conductores con el celular, borrachos al volante, choques, coimas, ruegos, etc., que son algunos de los ejemplos del día a día. ¿De cuántos espectadores estamos hablando?, ¿10 mil por ciudad?, ¿20 mil? Si contamos a los transeúntes, ¿100 mil?, ¿200 mil?
Uno de los operativos que mejoró en un 30% la fluidez vehicular en Lima Metropolitana (MININTER)
En conclusión, la labor de un policía de tránsito es sumamente importante para el desarrollo del país, ya sea para evitar congestiones vehiculares que desperdician horas hombre en la población, como también para poder generar un cambio en ese mal ejemplo que esta tan presente en el día a día de la sociedad. Esto no será posible sin una reestructuración interna en la preparación profesional de estos agentes por parte de la PNP, además es fundamental erradicar la corrupción de la entidad.
Editado por: Isabela García
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