En medio de tantas noticias, es fácil quedarse solo con la brutalidad de los eventos en Venezuela y no entender qué verdaderamente está sucediendo. La Constituyente puede levantar muchas preguntas para quien recién se entera de ciertas elecciones en Venezuela. Es importante tener las estadísticas de los muertos y las rebeliones militares, pero sirve de poco si no conocemos el trasfondo que hace que ello deje de ser violencia sin sentido.
Los últimos eventos en Venezuela han sido difíciles de explicar. Parecía que la situación no podía empeorar más en el país llanero, luego del referéndum revocatorio constantemente aplazado, violentas protestas con numerosas víctimas, escasez alarmante de alimentos y medicinas, una severa crisis económica y, sobre todo, la ruptura de las instituciones democráticas autogolpe que ocurrió en marzo de este año. Sin embargo, el panorama político cambió radicalmente una vez más este fin de semana con la “elección popular” de la Asamblea Nacional Constituyente.
El presidente Nicolás Maduro, frente a la traba desacato que era el legislativo, controlado por la oposición, convocó a esta asamblea, que actuará como un poder supremo, para aferrarse como sea al poder y perpetuar su fallido modelo socialista. Las acciones opositoras se estaban saliendo del control del régimen, como el veto parlamentario a los futuros préstamos que alejó el financiamiento gubernamental, y una Consulta Nacional convocada por el legislativo en rechazo de la concentración del poder que recibió un aplastante voto opositor.
Maduro encontró una alternativa en la Constitución venezolana para perpetuar el poder dentro del bolivarianismo. La Asamblea Nacional Constituyente puede ser convocada para voto popular para “transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”. Pero, tratándose de Venezuela, lo que dice la Constitución es secundario, puesto que el llamado a la ANC requiere de un referéndum previo (SPOILER ALERT: no ocurrió) y ello llevó a múltiples protestas opositoras, con un mínimo 6 personas muertas por los enfrentamientos violentos.
Peor aún es el método de elección de los integrantes de la ANC, que se divide en dos formas: una territorial y otra sectorial. La primera otorgaba un curul por municipio, entonces las grandes ciudades, importantes focos de la oposición, tenían el mismo peso que los centros poblados de menor población (si te parecía raro el sistema del Electoral College en los Estados Unidos, ésto es lo mismo pero con esteroides). Sin embargo, el voto sectorial es lo más preocupante. Básicamente, el poder ejecutivo le puede otorgar la facultad de elegir un representante a sindicatos, consejos comunales, grupos estudiantiles, cualquier sector que vaya a elegir un representante del PSUV a cambio de beneficios gubernamentales. Al final, Maduro no elige a la ANC directamente, solo elige a quienes la eligen.
La cerecita sobre el pastel es que la Constitución, además, exige un mínimo del 15% del registro electoral para la Constituyente, y, mientras que los datos oficiales (FAKE NEWS) reportaron un 41%, el Presidente de la Asamblea Nacional Julio Borges dio una estadística más cercana al 7%. Y acá también se está contando el voto sectorial, que tenía todo el incentivo para elegir a representantes bolivarianos.
La ANC actúa ahora como un poder supremo, y es un instrumento que está por encima de la ley, de la Constitución y de todo. Está presidida por la otrora canciller Delcy Rodríguez, quien protagonizó varios altercados cada vez que aparecía en la OEA para defender a capa y espada al régimen chavista. De este modo, la ANC ya ha decretado el cierre de la Asamblea Nacional (exactamente lo que Maduro quería hacer al principio: hecha la ley, hecha la trampa). Tras el cierre de la Asamblea Nacional, la oposición ha perdido una de sus principales herramientas.
Cabe destacar que la oposición está dividida, y no existe una sola figura que la unifique. Por un lado, Henrique Capriles, otrora candidato presidencial, ha perdido perdiendo popularidad, mientras que Leopoldo López ha ido ganando momentum, especialmente durante su reciente traslado de prisión a arresto domiciliario y viceversa. Entre los voceros oficiales se encuentran Julio Borges y Freddy Guevara, quienes ejercieron como presidente y vicepresidente de la Asamblea Nacional, respectivamente. Sin embargo, también hay figuras en desacuerdo, que acusan a la Mesa de la Unidad Democrática de “colaboracionista” o “chavista light”.
En medio de una crisis y oposición interna, la Asamblea no ha sido reconocida por muchos países en la región, incluyendo a Perú, Colombia, Chile, Argentina, Brasil y Paraguay, además que países como México, Estados Unidos y Canadá aplicaron sanciones al régimen venezolano. Bolivia y El Salvador se mantienen fieles a Venezuela y celebraron los resultados. No es novedad que el gobierno de PPK se ha pronunciado contra el gobierno de Maduro en reiteradas oportunidades, y hasta ha llamado a los cancilleres de la región a una reunión en Lima este martes para discutir sobre la situación que se vive en el Palacio de Miraflores.
Lo interesante de la situación en Venezuela es cómo vemos la oposición que observamos ahí y está ausente en tantas otras dictaduras. El compromiso de la oposición es lo que puede detener varias políticas del régimen por medios informales, como se hace y se hará en Venezuela aunque se le quite los medios formales a la oposición. Tal vez deberíamos cuestionarnos el significado de lo que consideramos y valoramos como una democracia. Si nos importa la democracia porque permite la participación a todos en el gobierno, entonces Venezuela nos permite ver cómo sectores de la sociedad civil y ahora militares luchan por un sistema más abierto por más que su participación no les sea atribuida por vías oficiales.
Por más difícil de creer que sea la opinión difundida entre sectores de la izquierda peruana de que Venezuela es democrática por tener una oposición fuerte, podemos rescatar el hecho de que la estructura formal no es el único medio para obtener lo que llamamos valores democráticos. El significado de una democracia se puede ver aun en la oposición de una dictadura como Venezuela cuando esta toma las calles y exige el respeto al Estado de derecho y el orden constitucional, de este modo ejerciendo sus libertades políticas y civiles al oponerse a un gobierno opresivo.