El coronavirus (COVID-19) no es la primera pandemia a la que se ha enfrentado la humanidad a lo largo de su existencia en la tierra. Lo que la historia muestra es que, en realidad, se han producido muchas situaciones parecidas las enfermedades han afectado a muchas personas alrededor del mundo. La peste negra (S.XIV) que tuvo origen en Asia y extinguió a más de un tercio de la población europea, o el de la gripe española (S.XX) que solo entre 1918 y 1920 mató a 100 millones de personas aproximadamente a lo largo del mundo, son algunos de los casos más conocidos.
A diferencia de estos tiempos, en el pasado no existía internet, ni menos redes sociales para poder comunicarnos y enviarnos diversos tipos de contenido multimedia que retratan la realidad en la que viven las diferentes culturas y sociedades a nivel mundial. Por suerte, en esos años en los que la humanidad la pasaba mal o, inclusive, peor que nosotros, existía la pintura como una forma de poder plasmar esas crisis y que así pudieran quedar como testimonios para las siguientes generaciones.
Por ejemplo, Domenico Gargiulo, también conocido como Micco Spadaro (1609-1675), fue un pintor napolitano que pudo retratar en sus obras la gente de su ciudad y la forma de vida en el siglo XVII. En uno de sus trabajos pudo retratar el impacto que tuvo la epidemia de la peste en 1656. Aquí se pueden ver la cantidad de muertos que dejó esta enfermedad, cómo es que las otras personas amontonaban los cuerpos y los que asisten tratan de taparse la boca y nariz para evitar contagiarse.
Otro pintor es Michiel Sweerts (1618-1664), un artista perteneciente a la corriente barroca flamenca y que vivió sus últimos años en Roma. Este fue el lugar donde se acercó al círculo de pintores neerlandeses conocidos como los Bamboccianti, quienes estaban dedicados a la representación de escenas de género de la vida cotidiana. Sweerts fue el que retrató a su estilo lo que ocurrió con la peste de Atenas, una de las epidemias más devastadoras y que afectó principalmente a la ciudad-estado de la actual capital de Grecia en el año 430 a.C. Es interesante como este hecho histórico ha sido investigado por diversos científicos de la salud para diagnosticar cuáles fueron los tipos de síntomas que tuvieron estas personas al contraer el virus. Varios resultados concluyeron que esta epidemia comenzaba con fiebre, ojos rojos, ronquera y halitosis. En la etapa intermedia se presentaban los malestares estomacales como vómitos, arcadas y diarreas. Todo esto ocurría en un periodo de 7 a 9 días y es aquí cuando, lamentablemente, las personas llegaban a fallecer.
La peste de Marsella fue el último brote de epidemia registrado en Francia y gracias al maravilloso pintor Michel Serre pudo quedar una versión de cómo fue de devastadora esta enfermedad. De hecho, se conoce que El Gran San Antonio, un barco del levante mediterráneo que llegó a Marsella el 25 de mayo de 1720 fue el causante de este brote. Los grandes cargamentos de finas sedas y algodón estaban contaminados con el bacilo de Yersin y este virus pudo extenderse por toda la ciudad, causando la muerte de entre 30 a 40 mil personas.
Así pues, vemos que la pintura siempre ha tenido una importancia trascendental en la historia de la humanidad, no solo porque a través de esta se ha podido registrar muestras hermosas de apreciar y que hasta la actualidad son materia de estudio, sino que también servía como una forma de poder retratar la realidad que se vivía en los peores momentos. ¿Se imaginan si no existirían estas obras?, o voy más allá, ¿se imaginan si no existiera la pintura? La gran cantidad de historia que nos hubiéramos perdido.
Es verdad que gracias a los libros y a otro tipo de documentos nosotros podemos conocer lo que ocurrió hace miles de años y es así como generamos la historia de la humanidad y como la entendemos ahora, es más, me atrevería a decir que la pintura, en todas sus formas, es historia. No es necesario tener que leer un libro histórico de gramaje grueso para volverte más culto o ver lo que pasó en el pasado, con tan solo apreciar una obra como las que he mostrado anteriormente u otros ejemplos similares también puedes aprender sobre diferentes pandemias que fueron mucho más fuertes que la que vivimos ahora.
Sin embargo, en la actualidad, el mundo cada vez se está volviendo más digitalizado, prefiriendo los momentos instantáneos (videos, screenshots, memes, etc) respecto al mundo físico del arte (cuadros). La ventaja de este último es que la pintura permite perpetuar la historia a diferencia del contenido digital que tiene usualmente una temporalidad fugaz. Por ello, resultaría sumamente positivo que detrás de esta crisis sanitaria mundial, existan lienzos y pinceles capaces de recrear el contexto tan difícil que vive hoy la humanidad. Esto, sin duda, formaría parte de un legado artístico para las próximas generaciones y puedan sacar lecciones sobre estos episodios, construyendo así un mundo mejor, más informado y humanístico.
Edición: Kelly Pérez V.