Reescribir la historia siempre es dramático. Es #palta enterarse de que tu padre es un fulano que nunca has visto. Las teorías DanBrownescas (?) sobre el dudoso origen de una nación son aún más estremecedoras. No obstante, hallazgos de mucha mayor importancia parecen haber pasado muy por debajo del radar: indicios señalan a Europa, y no a África, como punto de origen para la humanidad.
Virtualmente todos los libros de antropología biológica—incluidos las ediciones más recientes de Personal Social actualizados con el Currículo Nacional—señalan a África Oriental como más probable “cuna” de la humanidad. No es de sorprender que varios estudios hayan encontrado específicamente a Etiopía como lugar más propicio para encontrar el mítico Jardín del Edén. Lo que sí es de sorprender son los hallazgos más recientes publicados en mayo de este año por un equipo internacional liderado por la Universidad de Tübingen y la Academia de Ciencias de Bulgaria.
Para empezar, toda la cuestión taxonómica alrededor del género humano es bastante confusa. Un buen indicador de ello es que el propio artículo empieza detallando su propia terminología para el árbol genealógico de nuestros ancestros. Según nos narran los investigadores, ellos definen Hominoides como simios; Homínidos, como grandes simios y humanos; Hominíneos, como simios africanos y humanos; y Homíninos, como humanos y sus ancestros no simiescos (ver imagen inferior para ilustración de alta calidad).
Con esta definición en mente, el equipo de la Dra. Böhme se aventuran a identificar al más antiguo miembro de Hominini como contrapuesto a Panini (nuestros primos los chimpancés). Molecularmente hablando, ya se había propuesto una fecha tentativa para la divergencia entre Pan y Homo (último genero superviviente de Hominini) alrededor de 5 a 10 Ma atrás, con una edad mínima más aceptada de 7 Ma. Los autores son suficientemente respetuosos como para incluir a los candidatos más voceados (todos africanos) a Hominin más antiguo en el registro fósil, como Ardipithecus, Orrorin y Sahelanthropus, todos entre 5 y 7 Ma. Sahelanothropus resalta por estar posicionado hasta 7.2 Ma atrás, más Böhme rápidamente señala que la determinación de su edad no es del todo confiable por el estado de sus muestras y la baja precisión de sus métodos (#bummer).
Sólo dos piezas mandibulares provenientes de Pyrgos Vassilissis (Grecia) y Azmaka (Bulgaria) parecían hacerles frente. Ambas pertenecen a Graecopithecus freybergi (apodado “El Greco”) y, gracias a escaneo y modelamiento 3-D, fueron posicionadas como más próximas a nosotros que a otros homínidos. “Mientras los grandes simios usualmente poseen dos o tres raíces (dentales) separadas y divergentes, las del Graecopithecus convergen y están parcialmente fusionadas—una marca distintiva de los humanos modernos, humanos primitivos y varios pre-humanos”, comenta la Dra. Böhme.
Nikolai Spassov de la Academia de Ciencias de Bulgaria, coautor e investigador clave, añade: “La comida del Graecopithecus estaba relacionada a vegetación seca y dura propia de la savana, a diferencia de los grandes simios modernos que viven en junglas. Por lo tanto, como los humanos, éste tiene molares anchos y esmalte grueso”. Los registros filotilíticos de la época, vuelve a señalar Böhme, provee evidencia de severas sequías, y el análisis de carbón indica eventos incendiarios recurrentes. “En suma, nosotros reconstruimos una savana, la cual encaja con las girafas, gacelas, antílopes y rinocerontes que se encontraban junto al Graecopithecus“, concluye Spassov.
Pero esto no es todo. Según otros artículos aún más recientes publicados junio en Nature por Jean-Jacques Hublin y Daniel Richter del Insituto Max Planck para la Antropología Evolutiva, de todas formas el fósil de Homo sapiens más antiguo encontrado hasta ahora sigue estando en África, pero es 100 000 años anterior al próximo registrado, y no se descubrió en el Cuerno de África, sino en Marruecos. Específicamente en Jebel Irhoud, hace más de treinta años.
La aparición específica de los humanos modernos parecía remontarse al Este de África, como era señalado por los fósiles de Homo sapiens más antiguos (de unoa 190 000 años) en Etiopía y por análisis de ADN mitocondrial que sitúa al último ancetro universal hace 200 000 en la misma región. Y esta era la premisa en la cabeza del Dr. Hublin en los 80’s llegó a sus manos una pieza craneana juvenil que fue encontrada en el sitio en 1961 por unos mineros. No fue hasta los 90’s que Hublin pudo visitar Jebel Irhoud por primera vez, y otra década tuvo que aguardar hasta que en 2004 recibiera los fondos del Max-Planck-Institut para rescatar los restos enterrados. Más de 20 huesos pertenecientes al menos a 5 individuos fueron catalogados. Hublin y su equipo—sin llegar al extremo de auspiciar una antropogénesis puntual en el actual territorio marroquí—creen en una evolución eminentemente nomádica y extendida por buena parte (sino todo) el continente Africano.
Cabe resaltar el ceño fruncido con el que un sector importante de la comunidad científica recibió el hallazgo. Reputadas figuras en el campo, como el paleontólogo Jeffrey Schwartz de la Universidad de Pittsburgh y la paleoantropóloga María Martínon-Torres del University College de Londres (quien fue explícitamente citada en el estudio, por ser una autoridad en características faciales de nuestra especie), resaltan el abuso muchas veces cometido por investigadores entusiastas que intentan apresurarse en escribir otro capítulo en nuestra historia. Un punto clave que la Dra. recomienda evaluar es la ausencia de características bandera de la humanidad, como la frente y la barbilla prominentes.
Curiosamente, un tercer lugar merece codearse junto con Marruecos y Europa del Este como gran descubrimiento paleoantropológico en lo que va del año. Un estudio publicado a finales de abril—esta vez en Science—detalla la recuperación de 45 fósiles de aproximadamente 100 000 años de antigüedad en Lingjing, provinicia de Henan, China. Algo curioso es que, de acuerdo al artículo de difusión en la misma revista que salió a los pocos días, tanto Hublin como Martínon-Torres se aventuran a identificar los restos con un polémico grupo que Zhang-Yang Li y su equipo prefirieron limitarse a insinuar: Denizovans, por su primer descubrimiento en la Cueva Denisova en Siberia, Rusia. Chris Stinger del Museo de Historia Natural de Londres, cuyo artículo de revisión acompañó y avaló los descubrimientos de Hublin en Nature, se lanza sobre la timidez de los investigadores chinos: “cualquier otro se preguntaría si son Denisovas”.
Este elusivo grupo de humanoides es primo del Neanderthal, pero con “con un claro sabor oriental”, como señala Martínon-Torres. Sin embargo, comparte muchas características con no sólo otros homínidos asiáticos, sino con humanos modernos en lo que se denomina “contínuum regional”. Aunque este título conyeva una fuerta suspicacia. En parte debida a su descubrimiento relativamente reciente en el 2010, los esfuerzos filogenéticos han tenido que darse por contentos con escasas muestras de ADN y pocos fósiles completos… Hasta esta primicia salida de China.
El 2017 acaba de comenzar su primera mitad con tres fuertes revelaciones para la comunidad científica dedicada a esclarecer el origen de la humanidad. No cabe duda de que tan rápido como el pico de los excavadores y las pipetas de los biólogos moleculares será rápidamente alcanzadas por las incisivas críticas de otros autores. Sin embargo, sean estos hallazgos comprobados o descartados, la refrescante ola de datos empíricos y reordenamiento de hipótesis es algo que Martínon-Torres llamó en el caso de China “¡tremendamente excitante!”