Probablemente la última vez que oíste hablar de Kenia fue gracias a los birthers, movimiento que demandaba el certificado de nacimiento de Barack Obama. Al parecer, el tío Alex Jones, dueño del sitio web de teorías conspirativas InfoWars, podría tener unos cuantos amigos con ciertas similitudes en esta desconocida tierra.
En respuesta a alegaciones de fraude electoral en Kenia durante las elecciones generales del 2017, la Corte Suprema determinó corroborar los resultados del sistema electrónico recientemente implementados. El asunto es que los datos estaban bajo propiedad de Safran Morpho, empresa francesa que se negaba a conceder el permiso, alegando que aquello podría llevar a violar la privacidad de los ciudadanos. Finalmente se celebraron nuevas elecciones en las que la oposición continuó el modo Keiko y se inauguró el gobierno de Kenyatta, según el plan original.
Tras estos altercados, el nuevo gobierno de Kenia ha sido muy poco popular, incluyendo entre sus medidas propuestas tan temidas como el número Huduma, documento personal que facilitará el acceso a servicios públicos y reducirá los procesos burocráticos al reunir las funciones de pasaporte, licencia de manejo, certificado de nacimiento y mucho más. Es decir, una especie de súper DNI, donde tu número te permite acceder a prácticamente todos los servicios gubernamentales, aspecto fundamental para modernizar a un Estado y permitirle desarrollar la infraestructura necesaria para progresar. Es debido a los costos de Estado asociados a manejar tantos documentos de cada uno de sus ciudadanos que el Estado ha declarado que toda clase de servicios será negada a quien no cuente con uno. Sin embargo, ¿por qué decimos que es satánico?:
“Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia. Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre. ¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.”
-Apocalipsis 13, 16-18
Y acá, queridos lectores, tenemos evidencia de que los aleluyos se encuentran por todas partes. Si te parecía demasiado tener que explicar la diferencia entre el sexo anal, las orgías y el cuento del Caperucito Rojo, esto simplemente es ridículo. Sin embargo, existen otras críticas a esta medida, entre las cuales destaca que la empresa Safran Morpho se encuentra trabajando con el gobierno para implementar el programa. O también que el gobierno anuncie que no podrán otorgar los servicios cubiertos por el número Huduma a quienes no cuenten con uno, medida que no suena tan mal considerando que sabemos todo el tiempo que demora hacer cualquier trámite en otro país en desarrollo.
En medio de todo, se encuentra la discusión sobre la privacidad de los ciudadanos. De cierto modo, la oposición ganó cuando Safran Morpho se negó a proveer los datos. A pesar de haber hecho lo que a cualquier empresa responsable le corresponde, la decisión estaba entre informar a los ciudadanos que una empresa extranjera disponía de información sobre ellos u otorgar dicha información, sin que nadie se enterara porque no se habría creado una noticia periodística sobre el tema. Y esto es importante en Kenia, donde las elecciones se encontraron plagadas de mensajes de texto o Whatsapp de los distintos candidatos. Es decir, el gobierno de Kenyetta se ha convertido en un blanco fácil de preocupaciones comunes de los ciudadanos.
¿Por qué hablo de esto en medio de los adoradores de Pascua en Sri Lanka, las elecciones en España y el video de al-Baghdadi? Además de un título que le dé más visitas a Voz Actual, por más lejano y alejado a nuestra realidad que nos pueda parecer Kenia, existe algo en esta historia que es una tendencia universal. Se prestó mucha atención a cuando en Turquía el Primer Ministro Erdoğan mandó mensajes de texto a todos los ciudadanos para que detuvieran el golpe de Estado. Y el caso del espionaje del gobierno estadounidense y Edward Snowden trata de la misma problemática. Lo que se destaca de Kenia es que esta es una colaboración entre el Estado y las empresas privadas. Ya antes he hablado de cómo estamos regresando a la época de las ciudades Estado italianas y los Medici, familia de banqueros de gran poder que ejerció las funciones gubernamentales de Florencia, y este caso no es distinto.
En otras palabras, contra lo que algunos de mis amigos creen, el hecho de que los privados se tomen atribuciones estatales es una gran amenaza a la libertad. Acá tiene que haber una clara diferenciación entre la prestación de servicios a entidades gubernamentales, y el hecho de que las grandes corporaciones creen lobbies a cambio del apoyo a distintos políticos, tal y como aquella vez que Julian Assange se refirió a Google como el arma secreta de Hillary Clinton. Y surgen aún más aristas cuando entra China en juego, cuyos inversionistas se encuentran comprando acciones de distintas empresas para acceder a los secretos de Estado más importantes que puedan ser imaginables. Dentro de poco podría ser alguna red social.
Editado por: Pierina Paytán