– Ahorrívoro, el malvado cómplice de la inflación que aparece en las pesadillas de tu alcancía
¿Alguna vez has escuchado hablar de la inflación? En el último par de años, quizás lo hayas hecho. Está de moda en todos los países del mundo, pero es una de esas tendencias que a nadie le agrada ver. Si no la has notado, la ciencia (es decir, el tío Voz Actual) nos ofrece dos hipótesis: (1) nunca ayudas en las compras del hogar o (2) realmente nadas en dinero y la inflación casi no te afecta en lo absoluto. Por si aún no la conocías, te compartimos una definición: es el aumento de precios generalizado y sostenido en los bienes y servicios. Sencillamente, es el nombre del fenómeno “antes las cosas eran baratas, ahora en cambio todo es más caro”. Hoy te ofrecemos una guía con tres puntos para que la entiendas y entretengas a tus tíos en la parrillada dominguera o aburras terriblemente a tus hermanos menores.
1. Causas
Aunque existen causas variadas de la inflación, las agruparemos en tres categorías:
Empujada por los costos, que sucede cuando los costos de materias primas o salarios aumentan. Un claro ejemplo aconteció durante la reciente crisis por escasez de los fertilizantes. Siendo este un insumo fundamental en la agricultura, los costos de producción aumentaron. En consecuencia, esto se tradujo en una subida de precios para los consumidores.
Jalada por la demanda, que sucede cuando la demanda por los bienes de la economía crece mientras que la cantidad ofertada escasea. Por ejemplo, posterior a la crisis sanitaria, se seguía permitiendo que las personas dispongan de sus ahorros. A la vez, continuaban manifestándose problemas en la cadena logística que dificultaban la importación. Así, la demanda se sostenía mientras que la oferta no era capaz de mantener el ritmo.
Por política económica expansiva, que sucede cuando los gobiernos tratan de estimular la economía y relajan su control de la inflación. En el año 2020, los gobiernos ofrecieron facilidades para evitar una crisis mayor debido a las cuarentenas que impusieron. Por ejemplo, entregaron bonos o abarataron el crédito. Esta introducción de dinero en la economía disminuyó su valor.
2. Consecuencias
Pérdida de poder adquisitivo
El dinero de hoy puede comprar menos que el dinero de ayer y, una vez que los precios suben, estos no vuelven a bajar en el futuro (a menos que haya una recesión y créenos cuando decimos que nadie quiere eso: las empresas quiebran y las familias pierden sus trabajos e ingresos). Peor aún, los precios aumentan más rápido de lo que suben los salarios porque para las empresas es fácil cambiar sus precios, mientras que los sueldos en la mayoría de los casos se quedan fijos debido a los contratos. Por ello, los sueldos no dan alcance a los precios y se puede concluir que no es fácil recuperar el terreno perdido.
Desanclaje de las expectativas
Las expectativas de inflación se refieren a la creencia de las personas sobre la inflación que habrá en el futuro. Estas importan porque determinan la conducta de la gente cuando gasta su dinero. Si los bancos centrales (principales encargados de domar la inflación) no hacen nada, la población podría cambiar su patrón de consumo permanentemente creyendo que la inflación nunca se logrará mantener a raya. Entonces, esto se traduce en una profecía autocumplida: las personas, al creer que su dinero perderá poder en el futuro, buscarán consumir tan pronto como sea posible, pero esta mayor velocidad en la circulación del dinero solo será un sobreestímulo para la demanda y empeorará inflación.
3. La cuestión moral
Tristemente, hoy sabemos que la inflación se mostró con más fuerza en bienes o servicios básicos y de primera necesidad como alimentos y energía. Esto significó que las personas de bajos recursos sufrieron más, pues ellas destinan una mayor porción de sus ingresos al consumo de estos víveres. Otra cuestión sobre la inflación estriba en que desalienta el ahorro y golpea con crudeza a las personas que fueron moderadas y sensatas al guardar sus recursos pensando en el futuro. Así, la inflación funciona como un impuesto a los ahorros y se trata, en efecto, de un castigo injusto.
Más aún, los bancos centrales han tomado cartas en el asunto para controlar la inflación; sin embargo, nada es color de rosa al respecto. Ellos suben la tasa de interés para hacer el ahorro más atractivo en comparación al consumo y, con esto, disminuir la velocidad a la que el dinero circula en la economía. No obstante, esto encarece cualquier préstamo de dinero, ya sea un crédito para adquirir una casa o un vehículo, entre otros. Vemos así cómo las personas afrontan repetidos golpes durante el proceso inflacionario, tanto en el trayecto de subida como en el de bajada.
La inflación es como una bestia indomable y suele reforzarse a sí misma. En el peor de los casos, controlarla para que no empeore requiere inducir a la economía en una recesión (un peligro todavía latente). En vista de todo lo anterior, quizás merezca la pena que nuestro estimado lector tome algunas medidas que más adelante le permitan proteger los ahorros que obtuvo gracias a su esfuerzo. En dicho sentido, se torna esencial educarse cuidadosamente sobre los instrumentos financieros disponibles para incrementar o mantener el poder de su dinero. Así es: invertir (y no solo “ahorrar”, como se suele decir) es progreso. Por nuestro lado, solo sabemos que los equipos de economía guardarán en sus libros este período infame y harán todo lo posible para que no se repita.
Editor: Juan Diego Linares