Dicen que los gallinazos son aves que se caracterizan por vivir cómodamente entre los basurales; que encuentran entre la suciedad y la cochinada el ecosistema perfecto para poder saciar su hambre. Al ser animales netamente carroñeros, los gallinazos poseen la habilidad única de sacar provecho de la carne en su estado más descompuesto y putrefacto, ya que están adaptados biológicamente para eliminar cualquier sustancia tóxica que hayan ingerido. Incluso, a diferencia de otras aves, su diseño anatómico los vuelve casi inmunes a ensuciarse de andar en tanta basura, pues sus cabezas y cuellos no poseen plumas donde la mugre pueda acumularse.
Los recientes hechos de corrupción revelados a raíz del caso Odebrecht, han brindado la evidencia suficiente para al menos sugerir que los tres últimos presidentes del Perú han sido básicamente unos gallinazos sin plumas. Imitando la naturaleza de estas aves carroñeras, Toledo, García y Humala, se aprovecharon por completo de un país muerto y podrido institucionalmente para llenarse los bolsillos y la panza de algunos de coimas pagadas con el dinero de todos los peruanos. La falta de transparencia en la licitación y concesión de grandes proyectos de infraestructura, junto a la ausencia de mecanismos adecuados de rendición de cuentas en el país, les permitió a estos gallinazos asociarse con empresas corruptas – tales como las brasileras Odebrecht, Camargo Correa, Andrade Gutiérrez, entre otras – para hacer negociasos en los que vendían la idea de desarrollo y prosperidad cuando en realidad le estaban robando de la forma más caleta a todos y cada uno de los peruanos.
El ejemplo transversal de la tan famosa Carretera Interoceánica puede ser de bastante utilidad para graficar el modus operandi de Toledo, García y Humala en los últimos años. La construcción de esta obra se inició en el 2006, aún durante el gobierno de Toledo, sospechosamente sin la necesidad de presentar un Estudio de Impacto Ambiental y sin pasar por el fallecido Sistema Nacional de Inversión Pública. Es decir, bajo reglas de juego creadas al gusto del cliente. Sin embargo, las sospechas de que verdaderamente algo no andaba bien con este proyecto se volvieron más evidentes cuando, a través de una serie de mágicas fórmulas legales conocidas como adendas, el costo del proyecto fue progresivamente aumentando hasta representar una cifra 4 veces superior al monto de inversión presupuestado inicialmente. De acuerdo al informe del ex congresista Juan Pari, las sobre-valorizaciones de estas obras en muchos casos eran consecuencia de los acuerdos de coimas que habían sido previamente fijados por las intensas labores de negociación entre las empresas brasileras y altos funcionarios estatales de los distintos periodos de gobierno[1].
Por si creyeron que el cambio de gobierno de Toledo a García iba a afectar este esquema cochino de concesiones, se equivocan; mi tío Alan se encargó de darle continuidad a la política de inflar los presupuestos de obras en beneficio de las empresas y en perjuicio del Estado. Durante su gobierno el presupuesto destinado a la construcción de la Interoceánica se incrementó de US$ 395 millones a US$ 1076 millones, con un sobrecosto promedio de casi US$ 100 millones por cada adenda que sus operarios firmaban. Lo mismo sucedió en el periodo de Nadine Humala, donde el presupuesto inicial para el tramo restante de la Interoceánica fue de US$ 244 millones y terminó costando cerca de US$ 944 millones.
¿Qué consecuencias ha traído consigo hasta el momento las revelaciones de este gran caso de corrupción? En el plano económico, ha generado la suficiente incertidumbre para paralizar proyectos de inversión, en los que Odebrecht estaba involucrado, por un monto que asciende aproximadamente a los US$ 1500 millones, lo cual podría acentuar la inercia económica en la cual el Perú se encuentra. En el plano político, estos sucesos han ocasionado la debacle de una perversa clase de dirigentes que nos gobernó durante los últimos 15 años, dando pie a una ligera sensación de renovación de los partidos políticos y sus representantes en el país.
Sin embargo, no todo pinta para mal. Los gallinazos también pueden servir para detectar fácilmente la basura y eliminarla rápidamente. Esta severa crisis de corrupción puede ser la gran oportunidad para que el actual Gobierno demuestre su capacidad para capturar a los malos elementos que atentan contra la integridad e institucionalidad del sector público. Esperemos pues que finalmente se logre capturar a estos gallinazos y se evite en un futuro próximo, que más de ellos lleguen a cargos públicos donde puedan sacarle la vuelta a todos los peruanos, cobrando coimas y favoreciendo desmedidamente a empresas que encuentran en la corrupción un estilo natural de hacer negocios.
[1] Pueden encontrar el informe completo en este link: https://goo.gl/YG4Ykd