Hablar sobre feminismo en esta época de redes
sociales es el pan de cada día. Por ejemplo, el crecimiento del movimiento
#MeToo abrió la discusión de relaciones de poder en esferas donde aún no se
lograba tener un ambiente libre y seguro para la denuncia de abusos. Sin
embargo, las redes también se han vuelto un espacio donde la confianza que nos
brinda escribir detrás de una pantalla sirve de escudo para escribir falacias o
posturas sin fundamento.
Estas confusiones se dan tanto por personas en contra del movimiento como por las que creen estar apoyándolo. Tarana Burke, creadora del movimiento #MeToo, expresó en una charla TED la pena que le genera ver que muchos de los que dicen defenderlo terminan reforzando la idea de que es una “caza de brujas” en contra de los hombres, alejándose del motivo principal (ayudar a las víctimas de abuso sexual en posición desfavorable de poder, no sólo mujeres) y transformándolo en un movimiento que ella misma no logra reconocer por momentos.
La RAE define el feminismo como el principio de igualdad de derechos para la mujer y el hombre. También consideramos en esta definición el concepto de equidad de género: incorporar las circunstancias o características de cada individuo dentro de lo que es justo. Este movimiento ha evolucionado a través de “olas” a lo largo de la historia hasta llegar a la actual: la cuarta ola. La socióloga Rosa Cobo explica que esta se caracteriza por ser universal: ha logrado discutirse desde diferentes perspectivas, y se ha convertido en un sentir que va más allá de países o regiones. Concepción Carrasco, investigadora de la Universidad de Alcalá, agrega a esta ola la importancia de la unificación del feminismo académico con el activista para lograr cambios a nivel legislativo en diferentes países. Esta nueva etapa también incluye la interseccionalidad, la cual nos permite evaluar las relaciones de opresión y privilegio que se dan como consecuencia de la combinación de identidades como las étnicas, sexuales, religiosas, etc. A pesar de esta evolución, los argumentos en contra siguen siendo similares a los de tiempos pasados. En este caso explicaremos los tres más comunes en redes sociales:
1) Ni machista ni feminista, yo creo en la igualdad
Este argumento básicamente percibe al feminismo como la versión inversa del machismo, también referido como “hembrismo”. Como en todo movimiento, si bien existen grupos radicales, el feminismo, como definimos líneas arriba, busca la equidad, lo que va más allá de una disputa entre hombres y mujeres. Por eso, brinda un fuerte apoyo a la comunidad LGTBIQ+ y otros grupos que han sido marginados durante la historia aplicando el concepto de interseccionalidad .
2) Son “feminazis”
Si bien parece evidente que una comparación entre el nazismo y el feminismo es descabellada, “feminazi” es de los términos más utilizados en redes sociales. Este fue utilizado por primera vez en el libro “The Way Things Ought To Be” por Rush Limbaugh, quien comparó la petición de aborto legal con los nazis, tratándolo de “un holocausto moderno” que busca provocar el mayor número de abortos. Además, en una entrevista para The Time, llegó a afirmar que el feminismo surgió para permitirles a las mujeres poco atractivas tener un acceso más fácil a la corriente de la sociedad. Sabemos que la propuesta de decidir no tiene como motor terminar con los embarazos, sino que parte del hecho de que una de cada cinco mujeres han abortado a pesar de las leyes restrictivas; por tanto, la regulación de esta realidad oculta permitiría brindar seguridad a este grupo de mujeres. Asimismo, debemos recordar que el nazismo fue un movimiento político y social de carácter totalitario, racista que, a través de un sistema de exterminio, asesinó a más de seis millones de judíos bajo la justificación de preservar la pureza de la “raza aria”. Esto por ningún lado tiene similitud al feminismo.
3) Feminicidios: diariamente mueren más hombres que mujeres
La confusión de feminicidio[1] y un asesinato ocurre constantemente y el argumento de que mueren más hombres que mujeres es utilizado para criticar el hecho de que no exista un término similar en la legislación para protegerlos. Según el INEI, durante 2017, aproximadamente el 54% de muertes violentas están asociadas a hechos delictivos. Dentro de estas, el 16% de víctimas fueron mujeres (no son feminicidios). Del otro 46%, el 5.3% corresponde a feminicidios, tasa que crece cada año. Puede parecer un número pequeño, pero estas muertes no responden a motivos comunes de asesinato que experimentan tanto hombres como mujeres (ajuste de cuentas, robo, etc.), sino que tienen implícita la violencia que se ejerce sobre las mujeres con el objetivo de producir daño y conseguir el control sobre ellas. En su máxima expresión, esta se convierte en feminicidio. Además, la mayoría de estos delitos son cometidos por personas a las que la víctima conocía o con las que tenía una relación de pareja, lo cual pone a las mujeres en una situación de alerta constante. #NiUnaMenos nació como respuesta a esta situación, y no busca contradecir la igualdad que defiende el feminismo, sino dirigir nuestra atención a estos asesinatos para llegar a un punto en que el género no sea motivo de muerte.
El feminismo tiene muchos puntos por mejorar: la manera de realizar activismo, la radicalización de las ideas, la generalización de ciertos actos a todos los hombres, etc. Sin embargo, el exceso de información, tanto verídica como falsa, nos ha llevado a creer que sabemos bastante cuando en realidad no es así y caemos en argumentos en contra de un “feminismo” que realmente no existe. Entender la motivación principal del feminismo nos sirve para ser un poco más críticos del mundo en el que vivimos y cuestionar si realmente las oportunidades son brindadas a todos por igual. Quizás así descubramos que todos tenemos un poco de feminista en nosotros.
Edición: Paolo Pró
[1] Según el Artículo 108-B del Código Penal, es el asesinato a una mujer por su condición de tal, en cualquiera de los siguientes contextos: (i) violencia familiar, (ii) coacción, hostigamiento o acoso sexual, (iii) abuso de poder, confianza o cualquier otra posición o relación que le confiera autoridad al agente y (iv) cualquier forma de discriminación contra la mujer independiente de que haya existido una relación conyugal o de convivencia.
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Muy bueno!!!