“La vida te regala todos los días un cheque de 24 horas, tú decides cómo invertirlo”. ¿Alguna vez has pensado en que los jóvenes poseen un activo valiosísimo, que no se puede vender ni comprar, y, cuando se agota, no hay ninguna posibilidad de recuperarlo? El tiempo es un factor determinante no solo para nuestra vida, sino también para nuestras finanzas. Por ello, es importante conocer cómo las características propias de un inversor joven se ven potenciadas por este activo temporal que poseemos y que, a veces, solemos subestimar.
Las decisiones son producto de una combinación de diversos factores. Cada persona o agente económico toma diariamente alrededor de 35 mil decisiones que varían de acuerdo con las características de cada uno. Para un inversor joven, entender la manera en la que se determina una elección es importante para identificar y aprovechar las oportunidades que se le presentan.
Para ello, es necesario introducir uno de los conceptos más usados en la economía: el nivel de utilidad. Este se refiere a la medida de satisfacción que le genera a un consumidor obtener determinado producto o servicio. Se espera que todas las personas sean seres racionales y busquen maximizar su utilidad con cada decisión que toman. Sin embargo, el nivel de “felicidad” que podemos alcanzar no puede ser infinita, debido a que contamos con una restricción de presupuesto: el dinero no es infinito. Por ejemplo, puede que el tener cincuenta casas en distintas ciudades alrededor del mundo me generen muchísima utilidad; sin embargo, mi bolsillo solo me permite tener un departamento en Lima y esto limita el nivel de utilidad que puedo alcanzar.
Ahora, los inversores buscan maximizar su utilidad según sus preferencias de ahorro. Por tanto, teniendo en cuenta los precios de los activos y la restricción presupuestaria del agente, se crean límites en sus planes de inversión. Sin embargo, es importante notar que esta restricción involucra tanto a las limitaciones en términos monetarios como del tiempo.
Las opciones de inversión financiera se pueden dividir en activos seguros y de riesgo. Los primeros dan un retorno fijo, que se acuerda al inicio del periodo de inversión, independientemente de lo que suceda en el mercado. Los segundos, en cambio, dan un retorno que varía según el comportamiento del mercado. Un buen inversor, cabe señalar, diversifica riesgos e invierte en ambos tipos de acuerdo con sus preferencias.
Las decisiones de inversión suelen tomarse en escenarios de incertidumbre yo no sé mañana, por lo que el paso del tiempo permite corregir errores a partir de las experiencias que el inversor va adquiriendo. Usualmente, estos cambios favorecen la inversión en activos menos riesgosos. A parte de las experiencias negativas del inversionista, este comportamiento es adoptado por las variaciones en su entorno (familia, vivienda, educación, etc.).
Es así como se espera que los más jóvenes sean menos aversos al riesgo, se atrevan a más y, así, logren mejores retornos (o pérdidas). Esto, es reforzado por las características y la disponibilidad de recursos propios de las personas durante la juventud. Por ejemplo, la flexibilidad con la que cuentan con respecto a su vida laboral, la menor cantidad de responsabilidades a las que están expuestos en términos de familia, hijos, deudas, entre otros, y la mayor disponibilidad de tiempo que se les atribuye según su edad les dan un mayor espacio para maniobrar su dinero.
En ese sentido, es importante recalcar las ventajas de aprovechar el tiempo para las inversiones. Solo para mencionar una de las diversas opciones que existen en el mercado, podemos observar el interés compuesto. Este implica que la ganancia de las inversiones se reinvierte, lo que aumentaría los retornos finales. Por ejemplo, tenemos dos inversionistas: uno que empieza a los 22 años y otro que inicia a los 32. Suponiendo que ambos se retirarán a los 45 años y deciden empezar con una inversión de S/ 1000 en activos que les darán un retorno de 4% anual, veremos que, al final de la inversión, el que inició antes ganará más. Al alcanzar los 45 años, el primer inversor tendrá S/ 2465; y el segundo, S/ 1665. Entre ambas cifras, hay una diferencia importante explicada por el aprovechamiento del tiempo. Esta distinción puede ser aún más amplia si se considera la disposición de los jóvenes a invertir en activos más riesgosos, acumular ganancias y reinvertirlas para obtener mayores retornos. A esto, se le puede sumar el probable incremento del monto de inversión inicial que se daría producto de las actividades laborales u otros ahorros que se puedan generar con el paso de los años
En conclusión, el tiempo es un activo muy valioso. Cuanto antes se empiece, hay más posibilidades de obtener mayores beneficios. Los jóvenes suelen caracterizarse por ser menos temerosos y más arriesgados, por lo que estos comportamientos también se ven reflejados en sus decisiones de inversión. El hecho de tener mayor flexibilidad en responsabilidades laborales y familiares les da más espacio para maniobrar su dinero. Por tanto, es importante considerar el ahorro y la inversión dentro de las decisiones durante la juventud no todo es beber. La restricción de tiempo podría convertirse en una gran ventaja si sabemos aprovecharla. Como dice Benjamín Franklin: “Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches”.
Edición: Claudia Barraza