A mediados de noviembre, el Congreso promulgó la Ley N°32159, que prohíbe vapear en centros educativos, espacios públicos cerrados y medios de transporte público. ¡Ya era hora! Las nuevas generaciones hacían de las suyas vapeando en los baños del colegio. Increíble, pero cierto.
Aunque vapear puede ser menos dañino que fumar cigarrillos convencionales, no te emociones tanto, sobrin@. El vapeo sigue siendo un hábito peligroso, porque ofrece una de las sustancias más adictivas del mundo: la nicotina. Este químico, altamente adictivo, convierte al vapeo en una epidemia creciente, tanto en países desarrollados como el Reino Unido y Estados Unidos, así como aquí, en nuestro humilde Perú. Veamos cómo funciona el vapeo y qué efectos tiene en el cuerpo.
Un vaporizador o vape es un tipo de cigarro electrónico compuesto por una batería, un pequeño tanque que contiene el “vape juice” (líquido para vapear) y un atomizador que calienta el líquido y lo convierte en el vapor que finalmente inhalas. Entre los ingredientes principales de este líquido están el propilenglicol y el glicerol, químicos que también se encuentran en máquinas de humo usadas en conciertos, en caramelos e incluso en cosméticos. No olvidemos que el “vape juice” contiene nicotina y docenas de moléculas diseñadas para ofrecer sabores frutales y agradables que seguramente has probado.
Lamento aguarte la fiesta, pero los vapes no generan un vapor de agua inofensivo, sino un aerosol caliente y pegajoso. Al inhalarlo, miles de millones de partículas entran en tus pulmones y alcanzan los alvéolos, esos pequeños sacos de aire donde se produce el intercambio de gases en la respiración. Aquí, la nicotina pasa rápidamente al torrente sanguíneo, llegando al cerebro y desencadenando tanto efectos placenteros como potenciales complicaciones.
¿Qué contiene realmente tu vape? Lo aterrador es que no lo sabemos con certeza. Aunque se han identificado algunas sustancias químicas en los líquidos para vapear, estudios científicos han detectado miles de compuestos adicionales no reportados por las empresas. Increíble, ¿verdad? La industria de los vapes está mucho menos regulada de lo que parece.
Sabemos que muchos de los ingredientes declarados son técnicamente seguros para consumo oral o aplicación tópica, pero eso no significa que inhalarlos sea igual de seguro. Por ejemplo, inhalar cinamaldehído, un compuesto de la canela usado como saborizante en los vapes, puede alterar la función de las células inmunes en las vías respiratorias e incluso dañar el ADN. Otro caso es el benzaldehído, presente de manera natural en almendras y manzanas. Aunque es seguro en alimentos, cuando se inhala como gas puede irritar seriamente el tracto respiratorio.
Lo peor es que desconocemos cómo reaccionan muchas de estas sustancias al calentarse. Cuanto más se inhala y más se calienta la bobina (una tira de metal enrollada) del atomizador, más sustancias químicas cambian de forma. Por ejemplo, cuando el líquido se agota o la bobina alcanza temperaturas excesivas, el propilenglicol y el glicerol se descomponen en moléculas potencialmente dañinas. Probablemente lo notarás si tu vape comienza a tener un sabor extraño o a quemado. Si esto sucede, deberías dejarlo de inmediato.
Pero eso no es todo. Al calentarse, la bobina también libera partículas metálicas. Estudios han detectado la presencia de aluminio, cobre, plomo, níquel y estaño, entre otros metales pesados. Estas partículas pueden ser altamente tóxicas, provocando irritación pulmonar, bronquitis crónica e incluso dificultad para respirar en el corto plazo.
¿Qué sabemos sobre los efectos del vapeo en la salud? A corto plazo, muchos vapeadores experimentan problemas respiratorios, como tos, exceso de mucosidad, sibilancias, dolor de garganta y molestias en el pecho. Además, el vapeo puede aumentar el ritmo cardíaco y la presión arterial. Incluso puede generar estrés oxidativo, una condición en la que hay demasiados radicales libres (moléculas inestables) en el cuerpo y no hay suficientes antioxidantes para eliminarlos. Esto puede dañar células y tejidos, aumentando el riesgo de enfermedades a largo plazo.
No nos olvidemos de la nicotina. La cantidad de nicotina varía según el vape que se adquiera, pero sigue siendo una sustancia sumamente adictiva. Esto resulta especialmente perjudicial para adolescentes, ya que la nicotina puede afectar el cerebro en desarrollo, contribuyendo a problemas como déficit de atención, hiperactividad, impulsividad y trastornos del estado de ánimo.
¿Lo más preocupante? Aún no sabemos con certeza qué efectos tendrá el vapeo a largo plazo. El primer estudio a gran escala sobre el impacto de los vapes en no fumadores comenzó recién en 2024, por lo que pasarán años antes de que podamos obtener conclusiones más definitivas. Sin embargo, lo que sí sabemos es que nuestros pulmones están hechos de tejido muy sensible y nunca estuvieron destinados a soportar billones de partículas de aerosol, productos químicos y metales. “¡Pensá, sobrin@, pensá!”, como diría el tigre Gareca.
El problema con vapear es que, aunque es agradable y estimulante, las altas concentraciones de nicotina que ingresan al cuerpo actúan como una bomba de tiempo. El vapeo ya ha cautivado a una parte significativa de las generaciones más jóvenes, lo que es verdaderamente preocupante. Básicamente, se está promoviendo una nueva forma de hacer que una de las sustancias más adictivas, que estaba en declive, sea atractiva para millones de adolescentes e incluso adultos. ¿Y tú, también formas parte de esta epidemia del vapeo?
Editado por: Khrisse Suazo