Así como comienza la época de verano en el Perú, comienza también la época de las dietas y el gimnasio. Pero, ¿te has preguntado por qué nos interesa tanto nuestro físico? Todos tenemos que apuntar a vivir una vida saludable y balanceada, pero nos sumergimos cada vez más en métodos extremos para llegar a ese supuesto cuerpo perfecto y valorado.
Este ideal se espera generalmente sobre el cuerpo femenino. Las medidas 90-60-90 se han convertido en el estándar de belleza al cual todas las mujeres deberíamos de apuntar. Según, Susan Bordo, filósofa contemporánea y autora del libro Unbearable Wight, estamos rodeadas de un tipo específico de mujer creado por una ideología dominante y masculina que intenta establecer las reglas sobre lo que es ser mujer. Los medios de comunicación como las revistas y propagandas, o las series y las películas fomentan esta imagen inalcanzable cuando ponen en primera plana a una mujer con un cuerpo perfecto.
Instagram se ha convertido en la plataforma con más influencia sobre las expectativas de belleza. Lo que omitimos cuando vemos las fotos de modelos e influencers, es que muchas de las fotos han sido retocadas, con mil y un filtros encima. Puede, también, que sean imágenes producidas en un buen estudio de fotografía, con el mejor maquillaje posible y la mejor luz. Nuestro día a día no tiene un filtro encima. Las personas que finalmente están detrás del botón de “post”, tienen control sobre lo que deciden enseñarnos, escogen la mejor foto de ellas mismas para publicar.
Ser mujer en una sociedad que admira tanto a las celebridades y vive en una sociedad que se alimenta del consumo de productos significa caer en una constante crítica de nosotras mismas. Hay una definición, muy limitada, de lo que es ser femenina, mujer y atractiva, en la cual tratamos de encajar. Bordo argumenta que, en realidad, es una nueva forma de dominación patriarcal y consumista, que no significa necesariamente que participamos de forma consciente, sino que se ha normalizado. Nos mantienen fuera de la vida pública, porque estamos tan fijadas en controlar nuestra apariencia que no podemos participar en la esfera política o empresarial, la cual está controlada mayoritariamente por los hombres.
Precisamente, por el hecho que se ha vuelto tan normal, vemos estas promociones de “pastillas para bajar de peso en una semana” o videos de “¡Consigue la cintura de una modelo! en todos lados. No nos damos cuenta que estamos siendo influenciados por una cultura que pone por encima de todo, el aspecto físico. Cuando una imagen se normaliza de dicha manera, todo aquello que no se parezca es visto como incorrecto, como no valioso, como “fuera de la norma”; por lo que se convierte en algo que hay que corregir o mejorar. Sin embargo, eso que hay que mejorar generalmente recae en un incremento de desórdenes alimenticios como la anorexia y la bulimia en edades de adolescencia temprana. Así, vemos como estas exigencias sobre como deberíamos vernos tiene un efecto directo en la salud mental de las mujeres, y el atentar con nuestra estabilidad emocional se convierte en una forma de violencia.
Las expectativas y la apreciación sobre los cuerpos femeninos es un reto del feminismo en sí. Esta forma de control nos pone a las mujeres en competencia por quién tiene el mejor cuerpo, y no nos da la posibilidad de continuar luchando en las esferas mencionadas anteriormente. Por lo tanto, como la autora de libro The Beauty Myth, Naomi Wolf, propone: el cuerpo no es solo una pieza biológica, sino, un ente cultural, repositorio de ideas sobre lo que es la belleza.
Ahora, los hombres tampoco se salvan, son víctimas de sus propias expectativas. Porque, así como tienen que conseguirse a la flaca más bonita, tienen, también, que reforzar su masculinidad a través de su propio cuerpo. Las expectativas de lo que es ser hombre se encuentran bajo lógica patriarcal que pone las exigencias sobre las mujeres. Los hombres están incentivados a volverse más masculinos, y el cuerpo, como establecido previamente, es una fuente de símbolos. Por ellos, la fuerza física y la musculatura se vuelve la forma de mostrar dicha masculinidad. Es interesante notar que mientras a la mujer se le espera que reduzca es tamaño, al hombre se le incentiva crecer en contextura, siempre y cuando esta sea fuerte y musculosa.
Así es como vemos una constante preocupación y obsesión por nuestro físico. Donde ciertos cuerpos son considerados valiosos, bonitos, apreciados, mientras otros son obligados a encajar en medidas que son socialmente establecidas.
Editado por Eva Azañedo