La fe: ¿Una inversión rentable o un costo hundido?

El pasado jueves 18 el Perú escribió una de las primeras líneas de un año histórico: la llegada del papa Francisco. A pesar de estar tan solo 4 días en el país, el costo de su visita se estimaba en aproximadamente 11 millones de dólares (La República, 2018). Finalmente, el costo efectivo fue alrededor de 15.3 millones de dólares. ¡La más costosa de la Alianza del Pacífico! (Gestión, 2018).

Hasta ‘kit’ del papa hubo… lleve casera, lleve…

Según el diario El Comercio (2018), en México, Francisco permaneció durante 6 días y el gasto fue de 8.54 millones de dólares. En Colombia, el papa permaneció 5 días y el gasto efectuado fue de 9.69 millones de dólares. En Chile, su estadía fue de 4 días y el gasto fue de 6.58 millones de dólares. En otros países sudamericanos como Ecuador, Paraguay y Bolivia, los gastos efectuados estuvieron alrededor de 6.2 y 4.6 millones de dólares respectivamente.

Ante este panorama, el Perú vio nacer un determinado número de detractores, quienes no estaban de acuerdo con el desembolso de tan elevada cifra. El principal argumento detrás de ello era el costo de oportunidad que significaba dicho dinero. Como todos sabemos, el dinero es un recurso escaso y; por ende, este debe ser invertido en la opción que mayor retorno genere, ya sea económico, social o financiero. El costo de oportunidad de estos 15.3 millones de dólares era claro: la reconstrucción del norte. A pesar de que han pasado ya 10 meses, el norte del Perú aún muestra los golpes que dejó el Fenómeno del Niño Costero. Entonces, ¿Cómo se les ocurre invertir en la religión si hay que reconstruir el país? ¿Acaso no somos un Estado ‘laico’? ¿Van a invertir igual cuando vengan representantes de otras religiones? Estas fueron algunas de las preguntas que se planteaban los detractores.

money money money…

Sin embargo, la respuesta va más allá de lo religioso y envuelve distintos factores tanto económicos como sociales y culturales. Según la encuestadora Latinobarómetro, el Perú es uno de los países que mayor confianza le tiene al sumo pontífice (6,9 dentro de una evaluación del 1 al 10). Asimismo, sabemos que la confianza es uno de los factores más importantes para reactivar la economía de un país. Por tanto, la visita del papa generaría gasto e ingresos a nivel macroeconómico.

Entonces, ¿el desembolso por la llegada del papa representó un gasto o una inversión? Hay que tomar en cuenta que una inversión es aquella que en el futuro (ya sea a corto o largo plazo) te genera cierto nivel de retorno. La rentabilidad de una inversión depende de qué tanto impacto tenga esta sobre los diversos factores contextuales, así como en el comportamiento de los agentes económicos. Al 15 de enero de 2018 ya se estimaba que la visita de Francisco generaría ingresos al Perú en alrededor de 100 millones de dólares (Gestión, 2018).

¡6.5 veces la inversión efectuada!

Una ayuda bendecida (?)

Estos ingresos se generarían a raíz de la mayor demanda en transporte, alojamiento y alimentación en la población. En otras palabras, se iba a generar un shock en el consumo, principal variable explicativa del PBI. Ante ello, se podría decir que el economista Carlos Adrianzén tenía razón cuando dijo que:

la religiosidad tiene un efecto muy positivo sobre el crecimiento económico de un país”.

Pero eso no sería todo. Según sostuvo el economista Carlos Parodi, “además del impacto económico generado en turismo, comercio, hoteles y restaurantes; también se generarían impactos cualitativos. Como sabemos, actualmente se vive un ambiente sombrío en el país debido a los temas políticos ocurridos a finales del año pasado. Sin embargo, desde esa óptica, podría ser que el papa suelte un mensaje de mayor unidad y eso pueda ayudar” (RPP, 2018).

Eso sí que es rentabilidad!!

Actualmente, según algunos cálculos del Mincetur y Canatur, se sabe que como resultado de la visita del papa se han generado ingresos de alrededor de 80 millones de dólares. ¡5 veces la inversión! ¡Una rentabilidad de alrededor de 500%! (Gestión, 2018). Pero, OJO, debemos poner los pies sobre la tierra. Si bien el dinamismo económico ha desencadenado un impacto positivo en nuestra economía, debemos recordar que este representa un shock nominal, el cual se disipa en el mediano y largo plazo. No obstante, se esperaría que los recursos producto de esta inversión sean nuevamente invertidos en políticas de desarrollo para apuntar hacia un impacto más bien de largo plazo.

Por último, una vez más nos demuestran cuán ligada está la economía a diversos eventos y contextos. Si bien algunas investigaciones han demostrado la existencia de una correlación negativa entre el nivel de educación de un país y la religión, hay que tomar en cuenta que correlación no implica causalidad. Perú es uno de los países con mayor nivel de religiosidad en América; pero, más allá de un tema de educación, esto pasa por un tema social y cultural. La religión de una sociedad es determinada por su cultura, costumbres y creencias. La educación es tema aparte. No podemos llamar ignorantes a nuestros hermanos nativos de la selva por el simple hecho de que consideran sagrado aquello que para otros es algo corriente. Comprender la importancia de la cultura y las creencias de una sociedad forma parte de la educación y esto nos sirve para mejorar el desarrollo de políticas inclusivas que impacten en nuestro país.