La región del Medio Oriente ha cobrado importancia en el periodismo internacional estas últimas semanas, pero, en realidad, las tensiones entre Israel y Palestina han estado presentes desde hace muchos años y nunca fueron totalmente disueltas. Se ha tratado de entender este conflicto desde diferentes miradas, y este artículo propone otros lentes de análisis. Pero antes, recordemos un poquito la historia…
Luego de la Primera Guerra Mundial, el Imperio otomano colapsó, y el territorio del Medio Oriente fue dividido por los mandatos de Francia e Inglaterra. La corona inglesa fue la que colonizó la región de Palestina donde, cada vez más, se intensificaban las tensiones entre judíos y árabes. Muchos piensan que las tensiones se han dado por desacuerdos religiosos, pero, en realidad, van más allá de ello. Además de analizar el trágico y violento conflicto israelí-palestino desde una perspectiva territorial, también se puede hacer desde una mirada que tenga como núcleo el concepto de identidad.
A raíz de las constantes colonizaciones, imperios y guerras, tanto israelís como palestinos se han visto movilizados por el miedo y por la libertad. Por un lado, desde la década de 1930, se ha demostrado que hay un deseo por construir una identidad nacional palestina que demuestre la liberación del dominio británico. Esta, si bien se trató de solucionar con un plan de las Naciones Unidas ejecutado luego de la Segunda Guerra Mundial, se siguió viendo como dominación europea. Por otro, luego de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad judía también persigue la creación de una nación propia para salvaguardar su vida. De esta manera, tenemos dos grupos de personas que conviven en un mismo lugar, con razones que van más allá de la religión, que luchan por tener un territorio que puedan llamar “suyo”. Así, se construye un sentimiento de orgullo y autoestima en el individuo justamente a partir de los valores del grupo al que pertenece. Formar parte de una comunidad permite crear una identidad social y sentir que somos parte del mundo. Si bien esto se percibe como algo positivo, también genera una división entre “ellos” y nosotros” que permite exagerar y enfocarnos en las diferencias entre los grupos. Este proceso de construcción de la identidad social lo plantea Henri Tajfel.
1.- El primer paso es la categorización social, momento en el que se clasifican los objetos para poder reconocerlos como parte de algo; por ejemplo, profesor, alumna, médico o abogada. En el caso del conflicto israelí-palestino, ambas comunidades se identifican individual y colectivamente como judío y palestino respectivamente. Es interesante cómo aquellas personas de identidad palestina no solo se categorizan a ellos mismos (en ocasiones) como árabes, sino como palestinos – reafirmando un sentido identitario que refleja las ganas de independencia. Este primer paso es importante porque, al saber a qué “categoría” uno pertenece, se definen comportamientos adecuados o no adecuados a las reglas del grupo. Si bien un individuo puede pertenecer a diferentes grupos, en este caso, notamos que tanto israelís como palestinos son grupos diferentes y opuestos.
2.- El segundo paso es la identificación social. En este momento llegamos a adoptar la identidad del grupo en el que nos hemos categorizado y nuestro orgullo y nuestra autoestima estarán extremadamente ligadas con la pertenencia a ese grupo y sus acciones. En el caso palestino, es interesante la división entre HAMÁS y OLP: ambos son organizaciones que luchan por la liberación de Palestina, pero la forma en la que se han logrado algunas hazañas, y la forma de comunicarse han sido distintas. De esta forma, si bien ambos bandos de la comunidad palestina han pasado por este paso de identificación como árabes palestinos, existe una identificación social “extra”, ya sea HAMÁS u OLP. Dependiendo de la forma como uno se identifique socialmente, se comienza a actuar de acuerdo al grupo y los valores que este presenta. Así, el grupo HAMÁS es mundialmente considerado como radical y violento en comparación con la OLP.
3.- Finalmente, el último paso de la teoría de la identidad social es la comparación social. Es en este momento donde tomamos las categorías y la identificación como parte de un grupo social, donde comenzamos a comparar el espacio del que yo formo parte, con otros espacios o grupos – parecidos o distintos al mío. Este paso es crítico cuando hablamos del conflicto israelí-palestino porque, una vez que identificas al otro grupo como tu rival (debido a diferencias en objetivos, creencias, valores, etc.), se ven obligados a competir entre ellos para mantener la autoestima y el orgullo del grupo.
De esta manera, el conflicto israelí-palestino no solo recae en la competencia por territorio, sino en una competencia por salvaguardar su identidad. Asimismo, recordemos que ambas han sido comunidades que, a través de la historia, han pasado por momentos de tragedia y represión, ya sean épocas como el Holocausto o el Mandato británico en Palestina, las trayectorias de vida de los judíos y palestinos se han visto afectadas. No es un tema de quien ganará el conflicto, sino tratar de dar una mirada particular para analizarlo. Sin embargo, no podemos dejar de lado que incontables derechos humanos estén siendo violados y que los casos de discriminación, segregación y limpieza étnica vayan aumentando cada vez más. Si bien se pronunció un cese de fuego entre Israel y HAMAS, nos queda la pregunta ¿será este el fin verdaderamente?
Editado por Paolo Pró