Un niño se sienta frente al televisor por la tarde. Tira la mochila a su lado, ni siquiera se ha cambiado el uniforme. Prende la televisión y pone cable, está muy inquieto. Aún no hay streaming. Debe esperar aún quince minutos para que termine el programa, y pueda tal vez encontrarse con un video que anhela ver. Termina el programa, e inmediatamente empieza el videoclip que estaba esperando. Una pantalla en negro se llena con letras rojas. Un chico y una chica están conversando, hasta de pronto sale la luna llena y el chico se convierte en un ser de la noche. El niño ya no tiene miedo, lo ha visto al menos una decena de veces. Se para para poder practicar los pasos. La sala se inunda de felicidad, baile y música. Él cuando crezca, quiere ser como el rey del pop. Alguien con talento, a quien admira. Alguien intocable.
Ah, pero a Michael Jackson no es el único que admira. Un cantante, a través de una canción, le hizo creer que podía lograr todo lo que se propusiera. Sin querer, el niño relacionó las cualidades de la voz del artista con su personalidad. Pensó que como su voz era dulce, tal vez en persona él también lo era. Consideró a R. Kelly como un ser cuasi celestial, por la experiencia que le brindó a sus oídos al mezclar el R&B con coros de Iglesia. Puede que esté pecando de exagerada pero, ¿acaso sin querer muchos de nosotros no hemos idealizado a nuestros artistas favoritos?
Desde niños hemos buscado la manera de entretenernos. La música, el cine, los programas de televisión: guardamos en nuestra memoria nuestros más preciados productos porque no los vemos como productos, sino como un pedazo de infancia, un recordatorio de un periodo en donde las cosas eran más simples (o al menos ahora las vemos así). Guardamos en un rincón especial aquellas figuras que nos hicieron reír. Jamás creeríamos el lado oscuro de estos ídolos a primera instancia en la tierna edad infante, en donde buscamos héroes y modelos a seguir.
La adultez llega, y con ella el sinsabor de las decepciones. Muchas veces a nivel familiar, personal, amical o amorosa. Los ídolos caen. ¿Recuerdan cuando en el año 2007 apareció una fotografía de Rihanna totalmente violentada? No con un arañón o un pequeño moretón (que igual habría estado mal), sino con la cara destrozada. Su entonces novio, Chris Brown había sido el causante. Él hizo un video pidiendo disculpas. Regresaron al poco tiempo, él volvió a hacer música y todos parecieron olvidar el suceso. Ella, eventualmente, se libró de dicha tormentosa relación. Pero la historia no acabó aquí. Hace unas semanas, el cantante volvió a ser acusado, y esta vez de violación. Fue noticia, pero no lo suficiente.
¿Quiénes también fueron noticia de abuso y fueron dejados en el olvido? Los perpetuados por el indiscutible rey del pop, quien viene siendo acusado por abuso sexual infantil desde 1992. Es fácil ignorarlo porque para muchos Michael Jackson es familia, es arte. Entonces, ¿cómo podemos luchar contra nuestro sesgo del arte para informarnos? Con más arte. Leaving Neverland fue el documental de dos partes (dos horas cada uno) que trató sobre los abusos de Michael Jackson, contados desde la perspectiva de los abusados, ahora que son adultos. Este se estrenó en el Sundance Film Festival de Utah este año.
Según The Atlantic, este documental tuvo más cuidado con respecto al aspecto técnico (fotografía) y en storytelling. No es, evidentemente, un tema fácil de tratar ni de exponer. Según una de las víctimas, el ámbito legal es importante para poder encontrar justicia y crear leyes que protejan al menor; sin embargo, es el séptimo arte el que permite al espectador adentrarse en la vivencia y entender plenamente lo sucedido. Además de esta producción audiovisual, hubo un documental llamado Surviving R. Kelly, en donde una serie de mujeres valientes brindaron testimonio sobre cómo el cantante de “I believe I can fly” abusó de ellas de manera física, sexual y mentalmente. También, hubo un documental sobre un hombre que ha caído en desgracia. Un hombre que fue conocido por ser una persona poderosa, ahora es conocida por ser uno de los principales motivos del movimiento #MeToo: Harvey Weinstein.
Este año, 2019, Sundance Film Festival pasó el documental sobre los abusos de Harry Weinstein. Por una cruel coincidencia (o tal vez no), la actriz Rose McGowan afirma que Weinstein la violó en ese mismo festival, pero en 1997.
No faltaron los manifestantes que defendían, por ejemplo, a R. Kelly. Fanáticos convencidos que las acusaciones eran falsas. Tal vez fue alguno de los niños frente al televisor que conté al principio. Lo que sí, es que uno de esos niños fue Jordan Chandler, quien conoció a Michael Jackson en 1992 porque su padrastro se lo cruzó y le pidió encarecidamente que llame al niño, porque era su fan. Al siguiente año ya viajaban juntos. Según los Chandler, a veces Michael Jackson y el niño compartían cuarto. ¿Cómo decirle que no a alguien intocable? El abuso de poder e influencia ocurre en todas las épocas y a todas las edades.
Leaving Neverland se estrenará por HBO. El séptimo arte no solo sirve para entretener y crear ficción, sino para también mostrar la verdad. Puede ser el talón de Aquiles de cualquiera que se sienta intocable.
Imagen destacada por Alan Light
Artículos de referencia:
The Atlantic https://www.theatlantic.com/entertainment/archive/2019/01/michael-jackson-weinstein-r-kelly-metoo-doc-rises/581461/
Rolling Stone https://www.rollingstone.com/culture/culture-features/michael-jackson-child-sexual-abuse-allegations-timeline-785746/
Billboard https://www.billboard.com/articles/columns/hip-hop/8455317/chris-brown-sex-party-rape-lawsuit-gloria-allred