Seguramente muchas veces has escuchado “Es que ya está en mis genes ser gordita” o tal vez “mi mamá es así”, pero ¿te has puesto a pensar qué de cierto hay en todo esto?. Durante mucho tiempo creímos que nuestra genética era inalterable, pero los últimos descubrimientos nos han mostrado todo lo contrario, los avances en la epigenética nos han abierto un enorme universo de posibilidades.

En primer lugar, es importante empezar a definir dos conceptos claves en este artículo: epigenética y epigenoma. La epigenética es la ciencia que se encarga de estudiar los mecanismos que regulan la expresión de los genes sin una modificación en la secuencia del ADN, mientras que el epigenoma se compone de compuestos químicos que modifican o marcan el genoma y le indican a las células qué hacer y cuándo hacerlo. (1,2) Y es justamente el progreso de la epigenética lo que ha cambiado nuestra forma de entender nuestra alimentación, hábitos y estilo de vida.

Si los hermanos gemelos tienen el mismo ADN, ¿Por qué tienen distintas características y sufren distintas enfermedades?

Todos a lo largo de nuestra vida hemos observado a personas que comen lo mismo, pero unas aumentan de peso, otras padecen enfermedades y  otras “con buenos genes” no les ocurre nada. Todo esto parece declarar culpable a la genética. Ahora, imaginemos a dos hermanos gemelos, su ADN es idéntico, pero su vida es muy distinta, es decir, están expuestos a diferentes factores (uno puede tener una rutina más tranquila, escoge alimentos saludables y practica actividad física; mientras que el otro lleva una vida sedentaria, un trabajo estresante y consume alimentos ultraprocesados).

Es entonces a consecuencia de estos factores que los hermanos gemelos empezarán a tener distintas características y serán propensos a desarrollar distintas patologías. Pero, ¿cómo sucede esto?. Pues la respuesta se encuentra en la epigenética y el epigenoma, los genes tienen la capacidad de activarse y desactivarse en respuesta al ambiente y al estilo de vida que llevamos. Pero este proceso es mucho más complejo de lo que pensamos e incluso inicia antes de que las primeras células del embrión humano comiencen a dividirse, he ahí la importancia de que la madre antes y sobre todo durante su estado de gestación, tenga un estado emocional y físico saludable; ya que toda esa información se transmitirá a través de señales químicas al bebé. Si la dieta de la madre durante el embarazo es inadecuada e insuficiente, el bebé podría nacer más propenso a desarrollar obesidad y diabetes. Esta teoría pudo ser comprobada por un experimento realizado en el 2003 por Waterland y Jirtle quienes analizaron el gen Agouti en ratones Agouti Yellow. Resulta que este gen es el responsable de volverlos obesos y de tonalidad amarilla. Al finalizar el experimento donde se alimentó a los ratones con vitamina B12, ácido fólico, colina y betaína; antes y durante del embarazo, se obtuvo crías delgadas y marrones, caso contrario ocurrió con las crías control, quienes fueron gordas y amarillas (3). Pero no toda la responsabilidad debe recaer en la madre, el rol del padre también es importante, ya que él también puede transmitir sus marcas epigenéticas a su descendencia (4).

Tanto las madres como los padres transmiten sus marcas epigenéticas a su descendencia.
Fuente: Ilema

Para finalizar, es importante tomar conciencia de que nuestros hábitos, dieta, experiencias y el ambiente al que estamos expuestos pueden activar o desactivar nuestros genes. La epigenética nos demuestra que no todo está escrito en nuestra genética y que las decisiones que tomemos pueden influenciar positiva o negativamente en nuestro epigenoma y que no solo nos va a afectar a nosotros, sino también a nuestras futuras generaciones. Por eso es fundamental que empecemos a tomar elecciones inteligentes sobre nuestro estilo de vida, que comencemos a elegir alimentos saludables, realizar actividad física, evitar el alcohol, el sedentarismo y todo aquello que sea dañino para nuestro epigenoma. El hecho de que tengamos una genética determinada nos predispone mas no nos condiciona a tener una enfermedad. No es decisivo. Pero lo que sí es decisivo es la combinación de una genética que nos predispone con factores que logren que esos genes se expresen. Por lo tanto, vuelvo a recalcar, es importante mejorar nuestra nutrición, realizar actividad física, disminuir nuestros niveles de estrés y tener estabilidad emocional. 

 Es importante tomar conciencia de que nuestros hábitos, dieta, experiencias y el ambiente al que estamos expuestos pueden influenciar positiva o negativamente en nuestro epigenoma y que no solo nos afectaría a nosotros, sino también a nuestras futuras generaciones.

Referencias bibliográficas:

  1. Iridoy Zulet M, Pulido Fontes L, Ayuso Blanco T, Lacruz Bescos F, Mendioroz Iriarte M. Epigenetic changes in neurology: DNA methylation in multiple sclerosis. Neurología [Internet]. 2017 Sep [cited 2020 Sep 15];32(7):463–8. Available from: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0213485315000638# 
  2. Epigenoma | NHGRI [Internet]. Genome.gov. 2020 [cited 2020 Sep 15]. Available from: https://www.genome.gov/es/genetics-glossary/Epigenoma#:~:text=El%20epigenoma%20se%20compone%20de,diferentes%20tienen%20diferentes%20marcas%20epigen%C3%A9ticas 
  3. Waterland RA, Jirtle RL. Transposable Elements: Targets for Early Nutritional Effects on Epigenetic Gene Regulation. Molecular and Cellular Biology [Internet]. 2003 Aug 1 [cited 2020 Sep 15];23(15):5293–300. Available from: https://mcb.asm.org/content/23/15/5293 
  4. Pembrey ME, Bygren LO, Kaati G, Edvinsson S, Northstone K, Sjöström M, et al. Sex-specific, male-line transgenerational responses in humans. European Journal of Human Genetics [Internet]. 2005 Dec 14 [cited 2020 Sep 15];14(2):159–66. Available from: https://www.nature.com/articles/5201538