Siempre me interesó la Guerra de Vietnam. No ha sido el último conflicto bélico que ha vivido el mundo –pues los humanos siempre encontrarán una razón para matarse– pero, probablemente, sí el más importante. El impacto que tuvo en la sociedad contemporánea, sobre todo, en la creatividad y en el arte, fue tremendo. La reacción del pueblo estadounidense ante la declaración de guerra hacia un país asiático desconocido, las consecuencias psicológicas de los combatientes después del final del conflicto, el anhelo de golpearse con hippies en medio de Woodstock, la destrucción moral de una nación fueron temas que tocó el cine, mediante las películas. Algunas malas como The Green Berets de John Wayne (a pesar de ser una propaganda nacionalista de dos horas); muchas maravillas como Apocalipse Now de Francis Ford Coppola, Platoon de Oliver Stone y The Deer Hunter de Michael Cimino.
Spike Lee, conocido por dirigir Do the Right Thing, estrenó el mes pasado a través de la plataforma Netflix su último filme, Da 5 Bloods. Esta trata sobre un grupo de excombatientes afroamericanos de Vietnam, llamados Bloods, quienes regresan después de años al país asiático en busca del cadáver de un compañero que murió en batalla, aunque esta solo sea una excusa. En realidad, lo que ellos buscan es un puñado de barras de oro.
Cuando el director no dirige un remake de una película surcoreana, aparecen propuestas interesantes como BlackKkasman, ganador del Oscar a mejor guion original en el año 2018. De hecho, Da 5 Bloods guarda similitud con esta última: el fuerte mensaje social en contra del racismo en Estados Unidos. En ambas películas, Spike Lee utiliza fotografías y videos de hechos reales para reforzar estos ideales. En aquella película, durante sus minutos finales, mostró el atropello –y posterior muerte- de una mujer protestante por la igualdad de los derechos civiles con la razón de exponer el racismo aún latente dentro del país americano. En Da 5 Bloods, material de época acerca de los abusos de la guerra y las manifestaciones a favor de la paz se mezcla con el filme.
La historia tiene tintes de diversos géneros de película durante su duración, además que se entrecruza con flashbacks del pasado de los excombatientes, que –dicho de paso– están pobremente editados. Su primera mitad es lenta, como el comienzo de un viaje, casi un road movie. Es la llegada a un país que, a pesar de acabar la guerra hace mucho, aún puede verse el rencor de los antiguos vietnamitas hacia los estadounidenses. Durante su otra mitad, se transforma en una película de acción de cine B. Empieza una disputa por ver quién se queda con el puñado de barras de oro. Hay traiciones, guerrilleros, franceses, sangre y constantes mensajes con carga social. Sin embargo, en Da 5 Bloods, a diferencia de su anterior película, estos mensajes sociales se sienten mucho más artificiales. Me explico, aparecen de forma intempestivas en medio de escenas con ninguna conexión con la proclama racial de Spike Lee y, además, las frases son efusivamente elaboradas en medio de un contexto no idóneo, más aún durante las escenas finales del filme. El mensaje social es poderoso, pero la película dista mucho de ser la mejor obra del director.
Durante la Guerra de Vietnam, muchos afroamericanos fueron a disputar un conflicto innecesario. Aparece metrajes de Martin Luther King rechazando la guerra, su asesinato y cómo los Bloods les afectó. Muchos hombres negros fueron a morir a un país desconocido por una libertad, unos derechos, que no se les había concedido y que, hasta el día de hoy, aún disputan. Ha pasado ya suficiente tiempo para dejar de lado viejas concepciones de superioridad racial. Al fin y al cabo, todos somos iguales. No odies a alguien por su color o por su género. Todos somos humanos. Mejor odia a todos por igual.
Edición: Kelly Pérez V.