Es hora de informarnos mejor sobre el taoísmo. Muchos buscan esta doctrina filosófica al oír sobre el “hacer nada”, “ser como soy” y “hago lo que quiero”. Esta es una interpretación errónea. El taoísmo nunca advocaría por el caos sino más bien por el orden.

El taoísmo es una escuela de filosofía china que busca entender el tao (camino). Fue históricamente planteada por el sabio Lao Tzu (figura legendaria como Homero) en su obra maestra Tao Te King. Este libro no buscaba proponer un dogma que explica la génesis de la naturaleza del mundo, sino entender el ritmo del mundo y proponer estrategias para actuar de acuerdo a su flujo. Una idea conocida es la del Yin Yang, que representa la dualidad de las fuerzas en acción, pero siempre consciente de que son dinámicas. Si el mundo fuese estático, hallaríamos eventualmente una sola filosofía aplicable a todo; pero como es dinámico, también uno mismo está en constante flujo en su actuar y pensar. El taoísta, entonces, más que hacer paz con el mundo cambiante que se le presenta, busca un “propósito” utilitario en su comportamiento todo el tiempo. Suena agotador, pero el tao no cambia por uno, uno debe entrar en el ritmo del tao.

Lao Tzu vivió en China, entre los siglos VI y IV a.c.

¿Qué propone el taoísmo entonces? Bueno, más allá de las verdades científicas, el tao se comprende como preceptos mayores a la física: inicio y fin, causa y efecto, ciclo de vida, y anterioridades y sucesiones. Este es evidente en la naturaleza a través de las generaciones, la cadena alimenticia o las estaciones.  Asimismo, en la misma medida, es evidente en los humanos: lo nuevo envejece, los buenos y los malos momentos son pasajeros, y los deseos son válidos, pero traen consecuencias. 

Noten que el Tao sabe que todo lo negro posee algo de blanco, y viceversa.

El taoísta pensaría: “Está bien querer tener mucho dinero y posesiones materiales, pero esto tiene costos y obligaciones. ¿Quiero estas obligaciones?” El deseo debe ser entendido en todas sus segundas y terceras instancias de consecuencias, y de una manera calculada. A esto nos referimos con entrar en orden con uno mismo y en ritmo con el mundo. 

El llamado Wu Wei, popularmente traducido como “hacer nada”, es realmente “no hacer nada que no sea útil.” Lao Tzu lo utiliza como una metáfora cuando aconseja resolver los problemas en el momento que son pequeños y manejables. Así, algo que pudo resultar sumamente trabajoso termina costando “nada” hacer. Esto también es literal cuando un evento es más ventajoso si no nos involucramos, pero esta inacción debe ser estratégica. 

Aldeanos en ritmo con el Tao, China

Todos estos principios no son para ejercitar la razón, mas sí tienen una relación directa con las prácticas de vida cotidianas. En el actuar, el taoísta toma en cuenta los tres caminos (tao) esenciales: la Tierra (Yin), el Hombre y el Cielo (Yang). En síntesis, la Tierra refiere al mundo material, el Cielo discute el mundo de lo inmaterial y el hombre es el mediador de ambas fuerzas. 

Llevemos lo aprendido a una situación familiar:

Nos encontramos en una juerga y un pata nos busca roches. Frente a este problema, el taoísta analiza la situación desde los tres caminos antes de actuar. 

En primer lugar, Tierra: ¿hay algo que me puede arrojar para lastimarme? ¿es espacioso el lugar? ¿hay salida cerca? ¿me puedo resbalar? ¿está oscuro o iluminado?

En segundo lugar, Hombre: ¿está borracho? ¿es más chapado que yo? ¿parece que hace artes marciales? ¿tiene a sus patas?

En último lugar, Cielo: ¿por qué me está buscando roches? ¿a quién quiere impresionar? ¿hay algo que necesita escuchar de mí? ¿está molesto por algo más?

Tras un análisis de las opciones, el taoísta elige un curso de acción calculado.

I Ching casero

Finalmente, quiero discutir sobre una práctica llamada el I Ching. Normalmente es asociada a los oráculos y numerologías, sin embargo, no tiene mucho que ver con la adivinación, pues es un sistema de análisis. Al encontrarse con una pregunta compleja, el taoísta arroja un hexagrama al tablero y considera cómo cada línea de Yin o Yang se relaciona al problema. Luego, analiza cómo cada pareja de los tres caminos (Tierra, Hombre, Cielo) se compara con los trigramas superiores e inferiores. Por último, considera el hexagrama completo. Al acabar el ejercicio, uno debe haber contemplado el problema desde muchos nuevos ángulos inadvertidos. Entonces, el taoísmo ofrece estrategias para lidiar con el mundo, mas nunca ofrece soluciones rígidas por la misma naturaleza dinámica de la vida. El tao nos prepara con una mochila equipada de herramientas de supervivencia, aunque sin un mapa o una brújula que determine el camino.

Hexagramas

Edición: Paolo Pró