Solo basta pasar unos minutos en Twitter o cualquier red social que hable de temas políticos para notar la polarización que estos temas causan en la población, más aún a puertas de una elección, como es el caso peruano. Sin embargo, ¿realmente se puede considerar a las redes sociales como una forma de medir la aprobación o rechazo que genera un candidato entre los ciudadanos?
Mucho se habló que la candidatura de Trump en 2016 se gestó en las redes sociales, dado que el resultado que todos los periódicos daban sobre la elección favorecía a Hillary Clinton y que, en la actualidad, las personas ya no se informan solo a través de los medios tradicionales, sino que cada vez más, las redes sociales cobran mayor importancia para el acceso a la información. Pero no es el único caso, pues estas ya se habían usado anteriormente en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2008. El expresidente Barack Obama integró estos canales en su estrategia de campaña y, como resultado, ganó las elecciones presidenciales, generando un aumento en el uso de las redes sociales en la comunicación política mundial.
En un ámbito local, podemos mencionar al partido FREPAP, el cual dio la sorpresa en las últimas elecciones congresales extraordinarias, logrando convertirse en la segunda fuerza más votada. Esto realmente causó sorpresa pues dicha agrupación apenas aparecía en las encuestas previas a la fecha de votación. Si bien este hecho no solo se puede atribuir a la presencia en redes, es importante destacar que éstas influyeron en buena parte del resultado. (Votemos por el pescadito decían, ¿qué de malo puede pasar?)
No obstante, al usar las redes sociales como medio para informarse sobre la coyuntura política, existe un riesgo adicional de exposición a las llamadas “fake news” (como bien hemos tratado anteriormente), esto debido a estar expuestos a los llamados “bots” que defienden una u otra postura según a qué candidato/ ideal/línea política apoyen. No es necesario navegar mucho dentro de alguna red social para cruzarse con perfiles que aparentemente pertenecen a personas que apoyan algún candidato o tendencias sobre temas de política, llenas del mismo mensaje copiado y repetido infinidad de veces por distintos usuarios en defensa de algún político/candidato.
Si bien no se puede expresar con exactitud qué tanto influyen los “bots” en una elección, lo cierto es que bien pueden servir como una herramienta para imponer una llamada “agenda política”. Es decir, puede llamar la atención sobre ciertos temas por medio de una avalancha de mensajes automatizados en redes sociales y aumentar la probabilidad de que dicho tema sea visto por miles de personas en la plataforma, indicando su aprobación o desaprobación sobre el tema en cuestión. Incluso se ha logrado que se publiquen artículos de prensa sobre dichos temas, aumentando la posibilidad de exposición a personas que no manejan la plataforma y que quizá no se hubieran planteado tener una posición sobre el asunto en discusión en primer lugar. De esta forma, se va imponiendo una “agenda” en forma automática que, independientemente si el usuario está de acuerdo o no con el tema en discusión, genera que justamente sea tratado y discutido por la sociedad. Así nace un punto de partida para la influencia política indirecta. (#Manipulación)
Sin ir muy lejos, podemos notarlo cuando se discuten temas complejos que incluso son vendidos como ofrecimientos de campaña de algunos candidatos a la presidencia, como el aseguramiento del respeto a la llamada “familia tradicional”, al aborto, la ideología de género, etc. Es común encontrar tendencias como #Provida #Conmishijosnotemetas #SíalAborto, #Eutanasia, etc., que claramente generan cierta reacción en las personas que los observan, y no siempre obedecen al genuino interés de la población de expresar su opinión al respecto, sino que existen intereses políticos/económicos detrás de ellas. Además, amplifican ciertas ideas o voces que no corresponden a la opinión de la mayoría, pero al ser compartidas innumerables veces crean una sensación artificial de popularidad o relevancia, que genera en la población la idea de que “todos” están hablando del tema.
No hace falta decir, entonces, que ante un electorado que no tiene ninguna certeza sobre a cuál candidato va a elegir, pues aún hoy hay un 35% de indecisos, la posible influencia de la imposición de una “agenda politica” puede resultar peligrosa y contraproducente para los intereses del país y de los ciudadanos. Por tanto, es nuestro deber permanecer atentos a poder decidir, de acuerdo con nuestras convicciones e ideas, quién es el mejor candidato para nosotros, y no simplemente elegir de forma irresponsable y/o a última hora como siempre pasa a cualquier candidato que aparentemente está de acuerdo con nuestras ideas y después resulta que termina perjudicando aún más al país (Solo hace falta mirar a nuestro congreso).
Votemos por quien más nos agrade, y decidamos nuestro voto a conciencia, pues el país ya no da para más corrupción e improvisación en nuestra clase política.
Edición: Camila Villalobos