¿Por qué nos gusta tanto el negro? Este color nos transmite algo que desconocemos, pero es un placer visual y es imposible negar su poder de atracción, tal vez sea uno de los colores más queridos al tratarse de una opción neutra y elegante… De cualquier forma, los lectores estarán de acuerdo que cuando observamos la oscuridad, inmediatamente pensamos en lo misterioso y envolvente de la noche, su nostalgia y tranquilidad. El negro —dice el poeta Goethe—, representante de la oscuridad, deja al órgano visual en estado de reposo; en cambio el blanco, lugarteniente de la luz, lo excita.
Desde mi critica subjetiva, es el color con el que más me siento identificada porque está presente como ícono en casi todos mis gustos, los cuales forman mi personalidad y cambian y crecen conmigo: gusto musical, estilo de vestir, vida bohemia, etc. Pero también simboliza mi perspectiva existencialista de vida; es decir, me hace ser consciente del fin de las cosas como parte de la existencia misma y en lugar de negarlo o renegar de aquello, lo acepto.
Entre los diferentes problemas que actualmente surgen en torno al arte, encontramos una rama dedicada a la filosofía de la composición pictórica que analiza una representación simbólica para luego extraer y analizar su metafísica; es decir, su significado, sentido y propósito dentro de los límites de su realidad. O sea que después de identificar los elementos simbólicos de una representación, necesitamos sumergirnos en su entorno ideológico, lo que nos llevará a una interpretación más clara y profunda de su sentido.
Pero, ¿qué significa realmente el color negro?
Para entender su significado, debemos retroceder en el tiempo hasta bien entrado el siglo XVII y principios del siglo XVIII, periodo en el que se desarrolla la pintura barroca. En ella, una de las características plásticas principales es el claroscuro, el juego de luces y sombras que crean una imagen dentro de un espacio infinito que no deja claro en dónde comienza ni en dónde termina la escena, sino que simplemente existe en su realidad. El fondo negro que encontramos en el Siglo de Oro español es la corriente que más va a explotar este recurso en sus cuadros metafísicos.
Según el filólogo español Fernando R. de la Flor, la pintura hispana de este siglo quiso significar la nada pues está conectada con el vacío, a la falta de todo. Al significar ausencia de todo, el negro irremediablemente indica el algo más fuera de él y de este modo se le atribuye la condición de existente a aquello que no lo tiene. Así, este cero (nada) no apunta hacia ningún lado, tan solo manifiesta todo cuanto dice… nada.
Esta reflexión paradójica está presente en el género vanitas o still life (naturaleza muerta) en donde la composición de la nada se da a ver; emerge de ella y se anula a sí misma y al mismo tiempo, de manera tal que no expresa nada. Así como la metáfora de la tábula rasa, aquella pizarra en blanco en donde nada todavía se ha escrito y está a la espera de ser trabajada, de igual forma podemos concebir a la desnudez y vacío del alma humana que no conoce objeto ni acción alguna, y que espera conocer a través de la experiencia.
Ahora bien, ¿de qué otra forma se representa el color negro?
El significado del negro —creo yo—, le ha servido a muchos músicos, cineastas, escritores e incluso actores para expresar el sentido de la conciencia de la nada. Recordemos pues, que una imagen abstracta (el significado del negro) representa algo a través de la asociación de ideas o por convenciones culturalmente aceptadas. Por tanto, puede existir de distintas formas o expresiones. En el caso de la música, el post-punk y el dark wave son dos de los géneros en donde percibimos la sensación de la nada a través del sonido protagonista del bajo y al rango vocal barítono.
La superficie negra de los cuadros metafísicos se convierte en una atmósfera oscura gracias al registro grave de los instrumentos, —como los riffs de guitarra (patrón de notas o acordes que se repite como frases dentro de la estructura de la canción)—, la estética pasa a ser dark, sombría y siniestra en timbre pero melancólica y dulce en su lírica. Una vez más la dicotomía de nacimiento (luz, color, voz) y muerte (oscuridad, negro, bajo) que finalmente significa la nada, emerge en ella y desaparece en ella misma.
Para la teoría estética de la negatividad, el color negro, en su oscuridad -tan próxima al silencio-, dice mucho, dice la verdad. En este sentido, el arte negativo no pretende ser arte, sino que niega serlo en tanto como una manifestación ordinaria; es mucho más que eso. Ya que existe en una realidad tenebrosa, aquella obra de arte no se vende a sí misma como una pieza de consuelo ante esa realidad tenebrosa; contrario a eso, el arte negro se iguala a esa realidad, tal cual la literatura moderna de Franz Kafka. Lo oscuro, esta vez, se impregna de los conflictos existenciales del hombre sobre su condición contemporánea. Obras tales como La metamorfosis (1915), El proceso (1925) o El castillo (1926), utilizan en su narrativa el carácter simbólico junto a otros elementos psicológicos que, por lo general, nacen de un suceso absurdo o fantástico.
Como es natural, las cosas no pueden encajar unas con otras en la realidad como encajan las pruebas en mi carta, la vida es algo más que un rompecabezas; pero con la corrección que resulta de esa objeción, una corrección que no puedo ni quiero exponer con detalle, se ha llegado, a mi juicio, a algo tan cercano a la verdad que nos puede dar a ambos un poco de sosiego y hacernos más fáciles la vida y la muerte.
Carta al padre
Franz Kafka
Así pues, podemos interpretar que el significado de la nada en las obras anti-arte, de estética oscura o negativa, y magistralmente plasmadas en los still life de los artistas hispanos modernos, no son otra que pretensiones altamente filosóficas. En nuestros días, el significado del vanitas, —o vanidad sobre las cosas materiales—, vive en sofisticadas ilustraciones digitales, historietas, e incluso en la piel… Porque, ¿de dónde crees que viene el famoso diseño de calavera para los tatuajes?
Finalmente, concluyo este artículo con una interrogante. ¿Puede el negro tener un significado moralizante? Entendiendo su trascendencia hacia lo efímero, que si al estar compuesto de objetos banales, mundanos y materiales (al ser pues, una naturaleza muerta), ¿advierte acaso de lo pasajero e ilusorio del propio mundo?
Edición: Kelly Pérez