Así como acá reclaman por las arepas, en Europa pasa lo mismo por el Cuscús Marroquí. Es innegable la xenofobia presente en Europa hacia los inmigrantes (¿y acá también?). No obstante, el debate también se centra en la forma en cómo llegan: 2 de cada 100 africanos muere ahogado en el trayecto hacia la península mediterránea.
El Mar Mediterráneo sigue marcando la historia. Y no por las vidas perdidas en una guerra mitológica, sino por las que se pierden por el tráfico ilícito de personas. Desde hace más de una década, se ha observado cómo ciudadanos de países del Norte de África arriesgan sus vidas en búsqueda de una “mejor”. Subirse a un bote de noche y cruzar hacia la península del Mediterráneo parece la única opción para bastantes libios, marroquíes, tunecinos, entre otros.
El pasado junio se evidenció nuevamente la crisis migratoria persistente en el mediterráneo: se rescataron a 629 africanos a 50 millas de Tripoli, Libia. Entre una nave italiana y otra manejada por SOS Mediterraneé y Doctor sin Fronteras lograron salvarle la vida a madres, niños y jóvenes que se dirigían a Italia. Sin embargo, su futuro es impredecible debido a la creciente xenofobia dentro de la política europea, la cual se traduce en sus políticas receptivas hacia inmigrantes.
Aunado a esto, solamente para mayo de este año ya ha habido 213 muertes registradas de migrantes de África por intentar cruzar hacia Italia, España, u otros países de la península. Inclusive, solo en el 2017, más de 178 mil personas arribaron a Europa provenientes de África. Los tres mil restantes murieron en el camino.
Muchos de ellos se convierten en caseros de traficantes de personas, los cuales no solo los transportan en barcos en condiciones de hacinamiento, sino también sufren de abusos y violaciones, o son secuestrados o abandonados en desiertos.
En un esfuerzo limitado por solucionar este problema a corto plazo, el pasado noviembre en la quinta Cumbre de la Unión Europea (UE) y la Unión Africana (UA), 7 líderes de ambas regiones se reunieron para discutir sobre cooperación, paz y seguridad, migración y oportunidades para jóvenes africanos. Los programas propuestos brindan incentivos para movilizar fácilmente estudiantes, profesores y académicos del continente de África hacia Europa. También, se está invirtiendo en la creación de empleo para personas menores a 25 años en este continente.
Si comparamos las muertes mes a mes con respecto al 2017, para enero se ha reducido en un 16% las muertes por movilizarse hacia el viejo continente. También, el tránsito está en los niveles más bajos de los últimos 4 años.
No obstante, el foco de acción es limitado. Anualmente los traficantes obtienen 35,000 millones de euros por movilizar personas, lo cual se deriva a la compra de drogas y armas. Para esto se propuso en esta Cumbre al Grupo de Trabajo en Conjunto entre las Naciones Unidas y la UA sobre Migración, la cual busca atacar el maltrato a inmigrantes y refugiados en Libia. Sin embargo, los resultados de esta iniciativa no se podrán observar en un corto-mediano plazo.
Asimismo, Fabian Wagner, periodista de Al Jazeera, califica como hipócritas las políticas comerciales de Europa, las cuales agravan el problema: “si Europa de verdad quisiera hacer algo acerca de las causas de la raíz de la migración, como la creación de puestos de trabajo, sería una buena forma de comenzar a modificar sus propias políticas comerciales”
Las políticas arancelarias y de tarifas entre EU y AU es desproporcionada. Por ejemplo, importar granos de cacao de África no tiene ningún cargo adicional, pero productos procesados, como el chocolate, tiene un gran recargo por importación. Así, no es rentable procesar cacao en África, desincentiva la creación de valor agregado y, por ende, la generación de empleo va a ser limitada y gaseosa.
Aunado a esto, así como en Perú reclaman sobre los venezolanos mientras disfrutan Arepas, en Europa sucede lo mismo, pero con un rico Cuscús marroquí. Y es así como la xenofobia europea hacia los inmigrantes agrava esta situación. Así como hemos visto a Le Pen, Boris Johnson u otros políticos xenofóbicos nacionalistas, ciudadanos europeos no están de acuerdo con la migración o el libre tránsito de extranjeros en el viejo continente. En ciertos países de Europa, la xenofobia ha aumentado en 50% y casi el 60% de los países de la UE habían reportado un incremento de esta.
Es imposible detener la migración de países en vías de desarrollo hacia países desarrollados. Más aún, crear políticas que restrinjan la entrada de inmigrantes solo va a crear mercados más grandes de tráfico ilícito de personas y, por ende, más violaciones a los derechos humanos y más vidas perdidas. ¿Qué será más fácil: facilitar la entrada o restringir la salida? Al parecer, ninguno es el camino correcto.