Continuamos en pandemia por la Covid-19 (¡No hay que bajar la guardia!). A estas alturas, es evidente que la crisis sanitaria agravó muchos de los problemas que ya teníamos como país. Uno de ellos es la situación de riesgo al que están expuestas las numerosas zonas arqueológicas de todo el Perú.

Hace unos días, la BBC presentó las amenazas de muerte que recibieron la arqueóloga Ruth Shady y su equipo. Shady -quien conforma el top 100 de mujeres inspiradoras e influyentes en el mundo durante el 2020- encabeza el Proyecto Especial Arqueológico Caral-Supe, el cual busca proteger dichas zonas arqueológicas. Las amenazas, que provienen desde el mes de junio, serían de parte de personas a quienes no les importa destruir los restos y bienes arqueológicos que todavía quedan en la zona, con el único fin de poder traficar dichas tierras y vender los bienes “rescatables”.

Ruth Shady.
Fuente: Ministerio de Cultura

La extracción de bienes culturales de manera clandestina y la invasión son dos grandes problemas que afectan a nuestras zonas arqueológicas. El caso de Ruth Shady y Caral ejemplifica el riesgo al que están expuestos una gran cantidad de sitios arqueológicos a lo largo y ancho del Perú. Lamentablemente, la pandemia agravó la desprotección de estos centros.

El hurto de bienes culturales, también llamada huaqueo, es una práctica en la cual dichas piezas, valiosas e irremplazables, son comercializadas en el mercado negro y, probablemente, nunca más recuperadas. Los huaqueros realizan la extracción de estos objetos sin tomar las medidas correspondientes, lo cual puede generar daños irremediables en las piezas. El robo de estas piezas conllevaría a la pérdida de una parte vital de la historia.

Forma correcta de extraer una pieza cultural.
Fuente: Ministerio de Cultura

Dato: Uno de los objetivos del huaqueo es comercializar los bienes arqueológicos -tales como cerámicos o telares– en el mercado negro. No obstante, los ingresos por la venta de estos no suelen ser muy significativos para los huaqueros. Empero, entre los intermediarios se presentan los ingresos más altos.

En Caral se estaban desarrollando excavaciones que, debido a la cuarentena, tuvieron que parar intempestivamente. Cerámicos antiguos quedaron descubiertos y desprotegidos. Sin duda, fueron “presa fácil” para los huaqueros. Situación similar se registró en el sitio arqueológico Cerro Pitura, ubicado en Lambayeque. Hasta el 2018, este recinto no contaba con un perímetro exacto que lo delimitara, lo cual facilita el “trabajo” de los huaqueros.

Otro problema que afecta desde hace muchos años a las zonas arqueológicas son las invasiones. Las amenazas a Ruth Shady demuestran que estos conflictos continúan. La invasión de estas se puede dar con la finalidad de formar conjuntos habitacionales o lucrar con dichos terrenos, entre otros. Esto podría perjudicar notablemente las ruinas del lugar o, aún peor, abolirlas por completo.

En Lima, han resaltado casos como los de la huaca Mateo Salado. Esta fue invadida y utilizada como almacén de material reciclaje, vivienda y un taller de mecánica (Tal como lees, ¡una mecánica!). Otro caso lamentable es el de la huaca El Paraíso, en la cual se quiso desarrollar una corrida de toros (¡dentro!). Afortunadamente, el Ministerio de Cultura intervino a tiempo y esta no se realizó.

Huaca Mateo Salado. Fuente: El Comercio

El Ministerio de Cultura es el encargado de preservar todos aquellos Patrimonios Culturales de la Nación . Tiene constancia de todos estos para su correcta fiscalización y les otorga dicha categoría con la finalidad de garantizar su seguridad. Su labor es vital y articulada con otros entes estatales y privados. No obstante, esto no parece ser suficiente para el sistema judicial, ya que la resolución de denuncias por invasiones o huaqueo suelen durar muchos años o inclusive quedar inconclusas.

“Nadie quiere aquello que no conoce”. El desconocimiento acerca de la importancia de estos, para el Perú actual, es una causante del menosprecio a los pocos sitios arqueológicos que quedan en el país. En el caso de Caral, Shady señala que, tras un proceso largo de conversaciones con los pobladores cercanos a la primera ciudad de América, comprendieron la importancia de la conservación de esta milenaria cultura. Alberto Martorell, arqueólogo, afirma que lo mismo sucedió con la huaca Pariachi en Huaycán, Ate. Esto despertó en los vecinos de Huaycán el interés por esta zona arqueológica poco conocida en un lugar turístico.

Las zonas arqueológicas son parte de las localidades y del día a día de las personas. Lamentablemente, se encuentran en constante peligro. El huaqueo y el tráfico de tierras les hacen mucho daño a estos lugares. Queda una tarea pendiente: aprender a convivir con estas y protegerla. En esta última, el apoyo ciudadano puede contribuir en la labor fiscalizadora, mas el trabajo conjunto con el Estado logrará protegerlos.

Fuente: Diario Oficial El Peruano

Editado por: Camila Villalobos