Una de las peores exportaciones que nos ha dado Canadá es un personaje que es amado por adolescentes alrededor del mundo, y se llama Justin. Para los que pensaron en Justin Bieber, opino igual que ustedes, pero esta vez me refiero a Justin Trudeau, uno de los líderes con más influencia en el mundo de hoy en día. Los liberales lo adoran por su cuerpo forma de gobierno, que se basa en la supuesta diversidad y aceptación de las minorías que existen en su país.
Descendiente de Pierre Trudeau, Ex-primer ministro de Canadá, Justin se ha visto envuelto en escándalos una vida ligada a la política desde su niñez. Siempre bajo el escrutinio de la prensa libre; sin embargo, esta misma prensa que generó el rumor de que Justin no era el hijo de Pierre, hoy lo trata como si fuese una especie de emisario liberal. El problema es que, si bien no hay justificación para crear rumores infundados de la vida personal de una persona #Magaly, no se puede ir al otro extremo de alabar todas sus acciones.
Es cierto, Justin Trudeau tiene una política bastante liberal. Se le ha visto en varias marchas que apoyan las comunidades LGBT (y demás letras) en Canadá. Sus discursos carismáticos siempre hablan de cómo Canadá siempre va a apreciar la diversidad de su población y aceptar esas diferencias como una característica intrínseca del país. Pero, al igual que PPK, muchos de estos discursos se quedan en sólo eso… liberalismo populista discursos.
Canadá tiene un problema que pasa desapercibido para la mayoría de su población y para el mundo (casi como el VRAEM). La relación entre el gobierno y sus poblaciones indígenas no puede ser descrita de otra manera que estúpidamente catastrófica poco deseable. Un breve ejemplo de esta relación se dio en una protesta que ocurrió en el 2016, luego de que un granjero fuera declarado inocente, por un jurado por no decir blanco carente de diversidad, del asesinato de un hombre indígena. Trudeau dio un discurso frente al parlamento donde reconoció que no había cumplido su promesa de campaña de “poner a las primeras naciones primero”. Luego de dos años, los líderes indígenas declaran que ese discurso sólo se hizo para calmar la mala publicidad que generaba la protesta.
El país del norte, Winterfell Canadá, tiene un problema endémico donde el gobierno legisla de manera que se genera desigualdad en la sociedad. El Estado canadiense tiene un programa llamado Programa Temporal del Trabajador Extranjero (TFWP por sus siglas en inglés), que consiste en llevar trabajadores migrantes para suplir la escasez de demanda. Para aplicar a ese programa, los trabajadores pueden pagar entre US$6,000 a US$12,000. Los trabajadores llegan endeudados a Canadá donde dependen fuertemente de sus empleadores para su seguro de salud, estadía y transporte. La amenaza de despido está presente por la duración de su contrato y viven en lo que los mismos esclavos trabajadores llaman “el tercer mundo dentro del primero mundo”.
El gobierno de Trudeau no es culpable del inicio de este programa, es cierto. Lo inició su papá. El problema con Trudeau es que no sabe lo que hace que aprobó que una compañía privada creara un subsidio a este programa para expandir su aplicación. Hoy, participan cerca de 500,000 trabajadores, con esta expansión podrían llegar un millón más. En un documental realizado por Trinh Minh, se declara que varias de las compañías terminan no pagando los sueldos prometidos o generando retenciones indebidas a estos sueldos, por lo que los trabajadores se van más pobres de lo que llegaron.
Finalmente, Trudeau trató de apartarse de la política conservadora de Donald Trump (siempre volviendo a The Donald), incluso criticando abiertamente alguna de sus políticas internas y rechazando sus discursos xenófobos. El mundo liberal se emocionó en el primer encuentro entre estos dos payasos líderes cuando Trudeau no se dejó jalar por el “temible” apretón de manos de Donald #GrabThemByTheHand. Pero cuando tuvo la oportunidad de hacer una política de rechazo real, no la tomó. Cuando se le llamó para bombardear a Siria, fue la primera nación en responder el pedido de manera positiva.
Es importante recalcar que Trudeau sí ha tenido una serie de logros, especialmente con la población LGTB, pero el hecho de que la prensa internacional no reporte sus fracasos y el mundo liberal lo considere como su guía moral, solo muestra que estamos dispuestos a ignorar información que no nos favorece.