Con el fin de la primera Copa del Mundo en la que participa Perú luego de treinta y seis años, y con la copa mundial guardada en Francia, es hora de analizar un poco los temas que han plagado ocurrido en este mundial. El principal, y que ha traído bastante discusión en los medios, ha sido la conversación de la herencia de los jugadores de la selección de Francia, quienes para algunos representa los años de colonialismo francés sobre el continente de África. Para otros, sólo son comentarios racistas desacertados sobre la apariencia física de los jugadores. Sin embargo, ambas justificaciones se han desarrollado a partir de una premisa equivocada, y si bien es discriminatorio juzgar a las personas por su color de piel, es importante analizar las políticas del gobierno francés con respecto a la inmigración que, en este caso, les dio la Copa del Mundo.

Uno de los casos que más suena en la selección de Francia es el de Paul Pogba, que para muchos uno de los mejores mediocampistas que hay en el deporte #ManchesterIsRed. Pogba es hermano menor de dos jugadores, Mathias y Florentín, que nacieron en Guinea en 1990, mientras que Paul sí nació en Francia en 1993. Sus dos hermanos juegan para la selección de Guinea, mientras que Paul juega en la “selección” de Francia.

El otro caso que también suena es el del joven maravilla del mundial, compañero del PSG de Neymar (quien algunos dicen que sigue rodando por ahí #RollingInTheDeep), Kylian Mbappé. Su padre nació en Camerún y es entrenador de fútbol; su madre jugó en la selección de hándbol de Argelia. Y de la misma manera, varios de los jugadores de la selección son hijos de inmigrantes, como Lucas Hernández que tenía la posibilidad de jugar por España, o Antoine Griezmann, que tiene ascendencia alemana.

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Si bien en el Perú muchos creen que tener un pasaporte extranjero (especialmente si es europeo) te hace “más chévere” que los demás, considero que para Francia es una representación de su diversidad. Trevor Noah, conductor de TV norteamericana, hizo una broma sobre la ascendencia de los jugadores franceses y recibió una carta de la embajada de Francia donde se le señalaba que los jugadores no eran africanos, que cada uno de ellos era francés. La respuesta de Noah muestra el problema raíz de Francia, se elimina cualquier otra característica que no sea considerada “francesa”; él respondió “¿Por qué no pueden ser los dos?”.

En muchas naciones como Perú, por ejemplo, se celebran la identidad de las personas. Tenemos inmigrantes de Asia, África y del resto de América. En Estados Unidos, hay días festivos que tienen origen de otros países, como el día de San Patricio, de origen irlandés o Cinco de mayo de origen mexicano. Es una muestra de cómo los países celebran la diversidad de su población. La respuesta de Francia sobre la diversidad de sus jugadores muestra que para Francia solo puedes ser “francés” y si no calzas con eso, eres un inmigrante.

Sin mucho más que decir al respecto, se trata de algo similar de lo que le pasó a Mesut Özil, quien renunció a la selección alemana, pues dice “cuando ganamos me dicen alemán, pero cuando algo pasa o perdemos, me dicen inmigrante”. Un ejemplo de esto ocurrió en mayo de este año, Mamoudou Gassama fue denominado el “hombre araña francés” luego de que trepara un edificio para salvar a un niño. Se le otorgó la nacionalidad en respuesta a sus acciones. Es decir, se le consideró “digno” de ser francés por sus acciones heroicas. Pero así como Francia espera esas actitudes de sus inmigrantes, el país les falla en cuanto a la protección de ellos. En las últimas votaciones, por poco gana el partido nazi de ultraderecha de Marine Le Pen, quien tenía un discurso en contra de los inmigrantes.

Si bien esta discusión se inició por una broma que se ha ido esparciendo por el mundo del fútbol, genera un debate sobre cómo manejar la diversidad y el racismo en las sociedades liberales. Francia tiene una política agresiva de asimilación, incluso muchas de las expresiones religiosas son reprimidas pues primero eres francés, luego viene tu religión (visión que comparto sobre la nacionalidad), pero eso no excusa la represión de creencias en el ámbito público. Por otro lado, premiar a aquellos inmigrantes “heroicos”, mientas ignoras a todos los demás tampoco es una política pública sostenible.