¿Alguna vez un amigo te dijo que no estudió para un examen y resultó sacando un notón? ¿Has sentido que tus fracasos en la vida se deben a la mala suerte o accidentes? Todos alguna vez hemos sentido que la vida es dura, la universidad, el trabajo, la familia o tu flac@ pueden ser insoportables, por lo que inconscientemente creamos mecanismos para proteger nuestra poquita autoestima; una de ellas, la estrategia self-handicapping. Hoy VA te explicará cómo esta se manifiesta en la vida personal, profesional y académica.
Self-handicapping o la autocapacitación es un sesgo cognitivo en el que, bajo ciertas condiciones, los individuos dificultan su éxito por obstáculos autoimpuestos en situaciones que requieren de alto rendimiento. En otras palabras, este sesgo es la coraza de mentiras que creas para evitar sentirte una basura decepcionado a futuro. Lo interesante de esta “estrategia” es que no tiene pierde; de este modo, si los resultados de alguna actividad resultan exitosos, demostrarás que eres tan crack, que lo lograste a pesar de las condiciones desfavorables externas; en cambio, si los resultados son negativos, tienes una excusa para justificarlos.
La autocapacitación puede surgir de diversas maneras, las más comunes son la conductual y la verbal. La primera, podría manifestarse en el hecho de procrastinar una tarea, por ejemplo, estudiar a última hora para tu examen de microeconomía y, si resulta mal, afirmar que esto ocurrió porque no estudiaste lo suficiente #KomoLoZupo. La segunda, como señala su nombre, es la manifestada en tu cacareo barato oralmente; por ejemplo, decir que no jugaste muy bien en la pichanga porque tu rodilla no quedó bien después de tu lesión en la etapa preescolar #ExcusasBaratas.
De acuerdo con Leondari & Gonida (2007) existe una correlación positiva entre el uso de la autocapacitación y variables negativas como la depresión, baja autoestima o satisfacción académica. Esto podría ser una explicación del comportamiento de aquellas personas que parecen rendirse en el camino. Según el estudio de dichos autores, algunos estudiantes, si se observan en situación de riesgo académico, reducen el tiempo dedicado a estudiar, disminuyen el esfuerzo en dicha tarea o la posponen, de forma que puedan atribuir cualquier fracaso a estos sucesos y no a sus propias habilidades.
La explicación a este último escenario es la ineficiente asignación de recursos realizada por el individuo. En el corto plazo, el estudiante presenta una función de utilidad que depende de diversos bienes, incluido su autoestima y su desempeño académico. El proceso de maximización consistirá en escoger las cantidades necesarias de cada bien, sujeto a una restricción presupuestal que, para fines prácticos, asumiremos que es el esfuerzo total de la persona. Si el individuo decide “autocapacitarse”, impone una restricción a la “cantidad potencial” de desempeño académico que podría obtener; por ejemplo, dedica menos horas a estudiar y no llega a comprender todos los temas que serán evaluados, entonces probablemente la máxima nota que logre alcanzar no sea el soñado y anhelado 20.
A pesar de lo anterior, el estudiante ahora puede destinar mayor “presupuesto” (esfuerzo) a incrementar su autoestima. Por tanto, esta asignación de recursos podría resultar eficiente y eficaz si es que el estudiante alcanza la mayor curva de utilidad posible. #DignidadIntacta. El problema surge en el largo plazo, cuando debido al menor desempeño, el estudiante acumula menor capital humano; en el ejemplo abordado, esta pérdida podría representarse como la suma de los temas que no llegó a revisar a lo largo de un semestre. Entonces, en este punto, será imposible que la persona alcance la mayor curva de utilidad posible, ya que ni con todo el deseo de mantener el amor propio intacto empleando la autocapacitación, evitará incurrir en algún error producto de la menor acumulación de conocimiento #Sid.
Lo expuesto concuerda con la teoría de Huffman (2007): la “autocapacitación” funciona en el corto plazo, mas no en el largo plazo. De acuerdo con el autor, en el largo plazo, aquellos que tienden a “autocapacitarse” resultan tener menor confianza en sí mismos y a presentar mayores errores en el trabajo.
Entonces, ¿qué podemos hacer para dejar de ser cobardes “autocapacitarnos”? Huffman señala diversas estrategias en el ámbito empresarial que podrían ser aplicables en la vida diaria. Una de ellas es que se debe determinar hasta qué punto los fracasos se deben a componentes de “autocapacitación” o a hechos reales. En el caso personal, esto podría implicar que, si no das todo de ti al realizar una tarea, no podrás saber si realmente el fracaso ocurre por limitaciones reales o porque te hiciste harakiri creaste barreras mentales. Otra recomendación destacada es aquella que motiva a evaluar psicológicamente al individuo y determinar si presenta rasgos de confianza desmedida #Iluso o excesivo temor al fracaso; lo cual se podría replicar en un estudiante al realizar un proceso de autoreflexión o acudiendo con un profesional.
Editado por: Sofía Flores