Es bien sabido que a medida que una persona es más joven, suele tomar decisiones más arriesgadas. Sin embargo, no siempre el arriesgar trae ganancias consigo. El riesgo es un factor con el cual muchos jugamos, pero pocos conocemos… ¿Qué nos dice la economía sobre ello?
“Solo es un puchito”…“Las drogas no son malas si sabes controlarlas”…“Con una píldora del día de siguiente se soluciona”… Son frases que se suelen escuchar en jóvenes hoy en día. Las conductas riesgosas están cada vez más de moda (?) en nuestra sociedad y son pocos los jóvenes que toman en cuenta las consecuencias que traen consigo seguir dichas conductas.
En 2011, Cueto, Saldarriaga y Muñoz hicieron un estudio sobre las conductas de riesgo entre adolescentes peruanos. En este estudio, revelan cuáles son los posibles determinantes de las conductas de riesgo, tales como el consumo de drogas, alcohol, cigarrillos y tener relaciones sexuales sin protección. Para ello, utilizaron la base de datos del estudio Niños del Milenio, internacionalmente conocido como Young Lives. Esta base contiene datos de alrededor de 714 niños y niñas que nacieron entre 1994 y 1995. A estos niños se les ha dado un especial seguimiento a través de cuatro rondas de encuestas, lo cual permite un estudio a lo largo de algunas etapas de sus vidas, entre ellas, la adolescencia (14 a 15 años aproximadamente en el momento en el que se hizo el estudio).
Para cada objeto de estudio se formularon indicadores que provenían de preguntas como ¿Con que frecuencia consume…? O… Durante tu vida, ¿alguna vez has probado…? La estadística descriptiva mostró que alrededor del 6.8% de los adolescentes encuestados han consumido cigarrillos al menos una vez en el último mes, quienes en su mayoría son hombres y del ámbito rural. Mientras que alrededor de 4.6% han consumido bebidas alcohólicas al menos una vez en el último mes. En este rubro, si bien no se presentan diferencias según sexo, sí se distingue que el consumo prevalece en adolescentes de escuelas públicas. Asimismo, sólo el 2.5% reportó haber consumido algún tipo de drogas ilegales. Finalmente, se observa también que casi el 30% de varones en la muestra afirma haber tenido relaciones sexuales, mientras que en las mujeres esta cifra es de 13%. De los varones, alrededor del 7.5% no utilizaron protección, mientras que en las mujeres, esta cifra está alrededor de 6.5%.
Pero… ¿qué es lo que mueve a los jóvenes a optar por conductas riesgosas? Un modelito de probabilidad nos lo podría decir. En este caso, los autores utilizan estimaciones de tipo logísticas y sus resultados son interesantes. En cuanto al consumo de cigarrillos, se encuentra que los hombres son los más fumones quienes más incurren en esta conducta de riesgo. Asimismo, el hecho de que ambos padres no estén presentes en el hogar o que no se tenga una buena relación con ellos aumenta la probabilidad de ocurrencia de este tipo de conductas.
En cuanto al consumo de alcohol, la edad es uno de sus determinantes. Mientras mayor sea la persona, más borrach@ se vuelve mayor es la probabilidad de que consuma alcohol. Entre los hallazgos más llamativos se tiene que el tener más hermanos o ser excluido socialmente genera que las personas sean más propensas a consumir alcohol. Así que si me encuentran borracho en Joia es porque me excluyeron (?) En cuanto al consumo de drogas ilícitas, no se encontraron fuertes determinantes, mas existe cierta sospecha de que el trabajo infantil afecta directamente a la probabilidad de su consumo.
Por último, en cuanto a las conductas de riesgo asociadas a las relaciones sexuales, se encuentra que la presencia de ambos padres, así como una buena relación con ellos, reduce la probabilidad de incurrir en estas conductas. Del mismo modo, la exclusión social genera que los adolescentes incurran a este tipo de conductas. Así que si me excluyen, no se preocupen, sigo borracho en Joia.
Si bien a veces suena divertido optar por conductas riesgosas, no necesariamente significa que es la mejor opción. Se podría pensar que estas conductas presentan utilidad marginal decreciente, pues en exceso podrían ser dañinas. Las personas que se autodenominan ‘amantes al riesgo’ suelen optar por estas actividades con mucha mayor frecuencia que los ‘aversos al riesgo’. Todo depende de la función de utilidad individual, mas no es lo único que determina la decisión de optar o no por estas conductas. Pues como demuestra el estudio de Cueto, Saldarriaga y Muñoz (2011), existen otros determinantes que conllevan a la práctica de dichas conductas, de los cuales, probablemente algunos se te hagan familiares…