“No hay hermosas superficies sin terribles profundidades”. Después de las noticias de los últimos días, los peruanos pensábamos que, en el 2021, la tempestad política podría calmarse un poco; sin embargo, llegó el Vacunagate para alborotar los días de cuarentena. La gran mentira de la distribución y vacunación anticipada de 487 personas, entre ellas, el expresidente Martín Vizcarra, dos ministras y hasta el dueño de un chifa #NoMásBurgerKing, se ha convertido en un escándalo sin precedentes, tras descubrirse la entrega de 3200 vacunas de “cortesía” antes del tiempo de aprobación.

Fuente: France24

Como ya es costumbre, la desvergüenza política de algunos se salió con la suya a espaldas de la población #IbaAContarloPeroMeVacaron. Muchos se estarán preguntando el porqué de estas acciones y hasta qué punto el beneficio propio pesa más que el de todo un país. Si bien es un poco extraño, la economía podría ayudar a entender estas interrogantes, ya que también tiene un lado oscuro: la asimetría de la información.

Debemos partir de la idea central de la interacción vendedor-comprador. Los involucrados de un mercado pueden encontrarse en una situación de información simétrica o asimétrica, en cuanto a los conocimientos disponibles sobre un bien. La simetría de la información, por un lado, hace referencia a que tanto el comprador como el vendedor tienen a su disposición la misma cantidad y calidad de información sobre un producto. En cambio, en la asimetría de la información, una parte de la transacción tiene cierta información privada sobre un bien: su naturaleza, ciertas acciones o preferencias de otra parte.

Entonces, ¿cómo es qué estos conceptos se relacionan con el escándalo de las vacunas? Después de sentir que jugaron con nuestra confianza, el Vacunagate representa, claramente, una situación de asimetría de la información. Todo el Perú desconocía que Sinopharm había ofrecido vacunas de cortesía y, posteriormente, que 487 personas hicieron uso de estas. Adicionalmente, el origen del contrato también se ignoraba, ya que se mantenía como confidencial entre la firma científica y los encargados en el Gobierno.

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Todo lo expuesto anteriormente revela que ha habido un serio problema de acciones ocultas o, como se le conoce en la economía, un riesgo moral. Este se da cuando, en un contexto de información asimétrica, una parte no puede observar el comportamiento de la otra, por lo que esta última empieza a tener una conducta inadecuada a expensas del lado supervisor, luego de haber acordado un contrato. Para que esta explicación se adapte a diversas situaciones, la economía ha dispuesto el modelo del principal-agente: la parte desinformada representa al principal; y la desobediente, al agente, cuyas acciones afectan negativamente a los beneficios del primero.

En este caso, la población peruana representaría al principal, al ser esta la parte que desconocía sobre las dosis extra y la vacunación indebida. Por otro lado, todos los vacunados anticipadamente simbolizarían al agente. En este sentido, las acciones ocultas de este último debilitan a la credibilidad política y al sistema de salud en tiempos críticos. Indudablemente, los peruanos no observamos el comportamiento de los involucrados, ya que ellos mismos escogieron el camino de una conducta negligente: no informar por completo sus acciones hasta llegar al punto de esconderlas con engaños.

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Ahora bien, ¿por qué el agente o los implicados en este escándalo defraudarían al principal? Sin dejar de sorprendernos, la economía conductual puede ayudar a responder esta interrogante. Existen algunos sesgos cognitivos que llevan al ser humano a actuar de cierta manera. El Vacunagate ha demostrado que las decisiones de los funcionarios públicos y demás personas no se alinean a las circunstancias y consecuencias a largo plazo. Ello evidencia un sesgo hacia el presente, en donde los involucrados tomaron un atajo frente a la tentación de ser vacunados en plena expansión del virus. Es decir, prefirieron las ganancias del presente antes que las del futuro.

Fuente: El Búho

Siguiendo la misma línea, el Vacunagate y el comportamiento de los agentes se adaptan a la teoría del empujón. Este concepto atribuido por el Nobel de Economía del 2017, Richard Thaler, señala que las personas necesitamos un impulso para tomar las decisiones adecuadas (aquellas que nos beneficien a largo plazo), ya que, en muchas ocasiones, escogemos la que exige menos esfuerzo: el escape rápido. El conformismo de los líderes peruanos es usual en nuestra vida cotidiana; por ello, ¿qué debería empujarlos a actuar de una manera ética y responsable? La respuesta no se puede escribir en una línea mientras se omitan políticas de transparencia, fiscalización y, sobre todo, el foco en integridad personal.

En definitiva, los hechos recientes demuestran que el Perú es un país “por hacerse”. Mientras los privilegios y los contactos prevalezcan, los logros de unos esconderán las tragedias de otros. La falta de información y los problemas de riesgo moral, propios de la teoría económica, explican la ausencia de transparencia y actos por lo bajo de las figuras políticas. El escándalo de las vacunas desmantela la falta de solidaridad de los individuos con cierto poder, los mismos que atestiguaron la batalla de los peruanos en primera línea. Lo mencionado, finalmente, es otra razón para una mayor atención este próximo abril.

Edición: Claudia Barraza