“Trabaja mientras los otros duermen: a eso le llamo mentalidad de tiburón”
– Frases que Jordan Belfort NUNCA dijo.
En 2013, el director Martin Scorsese llevó “El lobo de Wall Street” a la pantalla grande. La película nos narra la biografía de Jordan Belfort (el Lobo, representado por Leonardo Di Caprio) en una sátira donde abundan las drogas, el sexo y los dólares. El resultado fue un éxito y el resto es historia: la producción recibió cinco nominaciones para los premios Óscar y, actualmente, todo fanático de las finanzas ha visto este clásico al menos una vez en su vida.
Sin embargo, el filme no buscaba relatar la historia de manera exacta ni ser detallado con las explicaciones que ofrecía sobre el mundo financiero. Posiblemente esta falta de teoría haya fastidiado al público ansioso por escuchar una lección de finanzas, pero los productores se centraron en exagerar las divertidas e ilegales vivencias del Lobo y mostrarnos su completa falta de moral. En vista de ello, hoy le traemos a nuestros lectores una exposición algo más profunda acerca de cómo realmente se llenó los bolsillos este conocido personaje.
El sistema financiero de aquel entonces
Comencemos con un poco de contexto: el Lobo inició su trayecto durante los años 80 como un agente en la bolsa de valores. En aquellas épocas, para comprar o vender las acciones de una compañía era necesario que un inversor se comunicase por teléfono con estos corredores. Así, estos agentes de bolsa recibían las indicaciones para procesar una operación y eran recompensados con comisiones sobre los montos movilizados. Cabe subrayar que la información en dichos años no fluía con la misma velocidad de ahora: para conocer los precios de una acción, era necesario esperar al periódico del día siguiente (hoy solo tendrías googlearlo). Esta era la razón por la cual, con frecuencia, muchos de estos agentes tomaban la iniciativa de llamar por teléfono a sus clientes para convencerlos de comprar alguna acción que se estuviese vendiendo como pan caliente. Desafortunadamente, el Lobo pasó corto tiempo en la bolsa, pues fue despedido tras una caída severa del mercado. Aquí inician los asuntos turbios de la película.
Mercado extrabursátil
Llegado este punto, el Lobo se adentró en el mercado extrabursátil (también llamado mercado Over-The-Counter). Los fanáticos de la película sabrán que Jordan acude a una pequeña y desorganizada agencia; seguramente, también recordarán que esta es la primera escena en la que el Lobo toma el teléfono y empieza un brillante discurso de ventas (ver el GIF). Pero ¿Qué es un mercado extrabursátil y qué estaba haciendo el Lobo aquí?
Pues bien, a diferencia de un mercado financiero organizado, en el mercado extrabursátil existe poca regulación y transparencia. Esto permite que compañías pequeñas y honestas accedan a préstamos que de otra forma serían demasiado caros, pero, al mismo tiempo, este espacio se presta para diversas estafas. Por ejemplo, imaginemos que una empresa acude a una agencia del mercado extrabursátil y les comenta que necesita un millón de dólares para expandirse. En este caso, la agencia llamará a posibles inversores para promocionar la empresa y persuadirlos de financiar dicha expansión a cambio de beneficios en el futuro. En recompensa por esta ayuda, la agencia ganará una comisión, sin importar si posteriormente a la firma le va mal y no logra devolver el dinero a sus inversores. El Lobo trabajó para varias agencias extrabursátiles, promocionando agresivamente empresas riesgosas o que estafaron a sus inversores. Tras este período, decidió fundar la agencia que lo haría infame: Stratton Oakmont. ¡Próximamente, en la parte 2, terminaremos de contarte la historia real detrás de la estafa!
Edición: Sol Seguil