Tratar de definir en pocas palabras a Albert Camus es un acto injusto. En vida no llegó a los cincuenta años, pero los años que vivió los supo aprovechar al máximo, pues fue filósofo, novelista, periodista, dramaturgo, ensayista y crítico literario. Al día de hoy es considerado como uno de los escritores y pensadores más brillantes del siglo XX, debido a la sencillez y la profundidad de sus obras narrativas, dramáticas y ensayísticas, que se convirtieron en piezas fundamentales, tanto en el contexto filosófico como el literario.
Tal vez su obra completa no sea muy conocida entre la juventud, pero son de su autoría citas memorables, las cuales inundan las redes sociales, y de las cuales nos enteramos porque en su mayoría son compartidas por la mamá o las tías. “El mito de Sísifo” (1942) ya forma parte de un ideal colectivo, incluso desde el primer párrafo, uno siente el golpe de la prosa del autor: “No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio”.
El asunto principal de la filosofía, según Camus, es el de juzgar si realmente la vida vale la pena ser vivida. “El resto, si el mundo tiene tres dimensiones, si las categorías del espíritu son nueve o doce, viene después”. Muchos concuerdan en que existe una actitud camusiana frente a la vida, en la cual el individuo da un sentido al mundo que le rodea —por medio de la emoción y sentimientos—, pues el ser humano debe alcanzar cierta convicción sentimental para que pueda profundizar en ellas de manera razonable. Es muy posible que, en cinco años, Elon Musk lleve a cientos de personas a Marte; sin embargo, el ser humano siempre se va a preguntar por el sentido de su existencia en el mundo, ya sea que esté en la Tierra o en Marte.
En el siglo XVI, el astrónomo italiano Galileo Galilei tuvo la convicción de haber formulado la teoría científica más importante de su época, la cual no dudó en desacreditar cuando la Iglesia puso en peligro su vida. Al respecto Camus indica lo siguiente: “En cierto sentido, Galileo hizo bien. Aquella verdad no valía la hoguera. Es profundamente indiferente saber cuál de los dos, la Tierra o el Sol, gira alrededor del otro. Para decirlo todo, es una futilidad. En cambio, veo que mucha gente muere porque considera que la vida no merece la pena ser vivida”. Así, la vida misma es una cuestión individual, y no social, ya que cada persona resuelve y esclarece consigo misma.
Es justamente en esa ruptura entre nuestra vida interior y la exterior —entre “el acto y el decorado” como lo señala Camus—, que se manifiesta el sentimiento de lo absurdo en el ser humano. Es precisamente el tema central de “El mito de Sísifo”: la relación entre lo absurdo y el suicidio, la medida exacta en que el suicidio es la solución para lo absurdo. Camus apunta que cuando alguien ha decidido dejar de vivir es porque ha reconocido su propio absurdo, “aunque sea instintivamente, el carácter ridículo de la costumbre de vivir, la ausencia de toda razón profunda para hacerlo, el carácter insensato de esa agitación cotidiana y la inutilidad del sufrimiento”.
El pensamiento de Camus no representa una apología al suicidio. Muchas veces se trata de dar como cierta tal postura, sobre todo en las redes sociales, basándose para ello tan solo en una frase que no es complementada con la siguiente. El pensamiento de Camus pretende revelar que el ser humano debe acostumbrarse a vivir inmerso en el absurdo que llegará a su vida en el momento menos pensado. La decisión del suicidio es siempre individual, y pasa que “al final del despertar llega, con el tiempo, la consecuencia: suicidio o restablecimiento”.
La obra de Camus contiene una profunda preocupación acerca del ser humano y su ignorancia de lo que lo rodea, hasta llegar al punto de no saber lo que realmente él mismo desea. El hombre contemporáneo de Camus vive su realidad en una constante comparación con su semejante, mas no con él mismo. Tal vez esto se evidencia con mayor claridad en “El extranjero” (1942), novela en la que su protagonista es un individuo ajeno al sufrimiento humano, quien incluso no puede derramar una lágrima por la muerte de su madre. El individuo que retrata Camus es un ser extraño hasta para él mismo, pues en su interior solo tiene la certeza de su propia ignorancia.
"El extranjero", ilustrado por Jorge Muñoz
La gran interrogante del pensamiento de Camus es la siguiente: “Quiero saber si puedo vivir con lo que sé y solamente con eso”. ¿Puede el ser humano vivir en el absurdo hasta el día de su muerte? Como el mismo autor lo señala, “la vida se trata de vivir en este estado de lo absurdo”. La grandeza del ser humano es pues, tratar de vivir sabiendo que lo absurdo y la muerte son inevitables, porque vivir no es otra cosa que hacer aceptar el absurdo en uno mismo, lo cual es el principal valor de la existencia en cada individuo.
Edición: Paolo Pro