Estamos apenas en marzo y en estos 3 meses del 2020, pareciera que hubieran pasado más cosas que en todo el año pasado. Lamentablemente, no lo digo en el buen sentido. Estos eventos que han puesto nuestro mundo de cabeza se han sentido como si uno hubiera estado corriendo con música a todo volumen y de pronto nos chocáramos con una enorme pared. No quisimos hacerle caso a todas las señales en el camino que nos advertían sobre lo que encontraríamos. Sin embargo, cuando nos muestran imágenes de los efectos ocasionados -indirecta o directamente- por nosotros, nos quedamos sin palabras; y en realidad no hace falta palabra alguna, sino acciones.
Un fotógrafo australiano logró capturar la imagen de un ave observando cómo el sol se escondía entre el infinito humo ocasionado por uno de los primeros sucesos de este año, el desastroso incendio forestal en Australia. La cifra de animales asesinados en su propio hogar fue inimaginable y es dolorosa de repetir. 800 millones de seres vivos (sin contar cada uno de los árboles) muertos a causa del calentamiento global (Gestión, 2019). En otras palabras, en gran parte, a causa de nosotros los humanos; porque sí, el cambio climático es nuestra responsabilidad . Esta foto ganó el premio de los Sony Awards no por el hecho de reflejar una técnica extraordinaria de fotografía, porque crean o no, fue tomada con un iPhone X; sino porque este tipo de arte funciona exactamente como un baldazo de agua en la cara (en el mejor de los sentidos).
La fotografía de eventos que muestran la vulnerabilidad de nuestro planeta y de la humanidad, nos coloca en una posición de retrospectiva y permite reivindicarnos. Como nos dice National Geographic (2013), para un fotógrafo, la cámara es un instrumento de cambio porque una sola imagen puede hacer visible nuestro mundo en sus muchas facetas, hasta el punto de nunca verlo de la misma manera. ¿Cómo no querer remediar nuestras decisiones si vemos a un bombero arriesgar su vida por salvar a uno de los pocos koalas que aún sobreviven? En esos momentos cuestionamos todo y eso es exactamente lo que deberíamos hacer, pero no sólo durante unos días hasta olvidar la sensación que tuvimos al ver un koala aferrase de los brazos de un bombero. Esto pasó hace menos de dos meses o ¿ ya lo olvidamos? No necesitamos vestir un uniforme de bombero para hacer exactamente lo mismo. Concientizarnos a nosotros mismos y a las personas a nuestro alrededor acerca del consumo de agua, papel, plásticos y alimentos como la carne de res es hacer una diferencia. Si me preguntas por lo de la carne, es el producto que más agua gasta en la industria de la comida, con 15.4 litros por kilo (Mapfre, 2017).
Probablemente ya hayamos visto fotografías como esta, las cuales parecen literalmente sacadas de una película de terror. Dudo que la intención del fotógrafo haya sido traumatizar a medio mundo, pero sí alarmar respecto a la situación crítica y generar un comportamiento de prevención. Esta imagen en específico fue tomada en la ciudad de Xiaogan en China y muestra cómo cuatro trabajadores desinfectan cada centímetro cuadrado de la acera a media noche mientras usan protección especial y máscaras sobre sus rostros. Se trata del último evento catastrófico de lo que va del año, el COVID-19 o más conocido como Coronavirus. Por supuesto que sabemos todo acerca de dicho virus ahora que está entre nosotros y ya perfeccionamos nuestro lavado de manos. Hace dos meses, veíamos tan lejano y ajeno este problema y ahora que implica cierto peligro contra nosotros, nadie sabe cómo reaccionar. Lo vemos reflejado en las noticias excesivamente dramáticas y en los estantes innecesariamente vacíos de los supermercados.
La fotografía siempre nos dice algo importante sobre nosotros mismos y sobre la belleza amenazada del mundo que habitamos. Todas aquellas imágenes se graban en nuestro subconsciente porque de algún modo nos impiden seguir viviendo despreocupados. Es cuestión de que nos propongamos hacer algo al respecto #WeCanSaveOurWorld
Escrito por: María José Murguía
Edición: Kelly M. Pérez