Pienso que las mejores cosas del mundo son aquellas que pueden ser compartidas. Vale poco aquel objeto que no se puede conversar con alguien, dado que la vida se deja sentir intensamente en el diálogo con el otro, que puede ser amigo o enemigo. Ciertamente, un libro es bueno no cuando se lee ni cuando se escribe, sino cuando se comunica y se entremezclan esas impresionantes dimensiones de la fantasía, la emoción y los recuerdos. Estas dimensiones no se consiguen sin haber vivido antes, sin haber sido afectado por el mundo vivido de alguien más. Ese “alguien más” son nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos y, por supuesto, aquellos que no son tan nuestros.
Por eso me cuesta mucho entender al intelectual de cuatro paredes, a ese que vive ajeno a la calle, a los murmullos, a las palabras errantes, al calor de los mercados o a la situación del corazón vecino, a ese que se obsesiona con sus propios pensamientos como si fueran los únicos que existen en este planeta torcido. En cambio, siento mucho la vida de aquellas personas a quienes no les cabe un ahora no en la lengua para salir a la esquina, a quienes comparten su existencia en el mundo como ingrediente inevitable del arte de la vida, y que al mismo tiempo pueden disfrutar de los libros como una experiencia íntima con la realidad. Para ellas, todo el gozo del paraíso.
Estas ideas me llevaron a querer reseñar no un libro de sociología, sino una conversación sociológica. Y es sociológica porque los temas que se ponen en juego son tratados desde ese intrincado lugar, o por decirlo así, desde ese estilo construido para pensar los asuntos humanos.Así, se trata de una reunión llevada a cabo en el 2017 entre Rita Segato y Eva Illouz, figuras excepcionales de las ciencias sociales cuyas obras han logrado ingresar con lucidez a las heridas diáfanas que sacuden los tiempos presentes. En sus estudios, se deja apreciar una variedad de disciplinas como el psicoanálisis, la historia, la antropología y la literatura con la finalidad de darle un sentido a las situaciones de la vida tanto privada como pública.
De esta forma, ambas autoras se acompañan, en esta ocasión, para conversar sobre las consecuencias del capitalismo en la vida de las personas. ¿Cómo afecta el modelo económico actual a la forma en que nos relacionamos íntimamente con los demás? Esta pregunta abre un espacio de reflexión sobre el cual Rita y Eva tienen muchas cosas por decir. Se interesan especialmente por compartir versiones y elaborar impresiones que esclarecen la situación mortal de las mujeres. Pero también sobre la situación de las fantasías del globo occidental, y aquí deseo detenerme.
Quien propone este tema, brillantemente, fue Eva Illouz. Lo hace en el momento en que destaca el éxito popular que obtuvo la adaptación cinematográfica del cuento clásico sobre el cual hemos oído hablar alguna vez: La bella y la bestia. En resumidas palabras, la trama que se desarrolla en este cuento tiene que ver con el proceso por el que pasa una bestia para convertirse en príncipe, suceso esperado gracias a la bondad y humildad de Bella, quien es la única que encuentra en el monstruo la calidez de un dulce corazón. Según Eva, el hecho de que este cuento haya tenido una difusión y valoración tan exitosa por mucho tiempo se debe a que expresa una realidad que se corresponde con las angustias vitales de las personas, y que además permite a través de su representación solucionar una ansiedad recurrente de la psique femenina. Esta ansiedad nace del pavor que produce la brutalidad masculina en las relaciones heterosexuales, universo afectivo donde los hombres suelen ejercer un poder que les permite actuar, en efecto, como unas bestias. Dicha potencia monstruosa del hombre solo es posible evitar con el amor, la bondad y la comprensión de una mujer, tal y como sucede en la película.
En efecto, la conferencia de Eva ofrece un punto de partida para repensar las relaciones amorosas del mundo heterosexual, sus delirios y sus fantasías. La bella y la bestia esconde la naturaleza del sacrificio y la rendición femenina con respecto a la crueldad de los hombres en el seno de un cautiverio impuesto. Al mismo tiempo, la pieza artística repara las ansiedades del mundo real produciendo una ficción desde la cual lo frío se hace cálido y lo monstruoso se hace maravilloso. Pero, existe dentro de todo un discurso romántico de fondo: el amor. El amor cura lo feo, transforma lo malo y asegura la vida; redime, iguala y dignifica. Si el amor se presenta con estos aspectos en una sociedad como la nuestra, es precisamente porque avanza sobre un terreno donde predomina lo feo, se reproduce lo malo y se pulveriza la vida; donde reina un tipo de desigualdad en la que nuestras presencias se ven constantemente amenazadas.
Ciertamente, lo interesante de los comentarios de Eva es que, desde el terreno de las fantasías, de la literatura y del cine, ensaya una explicación para comprender las decisiones políticas. Con este tipo de conferencias y de conversaciones, uno puede echar un ojo a las potencialidades del análisis sociológico, siempre despierto, siempre intrigante y de todas formas demoledor. Así, lo más destacable de estas dilucidaciones es la necesidad urgente de nuevas historias, de nuevas tramas y personajes. Está en nuestras manos seguir creyendo en la redención de la bestia o en otros mundos posibles. Por lo pronto, y para empezar, podemos unirnos a la conversación de nuestras escritoras.
Edición: Anel Ochoa