En la música popular de los últimos años se ha destacado la producción y postproducción sonora, es decir, los procesos de refinamiento y tratamiento del sonido. Ya sea que hablemos de sonidos de instrumentos analógicos grabados a través de micrófonos, o de instrumentos MIDI grabados o creados por software, el “Photoshop” de la música tiene efectos brutales sobre los productos finales que escuchamos en la radio y en las listas de Spotify o Apple Music. Sin embargo, aparecen alternativas estéticas que por su propia naturaleza son más sencillas de realizar desde casa.
A raíz del confinamiento, muchas personas han explorado su lado artístico, y más precisamente su lado musical. Gracias a la dinámica de las redes sociales y diversas plataformas, nosotros no solo somos consumidores de contenido, sino que también podemos ser productores de este mismo. Es decir, somos prosumidores en la medida que generamos contenido todos los días a través de nuestros comentarios, posts y memes compartidos, etc.
Dentro de las creaciones que uno puede compartir está la música. En algún momento se popularizaron los covers hechos con ukelele o guitarra (grabados con teléfonos móviles), y también aquellos con una producción más profesional que –en algunos casos– incluyen videoclips de elevada calidad de producción y postproducción. A pesar de la llegada de las nuevas tecnologías, el dominio de éstas, el hardware y el software respectivos no siempre se encuentran al alcance de todos los bolsillos, por lo que hay un acceso parcialmente restringido. Es en este escenario que reingresa el lo-fi, una estética originada en el folk norteamericano los años 60, como menciona Adam Harper en su tesis sobre la estética del lo-fi para la Universidad de Oxford.
Pero ¿qué es el lo-fi? el término proviene del inglés low fidelity (baja fidelidad) y se refiere a grabaciones en las que predominan dispositivos de baja calidad de registro que, en caso de que sean registradas de manera analógica a través de un micrófono, estos equipos no requieren grandes especificaciones ni tratamientos de sonido muy complejos. Adam Harper (2014) indica que es una estética que nos sugiere un “hágalo usted mismo” que fue cobrando importancia dentro de la música indie en la década de 1990. En el caso de que los sonidos sean creados desde la limpieza de softwares como Ableton o Logic, sí demandarían un tratamiento de audio que de alguna manera reduzca su calidad inicial y que –de alguna forma–, como lo menciona el músico y youtuber Jaime Altozano, nos traiga esa atmósfera de nostalgia del pasado audiovisual a través de diversos recursos auditivos como los efectos de librería.
Personalmente no tengo conocimiento de artistas que se dediquen a crear obras exclusivamente de lo-fi. Más allá de los mixes de hip-hop en lo-fi que podemos encontrar en YouTube, el lo-fi fue parte integral de la estética de múltiples artistas que se toparon con limitaciones técnicas y contextuales para llegar al hi-fi (high fidelity). En la actualidad es un recurso de algunos artistas para generar atmósferas o brindar algún toque especial a algunas de sus obras. La ventaja del lo-fi respecto a las grabaciones más aventajadas del momento es que no requieren grandes equipos ni procesos de edición, sino que por el contrario se puede convertir en una forma de comunicar la música sin tener que pasar por los complejos procesos de postproducción de la música más mediática, es decir, se requieren de efectos bastante sencillos de acoplar a las creaciones propias para generar una atmósfera y entregar contenido con una base nostálgica, retro y que puede ser llamativa para el público. De hecho, es la nostalgia la principal emoción que transmite esta estética. Esta es una emoción que muy probablemente muchos de nosotros hayamos experimentado a lo largo de esta pandemia.
Aquí les dejo algunos ejemplos de lo-fi:
- Sexy Pigeon – Valentina
Aquí podemos ver como con el mínimo de recursos que dispone el intérprete, puede generar melodías que, en baja resolución auditiva, pueden generar un impacto positivo en la audiencia, todo esto sobre un sample (recortes de otras canciones) sobre el que ya podía improvisar las melodías. Esto lo hace como un recopilatorio de una transmisión en vivo que realizó.
- Flughand – Flebu
Con una esencia clásica y el efecto de un disco de vinil sobre el piano, Flughand nos remonta a la una época clásica, música que podría ser ambiental tranquilamente.
- Wun Two – Again
Wun Two experimenta con el uso de samples con el mismo efecto de corrido sobre vinil para otorgarnos una vibra neoyorquina a través de uno de los géneros más populares en el lo-fi: el hip-hop.
- SVIII – Life
El cantautor peruano nos muestra lo que puede hacer con sus recursos digitales y traslada el lo-fi no solo desde lo auditivo, sino también desde lo visual, todo esto íntegramente en cuarentena. Esto ya se veía en sus trabajos previos como “Bubblegum”. Es tal vez uno de los trabajos más completos de este estilo en donde la combinación de la música con el video nos explican lo que es la vida para él.
Para concluir, con el lo-fi existen una infinidad de opciones y resulta ser una influencia estilística transversal a todos los géneros musicales. ¿Se podrán realizar grandes hits con una reducción de recursos técnicos? ¿Será el lo-fi una alternativa estética cada vez más frecuente? ¿Necesariamente evoca la nostalgia por un pasado mejor? Quedan estas y otras preguntas abiertas y serán respondidas con las propuestas de diversos artistas alrededor del mundo. Tal vez esto anime a mucho de los lectores a hacer el intento y grabar su propia música en casa.
Edición: Kelly Pérez.