Hace unas semanas, se volvieron virales los reclamos a raíz de la escasez de figuritas en Tai Loy. En redes, algunos se preguntaban el porqué los peruanos no éramos capaces de indignarnos de igual manera con los problemas de nuestro país. Tenemos situaciones hasta por gusto, pero hoy propongo una: la propuesta del Congreso que podría dejar fuera de carrera a dos (pre)candidatos para el 2021. ¿Podemos reclamar de igual manera en ambos casos? ¿Cómo se relacionan las figuritas del Mundial y nuestra penosa política?
El Mundial de fútbol, con presencia peruana, despierta pasiones difíciles de comparar con otras (la tocó, la tocó….). A algunos les parecerá exageradas, pero lo cierto es que nos emociona, nos hace sentir vivos. No importa lo que pase luego, estamos disfrutando el camino. ¿Podremos llevar esta pasión a otras dimensiones de nuestra vida o, incluso, a la política?
Coleccionar el álbum nos afecta directamente y nos molestamos frente a la escasez de figuritas. Por otro lado, los problemas del país nos parecen ajenos y cambios en la ley creemos que no nos afectan. En realidad sí lo hacen, y mucho. Pensemos en lo siguiente: ¿cuál debe ser el objetivo de la política, sino es mejorar nuestro día a día, permitiéndonos disfrutar de, por ejemplo, cambiar figuritas? Tal vez estamos perdiendo de vista el objetivo de la democracia, de tener un Gobierno estable donde estén representados nuestros intereses. Sufrimos una crisis de representitividad grave, y esto puede empeorar. Es muy peligroso. Nada ni nadie debe quitarnos el derecho a elegir a un candidato, así como nada ni nadie puede quitarnos el derecho a cambiar figuritas.
Aprendamos de la pasión del fútbol para también apasionarnos por otras cosas. Es un mundo en el que parece que vivimos en piloto automático, guiados por la acumulación de dinero y poder, es importante recuperar la pasión por las cosas. El Mundial y el álbum nos lo devuelven por algunos momentos. La gran mayoría de personas no llena el álbum por una recompensa externa, sino que lo hace simplemente porque le gusta hacerlo bien. No pasa lo mismo con nuestra “clase política”. El poder y el dinero se volvieron fines en sí mismos, y pocos desempeñan sus funciones con el deseo de servir y hacerlo bien. Las modificaciones que el Congreso propone para las elecciones del 2021 son un claro ejemplo de juego sucio. Lo que importa es el poder. Preocupémonos.
Existe un problema de fondo. Estamos en una sociedad en la que la felicidad y realización personal se asocia al dinero, prestigio y poder. Esto alimenta también a los políticos. Mientras no cambiemos de chip, será difícil corregir este problema. El cambio en nuestro país pasa también por un cambio de mentalidad. Así como muchos reclamaron por la falta de figuritas, tal vez mañana toque reclamar por las modificaciones en la ley electoral, obedeciendo a intereses particulares. No es una cuestión de afinidad política, se trata de defender el juego limpio. Que la pelota no se manche.