La semana pasada se “celebraron” los diez años de la crisis financiera mundial. Hace una década, Estados Unidos y la economía mundial entraron en recesión durante dos años seguidos. El mundo no recibía un golpe tan fuerte desde la recesión de 1929 y por similares razones (o sea, nadie quiere aprender).

El 15 de septiembre la economía estadounidense colapsó. Antes de eso, la economía ya estaba creciendo a menor ritmo: dos años antes el mercado inmobiliario empezó a caer y, en julio del 2008, el gobierno de Estados Unidos trató de meter plata a la economía a partir de Freddie Mac y Fannie May, empresas financieras patrocinadas por Estados Unidos, cuando el resto de los bancos habían dejado de prestar por miedo a la crisis que se venía.

Sin embargo, Lehman Brothers, el único banco de inversión que no fue rescatado por la Reserva Federal de Estados Unidos (el BCRP gringo), entró en bancarrota ese día. Después todo cayó por dos años seguidos (y dos bien fregados).

Financial Crisis 2

La economía estadounidense se contrajo en 0.29% y 2.77% en el 2008 y 2009, respectivamente. El desempleo pasó de 4.62% en el 2007 a 9.25% en el 2009. El índice del S&P se contrajo en 46% entre septiembre del 2008 y febrero del 2009 (a un cuarto del valor que tiene ahora).

El nivel de contagio llegó a todas las economías alrededor del mundo. El PBI global se contrajo esos años y el comercio a nivel mundial cayó en dos trillones de dólares en el 2009. En Europa, las tasas de desempleo llegaron a 20%, pero ¿qué causó que suceda todo esto? La basura.

Así llamaron a los instrumentos financieros que se utilizaron (y aún se utilizan). Desde 1990, hubo un boom inmobiliario en Estados Unidos. Se vendían casas como pan caliente: solo ibas a la tienda y te llevabas tu casa al instante. Para ello, los préstamos comerciales se repartieron masivamente para que más personas puedan comprar sus casas. Aparte, después del 9/11, las tasas de interés se mantuvieron bajas, lo cual hacía que tener hipotecas o alguna forma de deuda no era complicado (o sea, te daban más ganas de endeudarte). Todo fue un pan con mango porque involucró a todo el sistema bancario.

Pero la basura no viene de ahí, sino de lo que se hizo con ello. Se implementaron instrumentos financieros (CDOs), los cuales juntaban distintos tipos de préstamos e hipotecas que dependían del pago mensual por las personas que solicitaban hipotecas. Estas se vendieron mundialmente como álbum durante el Mundial, lo cual explica el gran nivel de contagio durante la crisis.

Para resolver esto, en sencillo, los bancos centrales a nivel mundial empezaron a comprar activos del sistema financiero e imprimir dinero para que los primeros recuperen su valor y exista mayor actividad en la economía. Asimismo, se aplicaron reformas como la Dodd-Frank Wall Street Reform y el Consumer Protection Act, lo cual limita la especulación y separa las funciones comerciales y de inversión de los bancos.

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¿Funcionó? Sí. El desempleo en Estados Unidos está en los niveles más bajos de la historia y el sector financiero sigue creciendo de manera sostenible. El resto de países (a excepción de unos europeos que la fregaron) superaron la crisis casi inmediatamente.

No obstante, el anaranjado de Trump hace unos meses cambió el Dodd-Frank Wall Street Reform y el Consumer Protection Act para los bancos más pequeños. Reduce la supervisión de los bancos pequeños (entre 50 y 250 billones de dólares en activos) y facilita las reglas para emitir préstamos, capital y negociaciones.

Asimismo, los bancos centrales están subiendo las tasas de interés nuevamente. Ante la sensibilidad de los activos financieros a ellas, una subida rápida puede afectar al sector financiero.

Se vienen años turbulentos no solamente por lo anterior mencionado, sino por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y los problemas en algunos mercados emergentes como Argentina y Turquía. Si el dólar se sigue fortaleciendo, puede complicar la actividad económica en nuestro país: el precio de los commodities van a caer y nuestras exportaciones van a perder valor. Quién sabe, tal vez mañana Trump se despierte de buen humor y revierta todo. Hasta eso, nadie sabe qué pasará.