En los últimos años, se ha puesto de moda el marketear si una universidad está licenciada o no. Tristemente, el cumplir con los estándares mínimos de calidad ha sido motivo de otorgar “prestigio” a las casas de estudio, cuando debería ser más bien su obligación. Tan solo en el 2019, la SUNEDU ha denegado el licenciamiento a 29 universidades[1], lo que no solo evidencia la baja calidad de educación superior que tiene el país, sino que deja a miles de alumnos en una incertidumbre profesional lamentable.

CASO RECIENTE: ALAS PERUANAS, ALAS QUE PARAN

El trabajo regulador de la SUNEDU trajo consigo algunos casos controversiales: la fachada fake de TELESUP[2] y la reciente denegación de licencia a la universidad más grande (en número de filiales y alumnado) del Perú: Alas Peruanas (UAP).

El 24 de diciembre del 2019, la SUNEDU resolvió que la UAP no cumplió con las condiciones básicas de calidad; puesto que aprobó solo 11 de los 44 indicadores básicos de aptitud. Las principales observaciones se resumen en problemas de infraestructura, escasa investigación, inconsistencia en la regulación del proceso de admisión y la deficiente bolsa de trabajo que se ofrece al alumnado. [3]

En ese contexto, la universidad planteó una alternativa de solución: la fusión con la universidad Norbert Wiener (ya licenciada). La SUNEDU les dijo que no sean vivos dejó en claro que, de fusionarse, debían someterse a una nueva supervisión. Lo cierto es que más de 65 mil estudiantes están en una incertidumbre sobre su futuro profesional.

¿EN QUIÉN RECAE LA RESPONSABILIDAD?

Empezamos el 2020 y ya cerraron otra universidad: Universidad Peruana de las Américas. Hasta la fecha, se ha denegado la licencia a 34 universidades y 2 escuelas de post grado. Es deplorable que estas instituciones no hayan sido capaces de velar por una educación de calidad y, en consecuencia, brindar profesionales competentes al mercado. Pero ¿Quién es responsable de la baja calidad de educación superior?

Empecemos mencionando que todas las instituciones educativas con licencia denegada, son privadas. Hay aquí un conflicto de interés en las autoridades de dichas casas de estudios, por priorizar su interés económico sobre la calidad de la educación que decían brindar. Recordemos que hasta había un rector con un sueldo de dos millones de soles mensuales, cuya universidad – Inca Garcilaso de la Vega- ¡se declarará en quiebra! De cierta forma, los beneficios tributarios a las universidades han atraído esa mirada mercantilista y el afán de lucro en la creación de universidades fachada. Negociazo. 

Pero el Estado no se salva de ser responsable. Como lo dijo Jorge Mori, ponente del I congreso de Derecho Educativo, el Estado tiene la obligación de ofrecer una educación de calidad, regular de manera responsable y sin excesos a privados que están cumpliendo con sus actividades de manera correcta y, en cierto grado, fomentar una educación de excelencia. La tarea fiscalizadora del Estado está consolidándose a través de la reciente reforma y de la SUNEDU. No obstante, es un poco tarde para todos los estudiantes y egresados de universidades que ya no tienen licencia. El daño ya está hecho y los perjudicados son miles.

EL COSTO QUE PAGAN LOS ESTUDIANTES

En muchos casos, los jóvenes se matriculan en universidades de dudosa calidad por falta de recursos económicos y caen en el engaño de instituciones mercantilistas que lucran ofreciendo educación de baja calidad. Porque no ofrecer siquiera una infraestructura básica, es una estafa.

Por otro lado, acceder a la educación superior en universidades nacionales no es fácil para la basta mayoría de los estudiantes, que van a colegios nacionales. Lamentablemente, los conocimientos que se brindan en los colegios SUNEDU para estos también porfa, en la mayoría de los casos, no son suficientes para postular e ingresar rápidamente a una universidad nacional. Prepararse en una academia o pre supone tiempo y dinero. Si es que eligen ese camino, algunos jóvenes deben trabajar para cubrir dichos gastos o, en el mejor de los casos, cuentan con el apoyo financiero de sus padres. Es entonces, donde finalmente recurren a la opción de estudiar en una universidad particular que va de acuerdo con sus posibilidades.

La reforma está purgando a los malos elementos de la educación superior en el país; sin embargo, esto incluye el daño colateral de miles de estudiantes, docentes y personal administrativo que quedan en incertidumbre. Si bien la SUNEDU ha emitido una serie de reglamentos que contemplan a los principales afectados [4], la tarea ahora es que la reforma realmente valga la pena y asegure calidad en el futuro. En términos de Fernando Tuesta, sociólogo peruano, esperemos que estos acontecimientos eviten una marcada diferencia en el sistema universitario entre una élite que educa bien a sus alumnos y otra que los engaña. 

Editado por: Isabela García


[1] Fuente: Sunedu

[2] Noticia: Perú 21

[3] Fuente: Sunedu

[4] Infografía: PUCP