¡Hola, estimada persona de cultura! Esta es la segunda parte que se encarga de explicar qué hizo en verdad Jordan Belfort, el lobo de Wall Street. Si aún no has leído la primera parte, te invitamos a darle una ojeada para que puedas entender por completo la explicación que sigue a continuación.
Stratton Oakmont
El Lobo adquirió esta agencia en el año 1989, pues no había nada mejor que tener el control completo de su propia organización en lugar de trabajar para alguien más. Sin embargo, para llevar a cabo sus planes, tuvo que realizar algunos pasos adicionales como construir toda una red de cómplices para esconder las actividades ilícitas que estaba planeando. Veámoslo.
Pump & Dump
Inicialmente, Jordan utilizó el conocido esquema de pump & dump. ¿Cómo funcionaba? Primero, el Lobo se fijaba en una compañía con baja capitalización de mercado; es decir, en una compañía cuyo valor total de sus acciones fuera pequeño. ¿La razón de seleccionar este tipo de objetivos? Esto permitía que los precios de dichas acciones sean más sencillas de manipular artificialmente. En concreto, el Lobo buscaba adquirir grandes cantidades de acciones de empresas de muy baja cotización (“penny stocks”) cuyos precios llegaban a ser de unos pocos centavos de dólar.
Ahora bien, el Lobo, en su condición de agente de bolsa, no podía invertir en las acciones de estas empresas debido a que es considerado un conflicto de interés. En otras palabras, un agente de bolsa que invierte en una empresa que también recomienda a sus clientes puede estar motivado a impulsar las acciones para beneficiarse personalmente, en lugar de priorizar los intereses financieros de sus clientes y darles recomendaciones imparciales. Esto constituye un delito y Jordan se habría arriesgado a ser descubierto y arrestado prontamente. Por ello, él camuflaba su dinero a través de sus cómplices, quienes invertían el dinero del Lobo en la firma, pero bajo sus propios nombres.
Luego, mediante una estrategia agresiva con engañosas campañas de marketing inflaban artificialmente el precio de estas acciones promoviéndolas entre inversores inexpertos y poco informados: “¡Compra esta acción ahora o podrías perderte jugosas ganancias!”. Una vez que el Lobo y sus secuaces habían conseguido inflar los precios de las acciones que habían adquirido a bajo costo, las vendían para deshacerse de ellas con rapidez antes de que las personas se dieran cuenta de que el precio de la acción era ilógico y les habían ofrecido basura. Mientras esto sucedía, los trabajadores de Jordan tenían órdenes directas para evitar aceptar o procesar órdenes de venta de los clientes que adquirieron las acciones y empezaban a tener sospechas. Esto sostenía por un tiempo adicional los precios elevados de modo que hubiese mayores ganancias. Una vez que lo secuaces habían cerrado sus posiciones, le devolvían el dinero a Jordan y conservaban una fracción del dinero generado.
Ofertas primarias iniciales
Aquí el Lobo llevó su comportamiento criminal al siguiente nivel. Una oferta primaria inicial (IPO por sus siglas en inglés) hace referencia al momento en el que una firma decide vender sus acciones al público interesado y así cotizar en bolsa por primera vez para conseguir financiamiento. Existen muchas leyes y regulaciones durante este proceso. De hecho, solo bancos de inversión grandes y muy formales suelen realizarlos para que las empresas interesadas tengan éxito en la bolsa de valores. Sin embargo, Jordan Belfort logró convencer a algunas empresas de confiar en Stratton Oakmont para este propósito. En la película esto sucede con la empresa Steve Madden. ¿Qué ventaja tenía una IPO por encima de la forma tradicional de operar de Stratton Oakmont? El hecho de salir a la bolsa mediante una IPO hace que para la empresa sea mucho más fácil levantar capital porque recibe la atención de muchos más inversionistas que participan y confían en el mercado organizado. De este modo, el Lobo podía alterar los precios con más facilidad sin tener que esforzarse demasiado en conseguir, por cuenta propia, inversores a los cuales engañar: los inversores “se engañarían” confiándose en los otros inversores y siguiendo la fiebre del rebaño.
El Lobo (nuevamente) canalizaría dinero a través de sus secuaces y les ordenaría comprar las acciones de la empresa apenas hubiesen empezado a venderse en la bolsa. Tras ello, instruiría a su ejército de empleados para ofrecer la acción a toda su lista de contactos y así estimular de manera exagerada el precio. Consecuentemente, el valor de la acción se dispararía por las nubes y llamaría la atención de los inversores del mercado organizado. Estos inversores seguramente no estarían al tanto de quiénes eran en verdad Stratton Oakmont y si acaso debían sospechar de ellos. Sin embargo, se confiarían al escuchar que las acciones de la empresa que Stratton Oakmont estaban sacando a cotizar en bolsa contaba con una rentabilidad extraordinaria por el aumento persistente en el valor de las acciones. Así, esta manía por adquirir las acciones podía ser aprovechada por los secuaces para vender y deshacerse de las acciones una vez que el precio hubiese subido lo suficiente y tuviesen utilidades considerables.
Cierre: el Lobo ¿admirado por las razones equivocadas?
En síntesis, la genialidad de Jordan Belfort provenía de saber combinar lo mejor de dos mundos: por un lado, la pobre regulación del mercado extrabursátil, segmento al que Stratton Oakmont pertenecía; y, por otro lado, la confianza ciega del mercado organizado para comprar y vender acciones. Este fue el ingenioso y escurridizo esquema que utilizó Jordan Belfort, razón por la cual él y sus cómplices pasaron mucho tiempo en la cárcel. Ahora, estimado lector, esperamos que estés preparado para volver a ver esta tremenda película y entender cada elemento de la trama.
Edición: Sol Seguil